El próximo martes 8 de noviembre se celebra el Día Internacional de las Víctimas de Accidentes de Tránsito. Esta fecha, para Colombia, representa todo un campanazo ya que el 2016 podría terminar siendo el de mayor cantidad de personas muertas o heridas por tragedias en las carreteras durante la década. En los primeros nueve meses se registraron casi 4.800 decesos por esta causa y de no producirse un cambio en la tendencia se podría llegar a superar, al término de diciembre, las casi 6.900 víctimas con que cerró el año pasado. Las estadísticas de varios ministerios, institutos y de entidades nacionales e internacionales coinciden en que la tasa de accidentalidad vial es de 14 muertes por cada 100.000 habitantes, a nivel nacional. Sin embargo, según lo denunciara días atrás el Ministro de Transporte durante un debate a esta problemática en el Senado, hay municipios en donde estos índices son sustancialmente superiores, como es el caso de Cimitarra, en Santander, en donde la tasa es de 64 decesos por la misma rata poblacional o el Espinal, en el Tolima, en donde el indicador llega a 40.
Todo esto ha llevado, de acuerdo a cifras reveladas por el Ministerio de Salud en un foro reciente sobre movilidad segura, a calcular que en el país cada 77 minutos fallece una persona en accidente de tránsito. Situación ésta que se ha convertido en una fuerte carga para el sistema hospitalario, como lo evidencia el hecho de que en el 2015 se hubiera atendido a más de 45.000 heridos en percances en las carreteras. De acuerdo con la misma entidad, la accidentalidad vial cuesta alrededor de 25 billones de pesos al año, lo que equivale al presupuesto del sector educativo para 2014 o a una y media veces el valor de la inversión para la primera línea del Metro de Bogotá. Otro dato más preocupante: en la década de 2005 a 2015, según el Observatorio Nacional de Seguridad Vial, más de 5.700 niños y adolescentes perdieron la vida en accidentes de tránsito. A ello se suma que, de acuerdo a Medicina Legal, los motociclistas siguen encabezando la lista de víctimas fatales en lo corrido de este año, con más de 2.500 fallecidos, seguidos por los peatones.
Como se ve no se está hablando aquí de un tema menor. Todo lo contrario, tanto desde el punto de vista de pérdida de vidas humanas y graves secuelas para los heridos, como desde el billonario costo que representa la accidentalidad vial, es urgente adoptar nuevos planes de contingencia para contrarrestar este flagelo. Por ejemplo, la Agencia Nacional de Seguridad Vial, cuyo arranque ha sido bastante lento, tiene que ser más dinámica y eficiente para poder cumplir la meta de reducir en un 8 por ciento las muertes por accidentes de tránsito al finalizar este cuatrienio y en un 26 por ciento en el 2021, lo que significaría evitar casi 2.000 víctimas fatales cada año. Dicho plan de contingencia, según el Ministerio de Transporte, no solo parte de que la citada Agencia sea más proactiva, sino de implementar campañas de pedagogía con conductores, motociclistas, peatones y ciclistas más eficaces. Así mismo, hay que asesorar a los departamentos y municipios para implementar estrategias de seguridad vial más integrales. También debe aumentar el trabajo interinstitucional para no dilapidar esfuerzos ni presupuestos en medidas aisladas o incluso contradictorias. Si bien es cierto que se han reducido las tragedias en las carreteras por cuenta de los conductores borrachos, en lo corrido del año se han impuesto más de 500.000 comparendos por distintas infracciones al Código de Tránsito. De igual manera es urgente clarificar toda la polémica alrededor de las fotomultas, que son objeto de un proyecto de ley regulatorio en el Congreso. No menos prioritario es hacer más exigente el otorgamiento de las licencias de conducción, puesto que las investigaciones alrededor de las causas de los accidentes en las carreteras coinciden en que gran parte de estos son producidos por exceso de velocidad, no respetar los semáforos, embriaguez, falta de experticia al volante, distracciones al conducir, así como fallas mecánicas de los automotores.
Hay, en consecuencia, mucho trabajo por delante. El incremento de la accidentalidad vial es un asunto muy preocupante y debe llevar al Estado en su conjunto a tomar medidas más drásticas para combatir el fenómeno. Este 8 de noviembre es una oportunidad más para reflexionar al respecto.