Millos perdió con Paranaense pero no desentonó | El Nuevo Siglo
Foto Agence France Press
Miércoles, 1 de Febrero de 2017
Redacción Web

Abierta quedó la posibilidad para que Millonarios avance en la Copa Libertadores de América, a pesar de su derrota anoche 1-0, a domicilio, frente al Atlético Paranaense en el Arena da Baixada de Curitiba (Brasil).

Los celestes, aunque en el fútbol no existe el factor suerte, sí merecieron un resultado diferente por lo que hicieron a lo largo de los 90 minutos, dejando una grata impresión en general, aunque quedó la sensación de que le falta un hombre ‘diferente’ en el sector medular, que sepa qué hacer con el balón y marcar los ritmos de juego.

El único gol del partido llegó al minuto 53, tras una falta del zaguero Pedro Franco en el área que fue transformada por Grafite en gol, pero los celestes tuvieron la oportunidad de igualar, solo que el palo se la negó. Ahora les queda la posibilidad de intentar remontar en el juego de vuelta la próxima semana en Bogotá.

El partido, como se esperaba, resultó con poco juego, muchos nervios y ocasiones escasas, porque los equipos apenas están saliendo de la pretemporada y tomando ritmo de competencia.

Jugarse la vida en una competición cuando apenas arranca la temporada no es algo sencillo. Pesan las piernas, la tensión y la falta de juego, sobre todo para el equipo que carga con la presión del favorito. Así se vio desde el inicio a un Atlético Paranaense agobiado, al que el técnico de Millonarios, el argentino Miguel Ángel Russo, había lanzado hábilmente la responsabilidad del juego antes del encuentro.

Campeón de la Libertadores hace diez años con Boca Juniors, Russo había liberado de la presión a sus jugadores subrayando que su plantel era todavía joven e inexperto en estas noches continentales. La estrategia surtió efecto y, desde el inicio, los colombianos mostraron que serían un incómodo adversario con todo por ganar.

Bloqueado y sin creatividad en el centro, cualquier proposición del Parananese se veía truncada por un rival que supo hacer lo suyo, pero presionaba y nunca sufrió en exceso. 

Hubo que esperar hasta el minuto 25 para que el partido diera señales de vida cuando tras un saque de falta de Felipe Gedoz que cruzó el área, el balón cayó a los pies de Paulo André. El zaguero quiso articular un lanzamiento de volea, pero acabó perdiendo el control y la que hasta el momento había sido la mejor ocasión de su equipo.

Parecía entonces que el Furacao -que el año pasado consiguió la última plaza brasileña para la Libertadores- iba a despertar de su nebulosa post-vacacional, pero las luces se le apagaron de nuevo tras un lanzamiento de Crysan, que fue el único en asustar a la defensa colombiana.

Ante la parálisis de un juego constantemente trabado en el centro del campo, y donde llovían las amarillas (10 en todo el partido), Millonarios lo intentó a balón parado, pero no encontró la fortuna ni la contundencia para adueñarse de un encuentro que buscaba un amo desesperadamente.

La vuelta del descanso tampoco apuntaba mejoría hasta que el brasileño Pablo, uno de los mejores del encuentro, fue derribado en el área por Pedro Franco. El juez no dudó y pitó un penal que puede valer una eliminatoria y que acabó convirtiendo el veterano Grafite con un remate raso.

Como quien se quita un gran peso de encima, la Arena da Baixada saltó de alegría junto a unos jugadores aliviados, a los que todavía quedaba margen para cerrar la llave y asegurarse un viaje tranquilo a Bogotá.

Pero Millonarios no pensaba rendirse tan pronto, y reforzado con la entrada de David Silva apretó a un Paranaense que, pese a la ventaja, seguía sin ser el dueño del partido, y mucho menos de la eliminatoria.

Como aviso de que todavía queda todo por decidir, Silva le cortó la respiración al Furacao con un chutazo que se estrelló contra el palo derecho de Weverton y, por centímetros, no puso el empate.

Tras merodear de nuevo el arco local, el volante acabó siendo sustituido prematuramente por molestias físicas.

La eliminatoria se resolverá, sin embargo, el próximo miércoles en el estadio El Campín de la capital colombiana.

De allí saldrá el equipo clasificado para la tercera fase -la última ronda eliminatoria antes de la fase de grupos- donde le esperará el vencedor de la llave entre el Deportivo Capiatá de Paraguay y el Universitario de Deportes peruano.