Errar una pena máxima definitiva, no brillar en la medida en que los aficionados lo esperan o acumular cuatro finales sin conquistar un título con la selección de Argentina, no le quita el rótulo de mejor jugador del mundo a Lionel Andrés Messi.
Su talento, clase, capacidad para encarar, saltarse de la marca, claridad para hacer pases y remate a puerta que lo han llevado a ganar cinco balones de oro y eso no se puede echar por la borda simplemente por una frustración.
La derrota, en el cobro desde los 12 pasos, ante Chile, llevó al rey del fútbol mundial en la actualidad a abdicar, justo en el momento en que cumplió 29 años y cuando le quedan cuatro o cinco para romper el hechizo, bien sea en el Mundial de Rusia 2018 o en la próxima Copa América.
Esa imagen de un Messi abatido, derrotado, entregado, que por fin dio rienda suelta a sus sentimientos y después de estar en el banco sentado por unos minutos, con la mirada perdida en el horizonte, lloró junto a sus compañeros que lo rodearon, permanecerá en la memoria de los aficionados por siempre.
No es la Pulga un hombre de lágrimas. No. Siempre había lucido inquebrantable a la luz del mundo del balón, pero demostró que es un terrestre como todos, que sufre con las derrotas y por ello es entendible que haya decidido renunciar a la selección Albiceleste.
Y más cuando parecía que esta vez sí iba a liderar a Argentina, a cortar una racha de 23 años sin títulos y tres finales en solo dos años, tras las finales del Mundial de Brasil-2014 y la Copa América de Chile-2015.
No es lo mismo ver a un Messi inspirado en el Barcelona, rodeado de jugadores que lo alientan a cada instante a dar lo mejor de sí, que observarlo con la selección de su país.
Pueda ser que quienes hoy lo critican porque erró el cobro desde los 12 pasos o, que aplauden su decisión de renunciar a la Albiceleste, mañana lo extrañen. Y de seguro que lo harán porque está demostrado que una cosa es el representativo gaucho con la Pulga y otra sin el 10.
Todas las miradas recaen sobre Messi. Y es natural. Es el mejor jugador del mundo. Sin embargo, al hacer un balance individual, es claro que Argentina depende de Lio y que si él no funciona, los gauchos naufragan.
Chile supo anularlo con marca escalonada, con gavilla y cuando fue necesario, a punta de patadas y a no ser por Ever Banega, ningún otro hombre apareció para decir acá estoy yo para resolver el problema que nos está causando Chile.
La decisión de Messi aumenta esos problemas para el técnico de turno, bien sea Martino o quien lo sustituya si se llega a ese extremo, para lo que viene en las eliminatorias para el mundial de Rusia.
Pero es claro que no solo pierde la selección argentina, sino que pierde el fútbol, el espectáculo y el interés por ver a los gauchos a donde vayan.
Líder de su selección y del Barcelona, ganador implacable de todo título posible con su club español (8 ligas, 4 Copas del Rey, 4 Champions League de Europa, tres mundiales de Clubes), Messi llegó a Estados Unidos para sacarse la profunda espina que tiene clavada con la mayor albiceleste.
Campeón Mundial Sub-20 en Holanda-2005, medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín-2008, Messi necesitaba que esta revancha con Chile, verdugo en la final de la Copa América del año pasado, fuera la vencida.
Pero la suerte le volvió a dar la espalda y Messi vio con llantos en los ojos cómo Chile nuevamente le quitaba el anhelado título con la albiceleste.
“Ya está, se terminó para mí la selección argentina”, dijo Messi desilusionado tras la derrota ante la Roja.
“Es un momento duro para mí y para todo el equipo, es muy difícil para mí seguir así, por todo, ya está, se terminó para mí la selección argentina”, confesó la Pulga.
Lejos quedó el récord de máximo anotador de la historia de la selección argentina logrado el martes en semifinales contra Estados Unidos, cuando con un soberbio tiro libre batió al portero Brad Guzan y anotó su tanto 55, uno más que el legendario Gabriel Batistuta.
La final perdida en esta Copa América arruina el reciente nuevo doblete Liga-Copa del Rey con el Barcelona y lo aleja de un sexto Balón de Oro de la FIFA, actualmente en sus manos por lo hecho en 2015.
También le impide el asalto final al reducido olimpo de las leyendas del fútbol integrado por Pelé, Diego Maradona y los fallecidos Johan Cruyff y Alfredo Di Stéfano.
Tras perder la final de Copa América de 2016, la tercera a nivel continental (Venezuela-2007 Y Chile-2015), más la que dejó escapar en el Mundial de 2014 contra Alemania, suma cuatro reveses
.
“Son cuatro finales las que me toca perder, tres seguidas, la verdad que es una mala racha que se me da, pero ya está, es mi decisión”, dijo.
Messi, ese marciano de Playstation, sabe que no son suficientes la magia, los goles imposibles y los pases impensados que ha regalado en la última década, y que se debía una consagración con la camiseta nacional.
“Me duele mucho no ser campeón con Argentina, me voy sin poder conseguirlo”, confesó.
Junto a Lio podrían irse otros jugadores que no han podido realizar su sueño, como el Kun Agüero, pero queda la posibilidad de que recapacite y que en el Mundial de Rusia lo vuelva a intentar… y en la próxima Copa América.
Pero sea lo que sea, Messi… la Pulga… Lio… sigue siendo el rey y eso ¡nadie se lo quita!