Los mercados nacionales y extranjeros han tenido que asimilar un periodo de fuertes impactos externos como producto de la fuerte oscilación de los precios de las materias primas y los datos macroeconómicos de las potencias.
Crecen las inquietudes sobre la salud de la economía mundial y se manifiestan de varias formas. En primer lugar, el Índice de Estrés Financiero Global (Global Financial Stress Index), una medición general del estrés financiero, alcanzó recientemente su nivel más alto desde el verano del 2012. Con una creciente aversión al riesgo entre los inversionistas, llamado coeficiente beta alto, continúan sufriendo las categorías de impulso más volátiles. Por ejemplo, en las bajas de la semana pasada, cayó el índice Nasdaq Biotech casi un 30 % con respecto a su valor más alto de julio. Además han estado cayendo recientemente las rentabilidades derivadas de acuerdos relacionados con fusiones y adquisiciones.
Mientras las acciones luchaban, cayó la rentabilidad de los bonos y subieron los precios. Durante gran parte de las últimas semanas, las rentabilidades se mantuvieron bajas a causa de una pronunciada caída en las expectativas respecto de la inflación estadounidense. En las caídas de la semana pasada, una medición clave de la inflación, los puntos de equilibrio a 10 años, se mantuvo por debajo del 1,40 %, su nivel más bajo desde el 2009.
El viernes pasado, se aceleró la caída de rentabilidades luego de darse a conocer el informe desalentador del mercado laboral de EU. No solo estuvo la cifra de septiembre casi 50.000 por debajo de las expectativas, sino que también las nóminas de agosto arrojaron números bajos. Además se mantuvieron inalterados los salarios por hora y decayó la tasa de participación en la fuerza laboral a su nivel más bajo desde 1977. Las menores expectativas de crecimiento económico también hacen presión sobre los bonos de alto rendimiento. La semana pasada, los inversionistas retiraron US$1,5 mil millones de la clase de activos, lo que significó el mayor flujo de salida semanal desde el 1º de julio.
La recuperación repentina de las acciones el viernes pasado se podría interpretar como un presagio de otro cambio más en el régimen de inversiones: una renovada confianza en los bancos centrales. No solo los inversionistas estadounidenses consideraron un informe laboral débil como señal de que la Reserva Federal aplazará el alza de las tasas de interés (para darles a los bonos la excusa de recuperarse), sino que también hay otros países que siguen los mismos pasos.