El director de Corpoamazonía señaló que el país ha tomado importantes medidas. Destaca los vastos territorios reconocidos a las comunidades indígenas en el bloque de constitucionalidad
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EL NUEVO SIGLO: En las últimos días hemos visto los incendios que se han registrados en zonas de la Amazonía de Brasil y Bolivia y que han generado alarma en el mundo. ¿En Colombia también se podrían presentar estas conflagraciones?
LUIS ALEXÁNDER MEJÍA: Yo pienso que Colombia ha hecho un esfuerzo pedagógico, legislativo y de reacomodamiento institucional para que esto no ocurra. Creo que en los últimos tiempos se ha valorado este ecosistema como una parte importante del país. Y eso se ha logrado también por el vínculo con otros países. Colombia ha realizado unas acciones muy fuertes en el sentido de reconocer territorialidad a las comunidades indígenas en el bloque de constitucionalidad. En la jurisdicción que maneja Corpoamazonía, de la superficie de 22.600.000 hectáreas, prácticamente la mitad, casi 10 millones de esas hectáreas, están en 139 resguardos indígenas de diferentes pueblos.
ENS: ¿Cómo está el país en materia de monitoreo de incendios? El presidente Duque recientemente anunció el establecimiento de un puesto de mando unificado para monitorear…
LAM: En nuestra región hay una práctica entrecomillas cultural que ha hecho carrera que es la tumba o la sorcala de los arboles grandes y la conflagración para obtener pastos. Esto ha ocurrido sobre todo en el Caquetá en repetidas oportunidades. Generalmente, son incendios provocados por las personas que quieren acaparar tierra y por eso el Ideam y el Instituto Simci tienen un sistema que nos permite en tiempo real mirar los focos de calor. Son muchos menos que los de Brasil, pero también coinciden con las épocas secas. En esta época la Amazonía presenta su veranillo, su verano del régimen biestacional. Esta temporada seca es aprovechada por las comunidades para establecer dichos potreros. En ese sentido, se ha avanzado en un tema de vigías ambientales que son los que denuncian y atienden focos de calor. Pero celebramos también con mucha satisfacción que esto haya sido escalado hacia el Sistema de Riesgo de Desastres y a través de la Ungrd, en cabeza de su director, lo elevaran a un tema de seguridad nacional.
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ENS: En los últimos años las cifras de deforestación han amentado y la región de la Amazonía es la más afectada. ¿A qué se debe esto?
LAM: La ruptura entre los Andes o la Alta Amazonía y la planicie amazónica fue realizada por el mismo Estado. En el año sesenta, setenta vimos dos informaciones un poco duales: la primera, reservamos para la economía forestal prácticamente 18 millones de hectáreas, toda la superficie de la Amazonía, pero luego se promovió por directriz estatal la colonización en el Caquetá y en el Putumayo.
Todas esas olas de colonización que eran una válvula de escape al conflicto que estaba viviendo la Colombia andina prácticamente desencadenaron en lo que hay hoy. La entrega de tierras en grandes bloques de proyectos colonizadores y créditos generaron esa ruptura irreversible. Se establecieron las ciudades, los pueblos, la infraestructura vial, la comunicación. Ese es el primer punto. Como segundo punto, el modelo de desarrollo privilegió los cultivos de arroz y maíz, quizá no tan pertinentes en un ecosistema amazónico, y desde ese entonces también la ganadería ha sido facilitada.
Luego vino el segundo boom que fue precisamente el proceso de paz. La salida de las Farc y la demora de cambio en la gobernanza del Estado en sus diferentes formas, las fuerzas militares, los servicios básicos, generó un fenómeno criminal llamado acaparamiento de tierras que consiste en que personas de una organización o de manera individual cooptan o compran a los campesinos para que talen y quemen gran cantidad de tierras sobre los baldíos con la esperanza de hacerse dueños posteriormente de esas tierras que son entrecomillas mejoradas con esa actividad. El acaparamiento de tierras como actividad criminal también está asociado a temas como el narcotráfico y la minería ilegal. Pienso que el motor principal de la deforestación es el proceso colonizador que no ha terminado, Caquetá sobre todo es una tierra en consolidación.
ENS: ¿Qué acciones se han implementado para frenar esta problemática?
LAM: Hace tres años Colombia suscribió el Acuerdo de París y estableció un compromiso para disminuir la deforestación y la emisión de gases de efecto invernadero. Esto dio sus frutos apenas en el año 2018. Llevábamos dos años de un castigo fuerte, de una desforestación que supera las 200.000 hectáreas. Tenemos tres municipios donde se han hecho acciones importantes. Por ejemplo, la acción que hizo el sector ambiental, a través de Parque Nacional, para tener en la región caqueteña prácticamente el 60% del mayor parque nacional, declarado así también por la Unesco. San Vicente del Caguán que tiene 30.000 hectáreas deforestadas dejó para perpetuar, a través de Chibiriquete, un área superior a las 600.000 hectáreas. Solano tiene prácticamente 2.300.000 hectáreas dentro ese parque. Y Cartagena del Chairá se acerca a las 60.000 hectáreas. Vemos que se han hecho acciones importantes.
La reducción del 10% de la forestación en el departamento del Caquetá se puede leer porque se ha hecho presencia de manera interinstitucional y también a través de la cooperación internacional. Recordemos que existe un programa llamado Visión Amazonía. Tenemos un programa con el Banco Mundial llamado Corazón de la Amazonia que está en los focos de desforestación y tenemos una foto real. El Ideam, a través del sistema de monitoreo de bosques y carbono, determinó con franqueza una línea de base de la deforestación. Por medio de las alertas tempranas nos dice dónde se presenta la desforestación. También los altos tribunales en acogimiento a demandas de ciudadanos profirieron la sentencia 4360 que nos conmina a muchas instituciones del estado, empezando por la Presidencia, a hacer acciones de tipo administrativo, sancionatorio. El Plan de Desarrollo creó un programa coercitivo llamado Artemisa. Estamos haciendo todo el esfuerzo. La lectura que hizo el Ideam nos dice que Colombia redujo en un 10% la deforestación, más de 7.000 hectáreas se dejaron de deforestar en este periodo. Esto nos alienta a todas las organizaciones del Estado a continuar con el control y la vigilancia, pero también a la promoción de actividades de desarrollo sostenible.
ENS: ¿Cómo ve los esfuerzos del Estado para hacer presencia en estos espacios dejados por las Farc?
LAM: Este proceso de dejación de armas permitió que territorios que eran inaccesibles y que estaban en buen estado de conservación fueran de una u otra manera invadidos a través de acaparamiento en áreas que coincidían con las de baldíos o de reserva forestal. Pero poco a poco se ha ido vinculando la institucionalidad y los programas que se están haciendo con los apoyos de cooperación internacional. Ha sido un poco demorado, pero creo que los resultados demuestran que el trabajo interinstitucional y de cara a las comunidades da resultado.