La misma película que los hinchas de Millonarios habían visto quince días atrás ocurrió en la noche sabatina con el empate 1-1 entre los albiazules y Deportivo Pasto que ahondó la crisis tanto institucional como deportiva de los dirigidos por Juan Manuel Lillo y causó gran inconformidad en los poco más de 7.500 asistentes al recinto de la 57.
Y justo como ante Boyacá Chicó, las cosas se iniciaron de manera ilusionante con un equipo local ganoso y buscando el arco rival, tanto que al minuto 6 el llamado a ser el nuevo goleador Fernando Uribe, que se estrenaba en la titular, tuvo un gran gesto técnico para vencer al golero rival, el uruguayo Juan Castillo, y de primera intención definir ante pase de Agudelo. Fue un comienzo muy prometedor, pero en eso se quedaría durante los 84 minutos restantes.
Al minuto 19 una vez más Uribe, quedó solo frente a Castillo y no atinó a definir de manera apropiada, lo que permitió que Castillo rechazara con los pies. Millonarios dominaba las acciones pero no era incisivo, y a medida que pasaban los minutos, varios jugadores evidenciaban una falta de actitud y de compromiso que causaba ira en varios de los aficionados.
El visitante, también con un rendimiento discreto en la liga, montó un dispositivo ultradefensivo con tres defensas y cinco volantes en línea, todos más dedicados al contragolpe y a esperar qué proponía Millonarios. De todos modos, y tras dos tímidas incursiones ofensivas de Millonarios -un remate de fuera del área de Juan Esteban Ortiz y una jugada de Mayer Candelo por el costado derecho que no fructificó-, el Pasto tuvo su momento en el partido, generado en parte por las malas entregas de los locales que terminaban en contragolpes de los dirigidos por Wilson Gutiérrez.
Precisamente en uno de esos ataques llegó el gol del Pasto, tras balón largo que cayó al área por el costado izquierdo y aprovechó el uruguayo Silvio Bosco Frontán para embocar de cabeza al palo izquierdo del arco defendido por Nelson Ramos. Era la vuelta al inicio pero con un Millonarios cada vez más apático y entregado y un Pasto que se sentía cómodo con el partido y el resultado.
Y cuando los azules quisieron proponer fútbol, lo hicieron en medio del desorden. Al minuto 39 llegó un cabezazo de Uribe que salió desviado, seguido de un remate de larga distancia de Román Torres, quien cada vez pasa más tiempo subiéndose a ser delantero ante la incapacidad de los que regularmente ocupan ese puesto. Castillo dio rebote en el disparo del panameño, pero Jonathan Agudelo no pudo llegar a tiempo a la definición.
Cuando un equipo está en una crisis como la de Millonarios, incluso las decisiones arbitrales suelen salirle mal, pues al minuto 41 hubo un empujón claro sobre Uribe que el juez central Urrutia no señaló.
La segunda mitad fue peor en fútbol y en actitud, especialmente por parte del local, que la primera. Pasto cambió su esquema a un 4-4-1-1 y se dedicó enteramente a defenderse, aunque la siempre porosa defensa de Millonarios le dejaba una que otra opción para intentar vencer a Ramos.
Para colmo de males, el árbitro se siguió equivocando, pues al minuto 56 no vio una agresión sin balón Agudelo, quien dos minutos más tarde tuvo una opción solo frente a Castillo, pero se apresuró en rematar sin dejarla caer y falló. Millonarios terminó el partido atacando a la desesperada y fallando más opciones, pero jugando como por salir del paso. Los hinchas lanzaban toda clase de improperios y solo la entrega de Román Torres, por más desobediencia táctica que tuviera, se salvó de la rabia de las tribunas.
Como dejando testimonio de las pocas herramientas que los directivos le dieron, el español Lillo solo hizo un cambio en el partido, ingresando a Álex Díaz por Luis Mosquera en el minuto 63. Preocupante, pues ya el jueves asoma el compromiso de la Copa Suramericana contra el César Vallejo del Perú.
En la rueda de prensa, Lillo prefirió ser generoso con sus dirigidos: “Cada partido hay que analizarlo por separado. El portero de Pasto fue el mejor. Millonarios pateó de todos lados, fallamos en la definición", dijo.