Las brechas educativas en Colombia comienzan desde la escuela, pero sin duda se profundizan en el ingreso a la educación superior. Los jóvenes con menos recursos no pueden acceder a la universidad, inclusive a las estatales, porque en Colombia la mayoría de las universidades públicas solo ofrecen programas diurnos, una ironía en la educación de acceso universal que le cierra la entrada a los que necesitan trabajar para poder vivir y estudiar.
Durante la administración de Gina Parody surge una de las propuestas más arriesgadas, novedosas y de igual forma polémica de los últimos años, que consistió en crear un sistema de créditos condonables para los estudiantes como mejores resultados en las pruebas Saber y de menores ingresos según el Sisbén. La idea inicial, graduar en los próximos cinco años a 40.000 jóvenes en las mejores universidades del país, y así, dar un salto en el cierre de las brechas sociales y abrir una oportunidad para miles de familias colombianas con jóvenes talentosos que se perdían en la informalidad.
Lo que sorprende es que un programa que debió ser desde el inicio apoyado y reconocido por la sociedad, se convirtió en el centro de debate y de ataques por parte de reconocidos académicos, universidades públicas y de la población en general que desconoció el sentido y los beneficios del programa. Sin embargo, son más las mentiras que se esgrimen que las verdades. Por otra parte, ahora que el presidente Santos lo anunció como una Política Pública, los riesgos, los retos y las oportunidades deben debatirse. A continuación algunos mitos infundados y los retos que se deben enfrentar.
Mitos
- Ser Pilo Paga desfinancia a la Universidad Pública
Ha sido el gran distractor con que se ha querido debilitar el programa, al cual se le ha responsabilizado de la crisis de la educación pública. No hay mentira mayor que esa, el presupuesto de las universidades públicas es de 8 billones de pesos. La crisis no se resuelve eliminando el programa. Es una forma de desprestigiar un proyecto y de que fracase por intereses políticos. Si SPP no existiera ¿la infraestructura de la Universidad Nacional estaría en perfectas condiciones?, seguramente no. El mantenimiento de los edificios depende de la autonomía financiera de las universidades, que es tema sensible y en algunos casos está relacionado con el desvío de los recursos.
- Las beneficiadas son las universidades privadas
Es otro gran error visto más desde el arribismo que del análisis del programa. Los grandes beneficiados son miles de colombianos con cualidades académicas excepcionales que en otra situación no podrían acceder a la educación superior, ni siquiera en una universidad pública. Son sus familias, muchas que tendrán al primer profesional, en un entorno que les permitirá escalar económicamente y sobre todo que el país aproveche la cualificación de esos talentosos jóvenes en el crecimiento económico del país.
- No tiene impacto para la calidad de la educación
Experiencias en Australia, Corea del Sur, Tailandia, Sudáfrica entre otros países aplicadas desde 1990 han demostrado que si el gobierno ayuda con la financiación de la educación a los jóvenes de escasos recursos que tiene altas capacidades académicas, pueden jalonar el desarrollo económico del país, cerrar las brechas entre los grandes centro urbanos y las regiones, favorecer el crecimiento económico de regiones apartadas y mejorar la productividad en áreas con la investigación y los avances tecnológicos entre otras áreas del conocimiento.
Retos
- Garantizar los recursos para la continuidad
Como política pública se entiende el intercambio complejo entre actores políticos a lo largo del tiempo, es decir, ya no es una tarea exclusiva del Ministerio de Educación. El Ministerio de Hacienda debe desarrollar una estrategia de financiamiento que permita la sostenibilidad del programa por años. No puede ser que los jóvenes cada semestre estén esperando la llegada de los recursos y por otra parte que cada semestre se mantenga la incertidumbre sobre la continuidad del programa. Como política pública debe estar concebida su continuidad y hasta pensar en el futuro en que los egresados beneficiarios aporten un pequeño porcentaje de su salario para que otros jóvenes tengan las oportunidades de ellos.
- Ser más exigentes con la acreditación universitaria
Algo fundamental es que los beneficiarios estudien en las mejores universidades del país, públicas y privadas. Por eso, es clave que sean las acreditadas de alta calidad la única opción. Sin embargo, hoy en día las universidades públicas con larga trayectoria académica han mostrado poco interés en acreditarse y otras privadas de dudosa reputación hacen lobby por lograr la acreditación y así recibir a los “pilos y sus matrículas”. Por lo tanto, es responsabilidad del Ministerio de Educación ser más exigente con las acreditaciones y evitar que unos documentos sin soporte en equipos de investigación, calidad docente o infraestructura adecuada lleguen a ser aprobados.
- Comenzar a trabajar en la empleabilidad de los primeros egresados
La primera corte de “pilos” va en quinto semestre, el gobierno debe ir ya estructurando un área que conecte a esos próximos profesionales con las empresas y el sistema laboral. Que sean opción prioritaria en contratación y reciban buenos salarios. La tarea debe tener un responsable directo, bien sea el Icetex, el MEN, el Ministerio de Trabajo o una entidad especializada en los temas de empleabilidad.
- Repensar las formas de ingreso de las universidades públicas
Mientras el Icfes entrega los resultados de las pruebas y se cruzan con la información del Sisbén muchas universidades públicas cierran los exámenes de ingreso o procesos de aceptación. Es importante que se conecten con el programa para que muchos “pilos” tengan en sus primeras opciones a La Nacional, Antioquia, Distrital, Pedagógica, UIS, Caldas y otras universidades acreditadas más las que se acreditarán en los próximos años. El año pasado algunos pilos manifestaron que tenían la intención de estudiar en una universidad pública, pero cuando se enteraron que eran beneficiarios, ya habían cerrado las inscripciones.
- Evitar que se politice
Algo muy valioso que ha tenido el programa es que ha llegado a los mejores sin cuotas políticas, sin la mano de senadores, sin favores. Al convertirse en Política Pública deberá pasar por el Congreso y se corre el riesgo que pierda el sentido. A algunos detractores les molesta no tener a los beneficiarios como parte de un botín electoral y hay que defenderlo de eso. Un programa de tal envergadura debe mantenerse limpio de esos intereses. Por otra parte, es tarea del gobierno depurar la información del Sisbén, pues la corrupción que se ha evidenciado en el programa de salud, puede perjudicar a los que realmente necesitan el crédito condonable.
- Comprometer a las regiones
Para la sostenibilidad y el éxito de la política pública la tarea no es exclusiva del gobierno central, las entidades territoriales, las gobernaciones, alcaldías y las secretarías de educación deben trabajar en sinergia para tener alternativas de formación y empleabilidad a los beneficiarios del programa.
Oportunidades
- Mejorar la cualificación de los colombianos
Una generación de “pilos” empleados, que aporten a la economía del país traerá mejoras sustanciales ya expresadas. Colombia no puede perder esta oportunidad con debates vacíos, sin sustento teórico. Hasta los detractores deben ser propositivos, para que el programa mejore deficiencias, no caiga en los riesgos planteados y tenga los logros esperados.
- Favorecer la calidad de las universidades públicas
Los directivos de las universidades públicas deben saber cuánto le cuesta un estudiante al sistema, para así recibir esas matrículas netas y poder reinvertirlas en calidad reflejada en investigación, publicaciones, mejora de infraestructura y acreditación. Mientras más “pilos” estudien en las universidades públicas la percepción del programa mejorará y los recursos llegarán para aportar en la calidad académica.
- Convertirse en una política replicable de largo alcance
El gobierno de Santos lanzó una premisa casi imposible de cumplir. Ser la nación más educada de la región en 2025. El tiempo es corto, quedan solo ocho años y las políticas educativas avanzan a paso lento, sin embargo, Ser Pilo Paga es una de las alternativas para mejorar la calidad y sobre todo para tener un mayor número de profesionales cualificados. La tarea no se puede dejar a medias, hay que continuar, fortalecerla, mejorarla, garantizar los recursos y su transparencia.
El programa ya está evidenciando resultados significativos, un estudio realizado por el DNP y que se publicó en febrero de 2017, evidenció que gracias a Ser Pilo Paga se aumentó el ingreso a instituciones de educación superior en los dos últimos años en 46.1 puntos porcentuales. Los beneficiarios del programa presentan menores tasas de deserción y el estudio también demuestra algo que se ha querido desvirtuar. La mayoría de los jóvenes beneficiarios están motivados, han sido bien recibidos en las universidades, aunque en la mayoría de los casos sus vínculos más cercanos son con otros beneficiarios del programa. Por otra parte, el estudio demuestra que los jóvenes que no lograron ser beneficiarios y obtuvieron buenos resultados en las pruebas Saber se muestran más frustrados, la mayoría estudia en el Sena, los que laboran están mal remunerados y consideran que no van a acceder a la educación superior en los próximos años. Una tarea más en la que los gobiernos locales y el nacional deben pensar.
Colombia tiene con Ser Pilo Paga una oportunidad única, años atrás era solo Ecopetrol quien daba becas a los 33 mejores Icfes del país, o algunas fundaciones becaban a cinco o diez estudiantes llevándose enormes réditos sin realizar un aporte de impacto en la educación. En los próximos años podrán ser 40.000 los beneficiarios y si se mantiene la política de forma constante, podremos pensar en un país mejor formado, más cualificado y por ende menos desigual.
* Geógrafo, magíster en Estudios Políticos. Profesor universitario. Autor y editor de libros y de revistas especializadas en educación.