No hay cifras exactas de cuántas personas volverán hoy a las calles, pero es claro que si cada quien no toma conciencia de que está en juego la vida y salud propias y la de los otros, una crisis de grandes proporciones podría sobrevenir en pocas semanas
Colombia arranca hoy el que, sin duda, puede considerarse el reto a la disciplina social más importante de su historia. Tras casi dos meses de cuarentena general, este lunes está previsto que varios millones de trabajadores de los sectores de la industria, la manufactura y el comercio puedan reanudar labores.
Si bien es cierto que cada uno de esos sectores tiene cifras medianamente cercanas sobre la cantidad de personal que emplea en sus diferentes rubros y subsectores, a hoy es muy difícil cuantificar cuántos de esos trabajadores vuelven efectivamente a producir.
¿Por qué? Son cuatro las razones básicas. En primer lugar, que si bien desde hace quince días el Gobierno autorizó a una parte de la construcción y la manufactura a prender motores, los procesos de registro y autorización de los protocolos de bioseguridad para volver a reactivarse tienen un ritmo distinto en cada ciudad, puesto que son las alcaldías las encargadas de dar esa vía libre. Aunque muchas obras de construcción de edificios e infraestructura han entrado más rápido, a las fábricas les ha tomado más tiempo lograr ese visto bueno.
En segundo lugar, muchas empresas que pueden reanudar ya labores han preferido esperar a que termine la cuarentena, bajo la tesis de que mientras el comercio esté trabajando a media marcha, el consumo de los hogares se focalice en víveres de primera necesidad y muchos otros sectores económicos continúen parados, no tienen mercado para vender ni mover sus bienes, productos y servicios.
En tercer término, es evidente que la flexibilización del confinamiento llevará a que una parte importante de los trabajadores informales, vendedores ambulantes, personas que trabajan por hora-labor y quienes viven del llamado ‘rebusque’, salgan desde hoy a buscar ingresos. Si bien es cierto que muchos de esos oficios no están autorizados para abandonar la cuarentena, será muy complicado para las autoridades en medio de semejante maremagno de personas que hoy volverán a las calles, poder diferenciar quiénes son los infractores.
Y, por último pero no menos importante, se calcula que en el país hay más de 700 municipios que no han reportado oficialmente ningún caso de coronavirus. En estas poblaciones el Gobierno autorizó que los alcaldes, bajo los más estrictos protocolos sanitarios, puedan autorizar la reactivación de las actividades productivas que consideren necesarias. En algunas poblaciones ya desde el viernes pasado se tomaron decisiones al respecto en negocios de distinta índole, que van más allá de los esenciales que nunca han parado (servicios públicos, sanitarios y abastecimiento) o de los autorizados en el rubro de construcción, manufactura y ahora comercio.
Visto todo lo anterior se entiende que es muy complicado arriesgar una cifra sobre la cantidad de personas que hoy deberían retornar a las calles, al servicio público de transporte y a sus empleos de forma presencial. Y más difícil aún proyectar cuántas más aprovecharán las circunstancias para ‘colarse’ entre los reactivados. Y menos aún qué pasará en cada municipio de los 700 “No Covid”.
Las cifras de los distintos ministerios sugerirían que hoy deberían estar trabajando entre cuatro o seis millones de personas. En solo Bogotá, por ejemplo, la Alcaldía hablaba el viernes de que retornarían 2,3 millones de empleados más. Lo cierto es que sobre un universo de 50 millones, se podría calcular que el 20%, como mínimo, estará de nuevo en circulación, en un cálculo que, visto todo lo anterior, podría ser demasiado conservador.
Reto ciudadano
Con casi 11 mil contagios confirmados, es evidente que evolucionar de la cuarentena general al aislamiento social como principal arma para contener la curva epidemiológica del coronavirus es un paso muy arriesgado aunque necesario, bajo la premisa de que no se puede mantener a la mayoría de la población confinada en sus casas de forma indefinida. No hay fisco ni economía nacional, empresarial, familiar o personal que lo resista.
Es claro que los casos de contagio van a aumentar y no se descarta que a mediados o finales de junio, cuando se espera el pico de la pandemia, haya dos o tres veces más que hoy, de mantenerse la tendencia de la última semana. Lo importante, en todo caso, es que no se dispare la cantidad de decesos (hasta ayer iban 445 fallecimientos) ni que la cantidad de infectados que requiera hospitalización sature el sistema sanitario.
Para ello la clave está en que la ciudadanía entienda que la emergencia sanitaria continúa y viene la fase más crítica. No se puede negar que existe entre muchos colombianos la sensación, peligrosa a cual más, de que lo peor ya pasó. La cantidad de personas que se vio este fin de semana ya en las calles, en actitud festiva y despreocupada en medio del Día de la Madre, constituye un riesgo de salud pública de primer orden. Más aún la percepción de que tan solo con portar el tapabocas es suficiente para evitar ser contagiado. Alarma también que no se estén guardando las distancias entre persona y persona en sitios públicos, como que tampoco se estén generalizando los sistemas de desinfección de las superficies y objetos utilizados recurrentemente en espacios abiertos…
Así las cosas, el reto que a partir de hoy será más marcado para todos los colombianos, tanto los que seguirán en sus casas como los que podrán salir a las calles a retomar sus actividades, es uno solo: conciencia personal y activa del autocuidado, no solo en cuanto a que cada quien adopte como obligatorias y rutinarias las medidas de bioseguridad (tapabocas, lavarse las manos, gel antibacterial, distanciamiento social…), sino que se lo exija a quienes lo rodean y denuncie incumplimientos.
Es una prueba inédita a la responsabilidad social sanitaria. Una sola persona que no tome las precauciones higiénicas puede ser un vector de contagio en su sitio de trabajo, el transporte público, el círculo de interacción social y su propia familia. No se trata de cumplir las restricciones por el solo hecho de evitar un comparendo o una multa. Se trata de entender que cada quien es responsable de la vida y salud del otro… Si esa disciplina social sanitaria no se cumple, en pocas semanas se correría el riesgo de volver a la cuarentena general e incluso a una más drástica.