Como una mezquindad fríamente calculada calificamos la arbitrariedad cometida por la compañía Liberty Seguros con los asegurados de la tercera edad, a quienes dejaron al amparo de la misericordia divina. Los abusos los narró a La Barca Felipe Arango Congote, hijo de una pareja de ancianos damnificados, sus padres: Alberto Arango Gómez, de 83 años y Margoth Congote, de 76.
Póliza. Desde 1988 (cuando él tenía 59 años y ella 52), adquieren una póliza de seguro de salud con Skandia. Skandia es adquirida por Liberty Seguros; se sigue pagando el seguro a Liberty, con los siguientes valores de prima anual, con aumentos de un millón: 2011-2012: $17.390.000, 2010-2011: $16.282.000, 2009-2010: $14.383.000, 2008-2009: $13.019.000, 2007-2008: $11.920.000, 2006-2007: $10.926.000. Pero llegó lo inesperado.
Circular. El 29 de enero último llega comunicación de Liberty Seguros diciendo que para la renovación del seguro período 2012-2013, cuyo vencimiento es el 11 de marzo (domingo) la prima ahora tiene un valor de $33.673.977, lo que significa que, frente al valor de la última prima, si sus padres quieren seguir asegurados, deben pagar un incremento de 94%.
Liliana Rueda, gerente de Liberty en Bogotá que expidió la póliza, informa telefónicamente que desafortunadamente no hay ningún error, que la matriz de Liberty en Boston adoptó la decisión de hacer estos incrementos por “razones técnicas”, pues los valores de las primas no estaban dando para cubrir los siniestros y que la única solución es incrementar las primas en esas magnitudes.
¿Defensor? Alejandro Pérez Hamilton, Defensor del Consumidor Financiero de Liberty, manifiesta telefónicamente lo mismo, que “es por razones técnicas”. Y le añade que “si quiere, puede enviarme una comunicación manifestando su queja, pero la respuesta va a ser la misma: ‘razones técnicas’”.
Indiferencia. El denunciante precisa: “Desconozco las ‘razones técnicas’ que aduce Liberty para hacer este brutal incremento. Y plantea que esta es una muestra de hasta dónde llega la indiferencia humana. ¿Acaso pretenden que mis padres dejen de pagar para, luego de 24 años de estar pagando cumplidamente los valores de las primas, salir del problema, justo cuando están en edades donde seguramente más atención médica van a necesitar? Anotemos que el monto de reclamaciones en 24 años ha sido nulo”.
Interrogantes. Agrega: ¿Quién va a asegurar ahora a mis padres con algún seguro médico a sus edades actuales? ¿Las “razones técnicas” serán tan poderosas como para justificar un incremento en un solo año del 94%? ¿Solo ahora se dieron cuenta de que tenían un hueco en sus finanzas, que deben cubrir los asegurados más viejos? ¿O será que acá hay algo extraño y se inventaron un mecanismo para eludir responsabilidades?
Alternativas. Finalmente expresa: ¿Perderemos tiempo acudiendo a la Superfinanciera, para que nos responda lo mismo que el defensor del consumidor financiero? ¿Nos tocará rezar para que nuestros padres no se enfermen gravemente porque en Boston tuvieron que cuadrar sus finanzas a costa de la vejez de mis padres? Según la señora Liliana Rueda, mis padres no han sido los únicos mensos afectados. Entonces, debe haber decenas de casos de similares características”.