A las 5:15 de la mañana del último domingo, en un exclusivo apartamento de la paradisiaca ciudad mexicana de Cancún, terminaron 18 años de actividad criminal de uno de los delincuentes más buscados por Colombia: Enrique Bautista Reatiga, alias ‘Poporro’, principal coordinador de tráfico de migrantes de Colombia hacia Estados Unidos, socio de los carteles ‘Jalisco Nueva Generación’ y ‘Tijuana’, dinamizador del microtráfico en el departamento de Santander y señalado autor intelectual de más de 15 homicidios, especialmente en Bucaramanga.
La ubicación y aprehensión de este objetivo de alto valor y su posterior expulsión a Colombia, donde esa misma noche, en el aeropuerto internacional El Dorado de Bogotá, se hizo efectiva la orden de captura en su contra, son el resultado de la ‘Operación Transnacional Éxodo’, liderada por la Policía Nacional, con el apoyo de las Fuerzas Especiales del Reino Unido, la Secretaría de Marina de México (SEMAR), la Fiscalía General del Estado de Quintana Roo y el Instituto Nacional de Migración de este país.
“El éxito de la ‘Operación Éxodo’ es el resultado de una fluida cooperación internacional contra el crimen organizado”, señaló el director general de la Policía Nacional de Colombia, general William René Salamanca Ramírez. Y agregó: “Hemos liberado a Santander de uno de los peores delincuentes, que enlutó a docenas de hogares, a cuyos dolientes hoy les podemos decir que esos crímenes no quedaron en la impunidad”.
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La operación comenzó a gestarse en marzo de 2023, cuando el Departamento de Policía Santander identificó a ‘Poporro’ como el ‘Otoniel’ de esa región, señalando así cómo este delincuente generaba un daño similar al ocasionado en todo el país por el máximo cabecilla del ‘Clan del Golfo’, quien purga una condena de 45 años de prisión en Estados Unidos.
‘Poporro’, oriundo de Santander, había iniciado sus actividades criminales en 2006, como miembro de un grupo armado organizado, pero dos años más tarde decidió crear su propia organización criminal, denominada ‘Los del Sur’, dedicada a actividades de microtráfico, extorsión y sicariato en los dos Santanderes.
Además, incursionó en el tráfico internacional de cocaína, como proveedor y socio de los carteles mexicanos de ‘Jalisco Nueva Generación’ y ‘Tijuana’.
Luego, en 2020, tras una guerra a muerte con alias ‘Pichi’ por el control territorial del tráfico de estupefacientes en Santander y Norte de Santander, que dejó más de 30 muertos, buscó refugio en Cancún, desde donde comenzó a liderar una red internacional de tráfico de migrantes que llegaban a Colombia provenientes de Venezuela, Perú, Chile, Ecuador y Panamá.
Los contactaba a través de una docena de cuentas de WhatsApp, a nombre de ‘Don Antonio’, desde donde les ofrecía trasladarlos hasta la frontera con Estados Unidos por precios que oscilaban entre los 5.000 y 8.000 dólares.
El periplo comenzaba en Bogotá, desde donde eran trasladados vía aérea al aeropuerto Internacional de Cancún y, posteriormente, llevados a varias ciudades de los estados de Quintana Roo y Yucatán en caletas de camiones, autobuses y carros de servicio público.
Las condiciones eran tan extremas que, durante el viaje, el cual duraba entre dos y tres días, tenían que soportar el hacinamiento de las caletas y temperaturas muy altas de día y heladas de noche, con pocas provisiones de comida y agua.
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En esas localidades permanecían entre tres y cuatro días, hasta completar un cupo limitado para continuar el viaje hacia Tijuana, donde eran distribuidos a zonas rurales, en viviendas adecuadas para albergar a grupos de 20 a 30 personas, donde las preparaban para el último tramo del viaje, a pie, en pleno desierto.
Como parte de pago obligaban a cada migrante a transportar paquetes de 4 a 20 kilos de cocaína o a ingerir entre 20 y 80 cápsulas del alcaloide.
Luego, en coordinación con coyotes al servicio de sus socios de la mafia mexicana, los migrantes iniciaban el paso fronterizo, realizando desplazamientos diurnos y nocturnos, vestidos con prendas camufladas, con el fin evadir los controles de las autoridades mexicanas y estadounidenses.
Una vez lograban cruzar la frontera, los delincuentes obligaban a los migrantes a grabar un video de agradecimiento a ‘Don Antonio’, como estrategia publicitaria para difundir en las redes sociales.
Hoy, además de responder por los delitos de concierto para delinquir, fabricación, tráfico y porte de armas de fuego o municiones, homicidio agravado, tentativa de homicidio agravado y tráfico, fabricación o porte de estupefacientes, el capturado tendrá que enfrentar un nuevo expediente por tráfico de migrantes