Una especie de ‘mea culpa’ hizo el arzobispo de Bogotá y cardenal primado de Colombia, Rubén Salazar Gómez, durante su intervención en el encuentro con los obispos del mundo e invitados especiales que realizó el Vaticano sobre el tema ‘La protección de menores en la Iglesia’.
El prelado presentó la ponencia ‘La Iglesia en un momento de crisis. Enfrentar los conflictos y tensiones y actuar decididamente’, con la cual el religioso pidió “no minimizar la crisis”, en referencia a las críticas que ha recibido la Iglesia Católica en todo el mundo por los abusos comedios por curas pederastas.
“Tenemos que reconocer que el enemigo está dentro” dijo el cardenal colombiano al referirse a que “los primeros enemigos están dentro de nosotros, entre los obispos y los sacerdotes y los consagrados que no hemos estado a la altura de nuestra vocación”.
Salazar Gómez dijo que hay que “superar la mentalidad clerical” cuando, para justificar los abusos, muchos religiosos sostienen que “en otras instituciones suceden abusos a mayor escala”.
“El hecho de que se presenten abusos en otras instituciones y grupos no justifica nunca la presencia de abusos en la Iglesia porque contradice la esencia misma de la comunidad eclesial y constituye una tergiversación monstruosa del ministerio sacerdotal que, por su propia naturaleza, debe buscar el bien de las almas como su supremo fin”, afirma la ponencia.
También dijo que no hay ninguna justificación “para no denunciar los abusos, para no desenmascarar, para no enfrentar con valor y contundencia cualquier abuso que se presente al interior de nuestra Iglesia”.
Igualmente, en su disertación, el Cardenal Primado agrega que “la Iglesia debe admitir que no supo, y aún hoy, en ocasiones no sabe afrontar con rapidez y decisión la crisis provocada por los abusos”.
Esta actitud, afirma, ha servido para “desproteger el rebaño negando la dimensión de las denuncias presentadas, no escuchando a las víctimas, ignorando el daño causado en los que sufren los abusos, trasladando a los acusados a otros sitios donde estos siguen abusando o tratando de llegar a compromisos monetarios para comprar el silencio”.
Mentalidad clerical
El prelado dice en su ponencia que al actuar de esta manera la Iglesia está manifestando su ‘mentalidad clerical’ al poner por encima del dolor de las víctimas a la institución eclesial “llegando, incluso, a la mentira o a tergiversar los hechos para no confesar la horrible realidad que se presenta”.
No obstante, reconoce que “no es fácil decir enérgicamente ‘no’ a cualquier forma de clericalismo”, pues explica que es una mentalidad que subyace en la forma como se concibe el ministerio de la Iglesia.
En esta primera jornada del encuentro, que se dedicó a ‘la responsabilidad de los obispos’, Salazar Gómez explica en su ponencia que “el clericalismo se ve reflejado en la tergiversación del sentido del ministerio convertido en medio para imponer la fuerza, para violar la conciencia y los cuerpos de los más débiles”.
Código de conducta
Aunque Salazar reconoce la labor de la jerarquía católica para superar esta crisis de credibilidad en la Iglesia Católica y el papel que han jugado los medios de comunicación para denunciar “esta vergonzosa situación”, dice que los obispos necesitan de un ‘Código de Conducta’ que muestre cómo debe ser el proceder del obispado.
“Su obligatoriedad será una garantía para que los obispos actúen al unísono y en la dirección correcta”, añade el religioso.
Frente al tema de la justicia, el arzobispo de Bogotá insiste en que “toda denuncia debe desencadenar los procedimientos indicados tanto en el derecho canónico como en el derecho civil de cada nación, según las líneas-guía marcadas por cada conferencia episcopal”.
Por último, el representante de la Iglesia colombiana dice que la primera obligación de los obispos es escuchar a las víctimas a las que “estamos obligados a ofrecerles todos los medios necesarios -espirituales, sicológicos, siquiátricos, sociales- para su recuperación”.