Serían niños el 15% de los migrantes que atraviesan las selvas del Darién, para pasar de Colombia a Panamá, generalmente en tránsito a Estados Unidos.
Así lo informó el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) al señalar que entre agosto y noviembre de este año 4.787 personas de 44 nacionalidades hicieron esa travesía (un promedio mensual de más de 1.000 personas) y que unos 1.078 de los migrantes sobrevivientes son niños, niñas y adolescentes, la mitad menores de cinco años.
La selva del Darién, una de las más peligrosas del mundo, es considerada uno de los trayectos más difíciles en el tránsito hacia Norteamérica.
Un informe de este órgano de la ONU reveló que el número de niños, niñas y adolescentes migrantes que cruzan por esta selva se multiplicó por seis en 2019 en comparación con el año anterior y que en el mismo periodo, ingresaron por el Darién 137 mujeres en avanzado estado de gestación.
“En 2017, solo el 1% de los migrantes era menor de 18 años, para el 2018 se elevó al 5% y para 2019 alcanza el 15,8%”, dijo la ONU en un comunicado.
Para 2020, Unicef proyecta un incremento “sostenido de la población infantil y adolescente que ingresa por flujo migratorio” a través del Darién, sobre todo familias haitianas con hijos e hijas con nacionalidad chilena y brasileña.
Según el Fondo, al llegar a la Estación de Recepción Migratoria de Peñitas, en Panamá, los niños presentan síntomas como diarrea, vómito, fiebre, tos, dolor de cabeza y enfermedades de piel. Las mujeres gestantes tienen riesgo de aborto e infecciones.
“Unos 50 niños no acompañados o separados de sus familias en el viaje fueron identificados por el Servicio Nacional de Fronteras del país. La ausencia de documentos de identidad, presunción de fallecimiento de los familiares en la selva, la barrera de idioma en el caso de los haitianos y la diversidad de edades -que fluctúan desde 6 meses a 17 años, están entre los principales retos que enfrentan las autoridades para asistir a esta población”, recalca el informe.
Diálogo presidencial
Panamá ha buscado aumentar el intercambio de información con México y Colombia para combatir la migración irregular y el narcotráfico.
De hecho el tema fue tratado por el presidente panameño Laurentino Cortizo en las visitas que hizo este año a sus homólogos Manuel López Obrador e Iván Duque.
"Son temas que no se pueden manejar desde un solo país, y hay que buscar la manera de unir fuerzas entre los países", dijo Cortizo.
Panamá atravesó durante el último año una crisis migratoria originada por miles de personas, incluidos niños y mujeres embarazadas, que cruzan la inhóspita selva del Darién.
Esta situación ha obligado a las autoridades panameñas a instalar centros de acogida, que han terminado desbordados por migrantes de África, Asia y el Caribe, a los que se les ha brindado ayuda humanitaria y se facilitado su traslado a la frontera con Costa Rica con el visto bueno de San José.
Para atender a los migrantes "se requieren recursos que no tenemos y los necesitamos para los panameños en temas de salud, educación y otros (...) Yo lo siento pero requerimos esos recursos para otra cosa", señaló Cortizo.
Por eso, las reuniones son "para ver cómo podemos tener una colaboración mucho más estrecha entre los países del área, para ir minimizando ese flujo de inmigrantes", añadió en octubre el gobernante panameño.
Un viaje peligroso
Según Unicef, hasta hace poco la mayoría de los migrantes que se atrevían a realizar a pie la peligrosa ruta del Darién eran hombres que se dirigían a México, Estados Unidos o Canadá. Ahora, cada vez hay más familias con niños y mujeres que huyen de la pobreza y los conflictos.
El Estado panameño en respuesta al incremento sostenido en mitad de año de la cantidad de migrantes, había avanzado en la construcción de un campamento temporal con capacidad estimada para 10.000 personas. Sin embargo, con el tránsito al nuevo Gobierno se determinó pausar la iniciativa, lo que ha causado el deterioro de las estructuras de alojamiento e higiene. Actualmente el campamento Lajas Blancas está deshabilitado y sin fecha estimada para su apertura, informó Unicef.
La organización de la ONU, con sus socios, instaló una planta de potabilización de agua para servir a población migrante en la Estación de Peñitas, y ha reactivado la red de distribución de agua que brinda servicio a la población local, pero las necesidades continúan.
Unicef aseguró que, por ejemplo, se necesita una mayor presencia civil y humanitaria en la comunidad indígena de Bajo Chiquito, donde la población permanece varios días antes de llegar por el río a Peñitas. Las Estaciones Migratorias de Darién y Chiriquí, también necesitan garantizar la sostenibilidad de sus servicios de salud y apoyo psicosocial.
Además, se ha identificado la necesidad de avanzar en mecanismos de coordinación operativa binacional entre Colombia y Panamá que permitan la emisión de alertas y preparar la respuesta humanitaria ante el riesgo de aumento súbito, con énfasis en niños, niñas, adolescentes y mujeres gestantes migrantes. En la misma línea, se requiere crear mecanismos para el envío de los casos que requieran servicios especiales de protección y salud a Costa Rica, en el marco del flujo controlado.
En su informe, Unicef aseguró que, mediante el monitoreo en el terreno, se seguirá analizando la evidencia sobre las causas de la movilidad humana que generaron el incremento de flujos de niños y adolescentes durante el año 2019.