De acuerdo con un análisis de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras, ANIF, este año las perspectivas para el sector industrial son más positivas.
Indica el informe que las mejores perspectivas de los industriales (el índice de confianza industrial de Fedesarrollo pasó de -3 en el primer semestre de 2013 a 7 en enero de 2014) apalancadas en el PIPE, y por otro, el repunte de los indicadores líderes (la demanda de energía industrial creció 5.9% en febrero de 2014 contra 1% un año atrás) avizoran vientos de recuperación.
Esta ya se refleja en las cifras de enero de la muestra mensual manufacturera, donde la producción pasó al plano positivo aunque creciendo solo al 0.1% anual.
Así, ANIF proyecta que la producción industrial crecería al 3.6% real al cierre de 2014 y el PIB industrial lo haría al 2.9%. “Con ello, la recuperación del sector será lenta y concentrada en los sectores asociados con la construcción y de procesamiento de alimentos”, sostiene la Asociación.
Sin embargo, -sostiene ANIF-, sectores que compiten intensamente con producciones eficientes del exterior, como el ensamblaje de vehículos o la mayor parte de sectores que más incorporan valor agregado y tecnología en sus desarrollos (producción de maquinaria de precisión, aparatos eléctricos, entre otros) continuarán rezagados.
“No obstante, para poder superar completamente los problemas de la industria se requiere una política pública que ataque los problemas estructurales del sector. Dicha política debe incluir medidas transversales como: i) acelerar la dotación de infraestructura multimodal de calidad; ii) ajustar el precio laboral unitario a cargo del empleador a las realidades de productividad del trabajador local; y iii) mejorar la calidad educativa enfocada en procesos productivos, donde hoy el SENA tan solo hace aportes marginales”, indica el informe.
A esto se deben sumar medidas al interior de la industria que permitan, por un lado, que los empresarios puedan contar con información que les permita tomar decisiones óptimas en materia de ubicación geográfica de su producción, y por otro, la atracción de IED hacia sectores que permitan transferencias tecnológicas y, en general, externalidades positivas asociadas con la formación de clusters.