TODOS LOS cálculos del Banco de la República y el Gobierno en torno a la inflación con que podría cerrar este año coinciden en que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) podría terminar en un promedio de 9,6%.
De hecho, anoche el DANE dio a conocer los datos de la inflación de octubre que fue de 10,48%. No hay que olvidar que, corte a septiembre, el costo de vida había crecido de este año en 8,01%, en tanto que la inflación anualizada (últimos doce meses) se encontraba en 10,99%.
Sin embargo, los pronósticos oficiales y del Emisor podrían estrellarse con una dura realidad en este último bimestre por cuenta de algunos factores coyunturales que, es claro, golpean el bolsillo de los colombianos, reducirán el consumo y desacelerarán aún más al comercio y la industria en momentos en que, por el contrario, lo que urge desde distintos sectores son medidas y planes de choque para amortiguar la drástica caída del Producto Interno Bruto (PIB), que podría cerrar entre 1 y 1,5% a diciembre, muy lejos del 7,5% alcanzado en 2022 y el récord del 10,6% en 2021.
Más alzas de la gasolina
Tras la ‘tregua’ que se dio en octubre, cuando el Gobierno decidió no subir el precio del galón de gasolina, en gran parte para evitar un coletazo político y electoral negativo en los comicios regionales y locales (en los que de todas maneras la izquierda y el petrismo fueron los grandes derrotados), la semana pasada se reanudaron las alzas de este combustible.
De acuerdo al Ministerio de Energía, el galón se encareció en otros $600 a partir del sábado, quedando costando, en promedio, $14.564 pesos. No hay que olvidar que en enero de este año arrancó en $10.167, lo que significa que en diez meses ha subido $4.397.
Lo más complicado es que, según el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, tanto en diciembre como en enero próximo también sería necesario reajustar el precio de la gasolina, ya que la meta es que llegue a 16 mil pesos.
Como se sabe, el Gobierno sostiene que esta es la única vía para reducir el billonario déficit del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles, que si bien se ha reducido a partir de la escalada de alzas desde finales de 2022, todavía se sitúa en 20 billones de pesos.
Pero no solo es el tema de la gasolina el que golpearía al transporte y encarecería la canasta familiar. Se teme que los paros anunciados por camioneros por el anuncio del incremento en el precio del diésel (que hoy está en promedio de $9.065 y tiene una diferencia frente al precio real de $8.000) a partir del próximo año, genere también una presión inflacionaria al cierre de 2023.
No hay que olvidar que gran parte del transporte de carga se mueve con este combustible, cuyo subsidio a cargo del Estado es el que más peso dentro del déficit del Fondo de Estabilización, muy por encima de la gasolina. A precios actuales, se calcula el desfase en más de $16 billones, que es lo que el Gobierno quiere empezar a subsanar a partir del arranque de 2024.
Incremento en peajes
Otro factor que golpeará al sector transporte y, por ende, a los costos de la movilización de carga y pasajeros, y por esa vía al bolsillo de muchos colombianos, tiene que ver con la inminente alza en las tarifas de los peajes.
Como se recuerda, en enero pasado, en una medida que fue criticada por muchos sectores debido a su alto costo fiscal, el Gobierno decidió congelar las tarifas de peajes. Algunos cálculos señalan que esa determinación le podría estar costando a la Nación entre 12 y 18 billones de pesos a corto y mediano plazos.
Por lo mismo, desde agosto pasado los ministerios de Hacienda y Transporte anunciaron que antes de terminar el año se aplicarían las alzas respectivas.
Según la resolución del Ministerio de Transporte habrá un incremento gradual en las tarifas de los peajes, que comenzará el próximo 1 de diciembre. El aumento estaría basado en el porcentaje en el IPC de 2022, que fue del 13,12%.
De igual manera, un segundo aumento se registraría a partir del 16 de enero para aquellas concesiones y Asociaciones Público Privadas que fueron cobijadas por las medidas del Decreto 0050 de 2023. Aquí se aplicarían las alzas acorde con la inflación de 2023.
Nuevo impuesto
Otro elemento que desde el comienzo de noviembre ya empieza a presionar las expectativas inflacionarias es la entrada en vigencia del impuesto al consumo de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas, que fue aprobado en la reforma tributaria que el Congreso le tramitó al gobierno Petro en el segundo semestre del año pasado.
Aunque el Ministerio de Hacienda insiste en que solo impactará 21 de los 443 productos que hoy componen la canasta básica familiar, lo cierto es que desde ya está encareciendo en 10% artículos de consumo masivo como bebidas azucaradas, gaseosas, golosinas, galletas, productos de pastelería, salsas industrializadas, ‘comida chatarra’, embutidos y otros.
Es evidente que muchos de esos alimentos son altamente demandados por las personas de estratos medios y bajos que no tienen los recursos necesarios para financiar una alimentación más saludable.
No hay que olvidar que este impuesto se aplicará de manera gradual: un alza del 10% en este último bimestre, otra del 15% en 2024 y un 20% restante en 2025. Aunque el Gobierno insiste en que el recaudo no será muy cuantioso y que es más una medida dirigida a la sanidad nutricional y la disminución de enfermedades de alto costo, lo cierto es que habrá un golpe al bolsillo de las familias.
Coletazo del Niño
Otro de los factores que podrían estar dando al traste con la meta de que la inflación cierre este año alrededor del 9,6% (el 2002 culminó con un 13,12%) tiene que ver con las consecuencias que pueda tener el fenómeno climático de El Niño, cuya presencia en Colombia ya fue confirmada “oficialmente” en nuestro país el viernes pasado.
Dicho fenómeno, como se sabe, disminuirá de manera sustancial los promedios de lluvia en la actual temporada invernal y la que debe comenzar en marzo-abril. De forma paralela, habrá un aumento de las temperaturas que podría llevar a una sequía intensa en distintas zonas del país en los próximos seis meses.
Desde el sector energético se ha advertido de manera reiterada que este tipo de circunstancia climática podría impactar la eficiencia de la cadena de generación hidroeléctrica (que surte casi el 70% de la energía que se consume en el país), llevando a que el precio del kilovatio, que viene disparado en la Bolsa de Energía, se encarezca aún más y sea necesario trasladar ese sobreprecio a las tarifas que se cobran a los usuarios domiciliarios, comerciales e industriales.
Del mismo modo, ya varios gremios del sector agropecuario han advertido que si las lluvias caen drásticamente y la sequía es muy intensa, se podría afectar el rendimiento del normal ciclo de cosechas en el semestre venidero, lo que seguramente podría encarecer los precios de muchos alimentos y productos del campo y la agroindustria.
No hay que olvidar que la inflación en el rubro de alimentos ha sido la que más ha empujado el costo de vida en lo corrido de este año, aunque en los últimos meses empezó a ceder lenta pero sostenidamente.
Como se ve, si bien los pronósticos gubernamentales y del Banco de la República siguen confiando en que la inflación de final de año se pondrá por debajo del 10%, es evidente que los factores mencionados podrían dar al traste con esas proyecciones y avizorar un final de 2023 muy complicado para la mayoría de familias y el sector productivo en el país, sobre todo en momentos en que el Banco de la República, precisamente por el alto IPC, insiste en no disminuir sus tasas de interés de referencia (13,25%), restringiendo el consumo, la inversión y los negocios.