La capital del país se consolida como pionera en la producción de mecanismos limpios y amables con el medio ambiente al aprovechar el agua potable que viene del sistema Chingaza para generar energía sin tener que usar elementos fósiles como el carbón o el gas natural, que afectan al planeta.
La EAB aprovecha la energía mediante pequeñas centrales hidroeléctricas de generación, paralelas a las estaciones de control de presión, sin afectar la calidad del servicio que se presta a la ciudad y obteniendo, en cambio, beneficios ambientales al contribuir a la sustitución de fuentes contaminantes de generación de energía.
Con este programa, liderado desde hace varios años por la Empresa de Acueducto, Alcantarillado y Aseo de Bogotá, se pone en funcionamiento la tercera central de energía limpia que opera la Empresa, ubicada en el tanque de Suba, al noroccidente de la ciudad. La inversión total de esta obra fue de aproximadamente 13.500 millones de pesos, y se enmarca en un macroproyecto que contempla tres pequeñas centrales hidroeléctricas (Suba, Usaquén y Ventana), cuyo valor total es de 60.000 millones de pesos.
En este lugar, que emplea la fuerza de la presión del agua potable que viene desde la línea Wiesner-Suba, se esperan producir alrededor de 8.500.000 kilovatios hora anual de energía limpia a través de una turbina y un generador, la cual podría iluminar a más de 5.000 hogares.
La nueva central hidroeléctrica de Suba, que recorrió el alcalde mayor de Bogotá, Gustavo Petro, acaba de ser registrada por las Naciones Unidas como uno de los proyectos de mecanismo de desarrollo limpio, cumpliendo así uno de los compromisos del Protocolo de Kioto que suscribió Colombia.
Este modelo, desarrollado inicialmente en la central hidroeléctrica de Santa Ana a finales de los años noventa, destina una parte significativa de los ingresos provenientes de la venta de las emisiones reducidas de proyectos de mecanismo de desarrollo limpio de las centrales hidroeléctricas de Suba y Usaquén a la financiación de un programa de protección, restauración y conservación del páramo de Chingaza y su área de influencia, zona de donde proviene el agua que utilizarán las tres plantas para la generación de energía eléctrica para la red.
Estos proyectos de mitigación de los efectos del cambio climático, enmarcados en el eje 2 del Plan de Desarrollo, apuntan a que la ciudad genere cada vez más actividades como estas, de producción de energía eléctrica para la red con fuentes limpias, como el agua.
Por ahora, Santa Ana, Suba y Usaquén generan el 30% de la energía que consume la EAB. Todavía es un ejercicio pequeño. Una vez terminado el revestimiento de los túneles llegarán a cubrir un 50%. Con la construcción de la nueva pequeña central en Ventana (Chingaza), se cubriría el 100% de la energía que necesita el Acueducto, porque esta es la suma de las otras tres, lo que representa un ejercicio de beneficio, un ahorro en los costos asociados al consumo de energía que podrían usarse para otros proyectos de infraestructura”, concluyó Merlano.