A finales de la semana pasada en la Comisión del Plan del Concejo de Bogotá comenzó a discutirse un proyecto de acuerdo que busca integrar los bosques urbanos a la dinámica de planeación y ordenamiento territorial de la ciudad, para que estos se vuelvan parte de una estrategia complementaria de conservación natural. La razón: la capital está en déficit de áreas verdes.
Este tema no es de poca monta y su incorporación en la agenda pública es cada vez más importante, tomando en cuenta que los efectos del deterioro ambiental y el cambio climático son más evidentes conforme pasa el tiempo, al punto de poner en peligro la vida misma del habitante urbano.
Es que, como bien hizo en referirlo el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), estos espacios verdes brindan a las ciudades servicios ambientales vitales para el desarrollo de la actividad humana tales como la absorción de rayos ultravioleta y resplandor, la reducción de la fuerza de los vientos y de las altas temperaturas, de las ondas de calor y también de contaminación acústica.
“Los bosques urbanos son fundamentales por su funcionamiento ecosistémico, porque en muchos casos son conectores entre cuerpos de agua y otros cuerpos que cumplen con funciones ecosistémicas al interior de la ciudad como los cerros orientales en algunos casos, y son importantes también porque ayudan a disminuir la temperatura en algunas islas de calor cuando hay una concentración muy amplia de edificaciones sin espacios verdes a su alrededor. Y también tienen una función contemplativa, previendo una mejor calidad de vida en términos paisajísticos, de sentido de pertenencia por la ciudad, e igualitaria”, le indicó a EL NUEVO SIGLO el urbanista y concejal de la Alianza Verde, Martín Rivera.
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Necesidad cartográfica
Ahora, para responderse a las preguntas de cuántos bosques urbanos tiene la ciudad y cuántos más se podrían delimitar en esa categoría, la capital tiene un problema: no hay una cartografía clara sobre qué suelos en Bogotá son de dicho uso. Por esta razón este proyecto de acuerdo incorpora un artículo que establece la necesidad de delimitar su tipología y por consiguiente su cantidad.
“Al no ser una tipología de suelo existente, no podría decir cuántos bosques urbanos hay en el Distrito. Es más, uno de los artículos establece que la Secretaría de Planeación, junto con la Secretaría de Ambiente y el Jardín Botánico, tendrán un plazo de seis meses para definir esta tipología en cuanto a sus características de área y de unidades de árboles, de qué tipo para poder decir qué es un bosque urbano, y con base a esa información ya poder determinar cuántos hay en Bogotá y en dónde”, añadió el concejal.
Si bien es cierto que varios expertos se han referido a la existencia de dos de estos espacios naturales en la capital, el bosque de San Carlos en el sur y el bosque de Bavaria en el suroccidente de la capital, el concejal Rivera aclaró que esas son interpretaciones netamente descriptivas y de ahí la necesidad de caracterización.
“Si hay un grupo de árboles en conjunto como es el caso del bosque San Carlos e incluso el de Bavaria, pues uno podría decir que hay un bosque ahí pero eso es una descripción no técnica porque no existe la tipología dentro de la descripción de los diferentes usos en la ciudad. Te lo pongo de la siguiente manera: si miras una fotografía aérea puedes decir que ahí hay un bosque pero, ¿qué es un bosque en términos de tipología urbana? Esa respuesta, al tener esa precisión técnica, el bosque San Carlos, el bosque de Santa Helena que en realidad es una reserva vial, e incluso los de Timiza y Bavaria (que tiene otras complejidades) ya lo serían formalmente. Pero en este momento es únicamente una descripción no técnicamente soportada”, finalizó Rivera.
Lo social
Punto aparte, es importante referir que los bosques urbanos también tienen el potencial clave de promover dinámicas de inclusión y de facilitar servicios sociales como la protección física de los peatones, la reducción de la criminalidad, la mejora de la salud pública y la interacción e integración social.
Eso, sumado al hecho de que aportan valor económico a través de la prolongación de la vida útil del pavimento y del patrimonio público, hacen que esta sea una prioridad en la agenda distrital de cualquier ciudad como Bogotá.
A este respecto, la autora de este proyecto, la concejal y presidenta del Concejo, María Fernanda Rojas, indicó que la intención de esta iniciativa, más allá del componente ambiental, es que cada habitante de la ciudad se apropie del territorio para que la gobernanza sobre el mismo sea cada vez más fuerte y tenga dinámicas de participación cada vez más influyentes en la agenda pública.
Y por eso es que este fue un proyecto ampliamente socializado con la comunidad, lo que ha incluido varias mesas de trabajo con la Administración Distrital para encontrar la viabilidad del mismo durante los últimos meses. De hecho, gracias a ese ejercicio de trabajo “logramos que este tema se incluya en el proyecto de Plan de Ordenamiento Territorial”.
“Hemos estado acompañando principalmente a la comunidad de Santa Helena en la localidad de Suba, quienes han soñado que 13 hectáreas de espacio verde se conviertan en el primer Bosque Urbano de Bogotá. En esta iniciativa también está el barrio la Esmeralda, San Carlos, Bavaria, Modelia, que han estado participando en los foros en los que he sido invitada y los que he realizado con mi equipo”, enfatizó la presidenta del Concejo, María Fernanda Rojas.
Por último, es importante referir que se le preguntó a las personas en dónde quieren que haya bosques urbanos ya que el POT va a traer una propuesta de distintos espacios de estos en la ciudad. Dentro de la socialización que se hizo en el marco del proyecto de acuerdo, la concejal Rojas indicó que la ciudadanía se ha referido a la necesidad de estas áreas en Arborizadora Alta, Santa Lucía, en Zona Franca, en el Parkway, en La Independencia, en el Bosque del Indio, en el de Diana Turbay, en el Parque Nacional, en el Canal Arzobispo, en el Simón Bolívar, en la Planta de tratamiento Salitre y en el Bosque Santa Helena, “que es en donde surgió esta iniciativa”, finalizó la cabildante.
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Un tema de subsistencia
Por último, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, más de la mitad de la población mundial vive ahora en ciudades, y para 2050 ese porcentaje alcanzará casi el 70%.
Aunque las ciudades ocupan solo el 3% de la superficie terrestre, consumen el 78% de la energía y emiten el 60% del dióxido de carbono. Se requiere la creación de reservas de suelo para áreas de aptitud forestal con el propósito de generar un esquema de ciudad basado en la conectividad ecosistémica y el mantenimiento de las relaciones ecológicas como estrategias principales para la mitigación del cambio climático.
Bajo esa perspectiva, los bosques urbanos tienen el potencial de prestar servicios ecosistémicos vitales en las tres grandes categorías agrupadas en la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (2005) realizado por las Naciones Unidas: provisión, regulación y culturales.
Esto se traduce en mejores condiciones para los humanos tales como salud física, psicosocial y cultural de los habitantes y la fauna silvestre a través de la protección de recursos genéticos, la regulación de temperaturas locales, la generación de nichos y hábitats, el almacenamiento de carbono, la contención de contaminantes del aire, de regulación de los ciclos de energía y agua, la protección de suelos naturales escasos, la mitigación de riesgos naturales, el refugio para fauna silvestre en época de sequía y un alto potencial de actividades de agricultura urbana y polinización.