EL NUEVO SIGLO: ¿Qué tanto impacto tiene esta reforma tributaria nacional en las finanzas de Bogotá?
RICARDO BONILLA: Al ser una reforma tributaria nacional no debería tener impacto en las finanzas sectoriales. Sin embargo, en el texto de la reforma hay un cambio sustancial en el impuesto de vehículos y se propone la posibilidad de que se aprueben peajes internos. Por todo lo demás, esta reforma es impuesto de renta, impuesto de valor agregado, impuesto de dividendos y nada de eso se va a los territorios.
ENS: Como está, ¿cuáles estratos son los que más van a recibir el golpe de la reforma tributaria?
RB: En realidad, lo que hay en la reforma es una modificación al impuesto de valor agregado, pasando de productos exentos a productos excluidos. Frente a eso el Gobierno dice que ello implica no gravar productos y técnicamente esos productos tienen tarifa cero, pero la diferencia es que en el exento se devuelven los pagos de IVA por insumos y materias primas. En los productos excluidos no los devuelven. Al no hacerlo, los productores lo van a sentir en los costos de producción. Eso va a incrementar el precio. Eso lo va a pagar todo el mundo, independientemente del origen socioeconómico que tenga.
Adicionalmente habrá tarifas que pasarán del 5 al 19, las más importantes son las de los servicios públicos de los estratos 4,5 y 6 y los consumidores de combustible (que va a tener un impacto general sobre todos los productos).
El IVA va a gravar a toda la sociedad pero ya se sabe que este impuesto terminará gravando mucho más a la población de menores ingresos, porque tiene que destinar mayor proporción de su ingreso a pagar este impuesto de lo que destina la población más rica.
ENS: ¿Y con relación al impuesto de renta?
RB: La propuesta del gobierno, con relación a las personas naturales, es reducir el umbral para declarar y para pagar. Hoy tienen obligación de declarar las personas con ingreso promedio mensual de casi $4 millones. La reforma lo baja para 2022 a un promedio mensual de $2.5 millones y para el 2023 a un ingreso promedio mensual de $1.7 millones.
¿Qué busca el Gobierno con esto? Recaudar $16 billones del grupo de abajo. Con esta medida deben llegar 3 millones más de nuevos declarantes que van a comenzar a tener retención en la fuente y obligación de declarar y pagar impuesto de renta a partir del año entrante.
Esto implicará un agravamiento de cargas en la medida que se reduce el ingreso personal disponible (la diferencia entre el ingreso bruto menos los impuestos pagados). Al reducirse, las personas van a tener menos capacidad de compra y esto afectará lo que llamamos las capas de ingresos bajos-altos e ingresos medios.
ENS: ¿Y entonces qué pasa con las capas de ingresos altos?
RB: Esta reforma solo se mete parcialmente con ellos. Parcialmente qué significa: que esta reforma está reduciendo deducciones a las personas naturales, aquellas que se originan en el pago de intereses por créditos hipotecarios y por los aportes en las pensiones voluntarias. Ambas son descontables y ambas se eliminarían. Esto afecta los ingresos laborales. A ellos sí los toca.
Entonces el interrogante es: ¿Y cómo toca las rentas de capital, los ingresos no constitutivos de renta? Y aquí no se hace mucho. Se asume que las personas van a declarar y ya. Pero como no hay mecanismo de contraste, no son tan fáciles de identificar y en esta reforma no hay un mecanismo para llegar a ellos. Por eso te digo que los toca parcialmente.
Pero queda un gran pregunta: ¿Y los ricos y los super ricos serán tocados? Y todo indica que no, porque si bien esta reforma habla de gravar los dividendos y de volver al impuesto al patrimonio, esta dice que se gravan los dividendos, se sube la tarifa del 10 al 15, pero solo lo pagarán las personas naturales. Y dice que se va a cobrar un impuesto al patrimonio a personas naturales. Pero ni los dividendos ni el patrimonio están a nombre de la persona natural sino de la persona jurídica.
ENS: Si dependiera de usted, ¿cómo modificaría la reforma, qué sacaría y qué dejaría?
RB: Yo profundizaría la renta básica y no le mentiría al país diciéndole que si no se aprueba la reforma eso no se puede hacer. Si se puede hacer. Modificaría el impuesto de renta de personas naturales de altos y muy altos ingresos, y para eso propiciaría comenzar el tránsito del impuesto de renta de personas jurídicas al impuesto de renta de personas naturales, obligando a que las empresas separen los activos de las personas naturales y no de la actividad del negocio.
Es decir: concentraría la actividad del negocio en los activos productivos; nada más. Que solamente se utilice como elemento de deducción de costos de las empresas, lo que esté registrado con factura electrónica y que corresponda al objeto social del negocio.
Quitaría de allí todos los pagos que le hacen a los accionistas, propietarios y ejecutivos que no están declarados como ingresos reales de la persona natural. Esa es la reforma que hay que hacer y el Gobierno no se ha metido con eso.
La misión canadiense no le dijo claramente que tocaba hacer eso pero sí le dijo dos cosas: primero, esos activos están subdeclarados y si no los avalúa a precios de mercado, el Gobierno debería tener la potestad de comprarlos al precio que los tiene devaluados para obligar a las personas naturales y jurídicas a actualizar los avalúos. De todos los activos.
Y dos: esos ingresos que las empresas entregan a personas naturales y que dicen que son no constitutivos de renta, sí lo son. Sí constituyen renta y deben entrar a pagar. Esa es la elevación más alta que existe en las personas de altos y muy altos ingresos. Y si no, mira las declaraciones de renta de los congresistas.
Lo que alude a Bogotá
ENS: ¿Le ve alguna viabilidad a la propuesta de peajes internos en ciudades como la de Bogotá?
RB: Esa siempre ha sido una pretensión de vieja data para generar alternativas de financiación de sus vías. Siempre existirá la posibilidad de que eso se apruebe y los congresistas son más propensos a la mermelada que a estudiar los efectos reales y van a decir que eso será beneficioso para las ciudades.
Pero en una ciudad como Bogotá, que está fuertemente cerrada y rodeada de peajes, de los cuales no le entra nada, lo interesante sería ver por qué esos peajes no ayudan con la construcción de la red vial y urbana. Bogotá tendría vías con peaje y trancón.
ENS: Esta reforma propone un salvavidas para asumir el déficit de los sistemas de transporte masivos. ¿Cómo lo ve?
RB: Esta pregunta amerita un contexto. Los gobiernos han tratado de implementar un sistema de transporte masivo que sea ágil y que corresponda a unos estándares eliminando el viejo sistema de la guerra del centavo. Bogotá ha avanzado en eso con el Transmilenio. Cuando este sistema arrancó, lo hizo con la idea de que la tarifa debería ser sostenible.
El usuario paga por los costos de operación y así se equilibra el sistema. Así arrancó. Pero por ahí en el 2009 se demostró que eso no existía y que la tarifa que pagaba un usuario era insuficiente para cubrir los costos de operación, y que había necesidad de que la ciudad pusiera el excedente. Finalmente se aprobó.
Ahora, en el gobierno de Bogotá Humana se comenzó a implementar el fondo de estabilización tarifaria, lo que significa que la ciudad pone plata para complementar el diferencial tarifario. La Contraloría sancionó a Gustavo Petro y a su secretario de Hacienda por haber implementado el fondo de estabilización. Ese fondo existe hoy pero para que lo entiendas: la brecha en el 2013 era de $100.000 millones y hoy supera el billón y medio.
En el sistema de transporte masivo hay necesidad de un subsidio para cubrir esta diferencia y este debe salir de los recursos públicos del Estado. No hay un solo país, salvo Colombia, que no tenga ese subsidio. La tarifa de usuario nunca es suficiente y no se puede poner cada vez más alta porque a más aumento, menos usuarios.