Decenas de miles de partidarios de Mohamed Mursi se manifestaban este viernes en Egipto para exigir el retorno del presidente islamista derrocado, un día después de una advertencia del ejército, que avisó que quien haga uso de la violencia durante las protestas "pondrá en peligro su vida".
Las manifestaciones convocadas por los Hermanos Musulmanes salieron desde 18 mezquitas de diferentes barrios de El Cairo y debían unirse en horas de la tarde en dos lugares que los islamistas ocupan desde hace cerca de tres semanas: la mezquita Raba Al Adawiya, en un suburbio del noroeste de la capital, y en los alrededores de la Universidad de El Cairo, en el barrio de Guiza, más cerca del centro.
En Raba Al Adawiya los asistentes enarbolaban pancartas en las que se podía leer "¿Qué se hizo con mi voto?", en referencia a la votación que llevó a Mursi al poder en junio de 2012, en la primera elección presidencial democrática en Egipto.
Esta jornada llamada "quebrar el golpe de Estado", en alusión a la destitución de Mursi por el ejército el 3 de julio, "quedará como una fecha importante en la historia del país", predecía Farid Ismail, un responsable de los Hermanos Musulmanes.
Manifestaciones islamistas tenían lugar igualmente en otras provincias, en Al Arish (norte de Sinaí), Masra Matruh (noroeste) Beni Suef y Minya (Egipto Medio), según la televisión pública.
Los adversarios de Mursi también programaron manifestaciones en la plaza Tahrir y cerca del palacio presidencial.
En los últimos días, la movilización de los detractores de Mursi, que alcanzaron su objetivo de derrocar al presidente, fue menos fuerte que la de los islamistas.
El presidente egipcio interino, Adli Mansur, aseguró el jueves que librará "hasta el final" la batalla por la seguridad.
"Estamos en un momento decisivo de la historia de Egipto, que algunos quieren llevar hacia lo desconocido", declaró Mansur quien prometió "preservar la revolución", en referencia a la revuelta que derrocó al predecesor de Mursi, Hosni Mubarak, en 2011.
Mansur, un juez de profesión que prestó juramento el 4 de julio, un día después de la destitución de Mursi por parte del ejército, tendió de nuevo la mano a los Hermanos Musulmanes, el movimiento del expresidente.
También prometió una "justicia transitoria", en un contexto en el que se multiplican los llamamientos a juzgar a Mursi, detenido por el ejército, y en el que hubo una oleada de detenciones de sus partidarios.
"La voluntad de justicia y de reconciliación concierne a todo el mundo", añadió Mansur quien ha puesto en marcha un plan de transición política y designado a un primer ministro, Hazem Beblawi, cuyo gobierno prestó juramento el sábado.
Los Hermanos Musulmanes rechazaron toda negociación con Mansur y afirmaron que mantendrán sus concentraciones en las que reclaman el regreso a la presidencia de Mursi, quien sigue detenido por el ejército.
Desde el 3 de julio, las manifestaciones de partidarios de Mursi desembocaron en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y han dejado más de un centenar de muertos.
"Las fuerzas armadas advierten contra los excesos en la expresión de las opiniones pacíficas y contra el uso de la violencia", indicó el jueves el ejército en un comunicado publicado en Facebook.
"Quien haga uso de la violencia durante las manifestaciones del viernes pondrá en peligro su vida", añadió.
Además de las manifestaciones, las autoridades se enfrentan a un importante deterioro de la seguridad en la Península del Sinaí, en el este del país, donde están implantados grupos islamistas radicales.
En el frente diplomático, el nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Nabil Fahmy, habló por teléfono con su homólogo estadounidense, John Kerry, sobre asuntos de Oriente Medio y sobre la situación interna egipcia.