De antemano se sabía que en El Campín habría goles y que la semifinal de la Liga Águila entre Millonarios y Cali sería vibrante, como en efecto ocurrió.
Y no era difícil adivinar porque los dos equipos son los más efectivos del torneo, pero también tienen deficiencias defensivas, como lo confirmaron anoche en un partido que resultó bien jugado y muy entretenido para los aficionados que acudieron al escenario de la calle 57.
Los azules no son amigos de amontonarse en defensa. No. Les gusta es salir a proponer, a atacar, a resolver y anoche no fue la excepción. Desde el inicio del cotejo, los dirigidos por Ricardo Lunari mostraron su intención de querer resolver y marcar diferencia, pero tropezaron con un rival que, de la misma manera, llegó decidido a sacar un resultado positivo y se valió de la velocidad de sus jugadores para oponer resistencia.
Las idas y venidas y los campanazos de alerta duraron 27 minutos cuando una pena máxima a Fernando Uribe, fue transformada por el mismo afectado en gol.
La dicha, sin embargo no duró más de dos minutos porque el visitante confirmó que no se le pueden dar espacios, que sus delanteros son muy rápidos y Murillo, quien inició la jugada y la concluyó, sacando provecho de la lentitud de la pareja de centrales locales, señaló el 1-0.
El resto del primer tiempo se fue en un dominio que no logro traducir Millonarios en goles y un Cali replegado ante la pérdida de uno de sus defensas por expulsión en la pena máxima, pero sin renunciar al contragolpe.
Y la segunda mitad inició con la misma tónica: los celestes con el control del balón, merodeando el área azucarera, poniendo en aprietos al golero Hernández y la Amenaza Verde, replegada pero sin renunciar al ataque.
Justo en un error en la salida de los Embajadores un jugador de la “casa”, Andrés Pérez aprovechó y marcó un señor golazo, con un potente remate, lejos del alcance del golero Vikonis, cuando transcurría el minuto 56.
De inmediato el técnico Lunari reaccionó e hizo dos variantes que son bien conocidas, repetidas: Mayer Candelo y Núnez al campo y salida de Insúa y Tello. La diferencia se notó porque los dos le dieron otra dimensión al equipo, lo hicieron más profundo y en una incursión del delantero argentino por derecha nació el gol del empate.
Núñez tiró el centro y Uribe cabeceó para el 2-2, pero quedaba la sensación de que el resultado final no sería ese.
Cali tomó medidas preventivas, los cambios fueron para reforzar el mediocampo y dejó solo un hombre en punta, que por momentos puso en aprietos a la zaga azul, mientras que el local se hizo al control del útil, lanzó los laterales al ataque y buscó con insistencia el gol que le diera la ventaja.
Uribe lo tuvo, Mosquera lo tuvo, Silva lo intentó, Robayo lo buscó, pero siempre apareció el golero Hernández para decir no o, simplemente el remate se fue desviado.
Pero cuando los partidos se complican, el rival se enconcha y el correr del tiempo desespera, se necesita de la experiencia y el talento y ahí apareció Candelo quien amagó, eludió y sacó un remate que el portero solo atinó a mirar por dónde se le iba al fondo de la red, por todo el ángulo.
Un 3-2 que le da la ventaja a Millonarios pero que no es prenda de garantía para el partido de vuelta en el que se tendrán que tomar medidas para evitar los yerros defensivos y alcanzar la anhelada final e ir a buscar la estrella 15.
Gran partido, con un rival que jugó de tú a tú a pesar de jugar con un hombre de menso durante buena parte del cotejo y un festejo azul más que merecido porque trabajó para ganar y lo consiguió.