POR diferenciaciones que van desde las biológicas y las antropológicas, hasta el cumplimiento de la función natural de la procreación, la constitución de la familia través del matrimonio sólo puede ser entre un hombre y una mujer y, por tanto, no existe fundamento alguno para intentar equipararlo o establecer analogías, ni siquiera remotas, con las uniones homoparentales.
Así lo dejó en claro ayer, una vez más, el papa Francisco al publicar su exhortación apostólica “Amoris Laetitia” (La alegría del amor), en la que fija las líneas de la Iglesia sobre familia y matrimonio, instituciones amenazadas por las transformaciones de la sociedad moderna, por lo que, según el Pontífice, requieren una nueva visión evangelizadora que se basará en “"acompañar, discernir e integrar".
En el documento de 260 páginas, el papa argentino deja patente su visión clara de que la Iglesia se ha quedado rezagada frente a los cambios sociales y es necesario volverla más terrenal, cercana a los fieles e identificada con sus necesidades. Por ello hace una profunda reflexión religiosa, teórica, pero sobre todo real de lo que es la familia, el matrimonio, el divorcio, las uniones libres y los cada vez más numerosos proyectos de equiparar la convivencia de personas del mismo sexo con el matrimonio católico, cuya definición esencial es la comunidad de vida y amor entre marido y mujer.
En este sentido el papa retoma la doctrina, desde que comenzó la escribirse en el Génesis hasta las encíclicas de sus antecesores. Recuerda que “Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó” (Gn. 1,27) y explica que ese es un paralelo explicativo de que la imagen de Dios está precisamente en la pareja “hombre y mujer”. De igual forma toma la cita de ese mismo libro (2,24) “Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”, para fundamentar que el matrimonio cristiano es la unión de sentimientos y cuerpos de un hombre y una mujer.
Tras ofrecer esta representación de la pareja humana en su realidad fundamental, hace alusión de la familia de Nazareth (José, María y Jesús), y hace un pormenorizado recorrido por la Biblia, desde el antiguo hasta el Nuevo Testamento y posteriormente sobre las encíclicas de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, entre otros, para evidenciar que en todos y cada uno de esos diversos acápites es claro el concepto de la Iglesia sobre la familia y el matrimonio.
Y, al adentrarse un poco más en las amenazas que sobre éstos temas se ciernen en el siglo XXI, Francisco es tajante al señalar que “nadie puede pensar que debilitar a la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio es algo que favorece a la sociedad. Ocurre lo contrario: perjudica la maduración de las personas, el cultivo de los valores comunitarios y el desarrollo ético de las ciudades y de los pueblos. Ya no se advierte con claridad que sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer cumple una función social plena, por ser un compromiso estable y por hacer posible la fecundidad.”
A renglón seguido admite que aunque “hay variedad de situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad, las uniones de hecho o entre personas del mismo sexo, por ejemplo, no pueden equipararse sin más al matrimonio. Ninguna unión precaria o cerrada a la comunicación de la vida nos asegura el futuro de la sociedad”.
En Santo Padre también encendió las alarmas frente a nueva forma de ideologías. “Genéricamente se conocen como gender, que niegan la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer”
En otro aparte señala que “es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el “matrimonio” entre personas del mismo sexo”.
Y antes de concluir el capítulo sobre este tema, Francisco, reitera que toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser "respetada en su dignidad", acogida con respeto, procurando evitar "toda discriminación injusta" y particularmente “cualquier forma de agresión y violencia”.
Está documentada reflexión papal, donde alerta sobre la deconstrucción jurídica de la familia, a nivel mundia, se conoce en momentos en que en Colombia la Corte Constitucional avaló el matrimonio entre parejas del mismo sexo, desoyendo los llamados que la Iglesia, el Partido Conservador, el Procurador y otras fuerzas vivas de la Nación hicieran sobre el tema, precisamente por ir en contravía del artículo 42 de la Constitución Nacional, el 44 del Código Civil y los preceptos católicos que rigen a la mayoría de la sociedad colombiana.
Finalmente sobre el matrimonio Francisco recuerda que es un sacramento, que va más allá de toda moda pasajera y que persiste. Agrega que casarse es un modo de expresar que realmente se ha abandonado el nido materno para tejer otros lazos fuertes y asumir una nueva responsabilidad ante otra persona. Esto vale mucho más que una mera asociación espontánea para la gratificación mutua, que sería una privatización del matrimonio.
“Su esencia (el matrimonio) está arraigada en la naturaleza misma de la persona humana y de su carácter social. Implica una serie de obligaciones, pero que brotan del mismo amor, de un amor tan decidido y generoso que es capaz de arriesgar el futuro.
Divorciados y uniones de hecho
En otro capítulo de su sustentada y profunda reflexión, el papa abre la puerta a los divorciados que se vuelven a casar para que puedan acceder según el caso a la comunión y acepta las uniones de hecho.
Al pedir su inclusión en la Iglesia, la exhortación apostólica de Francisco sobre la familia responde a las expectativas de los divorciados que se vuelven a casar, por lo civil.
"No es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación llamada 'irregular' viven en una situación de pecado mortal", sostiene Francisco.
El documento es el fruto de dos ciclos de consultas y de dos tensos sínodos celebrados en octubre de 2014 y octubre de 2015 sobre la crisis que vive la familia.
El pontífice argentino decidió convocar dos sínodos sucesivos sobre un mismo tema para instar a la Iglesia a reflexionar y actualizarse ante las transformaciones de las sociedades modernas.
"No todas las discusiones doctrinales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales", advierte Francisco, cuyo texto refleja su estilo de escritura clara y directa así como los principios de su papado: menos rigidez ante la doctrina y disponibilidad para escuchar.
Francisco invita a la Iglesia a hacerles sentir a los divorciados que se vuelven a casar "que son parte de la Iglesia" y recuerda claramente que "no están excomulgados".
"Estas situaciones exigen un atento discernimiento y un acompañamiento con gran respeto, evitando todo lenguaje y actitud que les haga sentirse discriminados, promoviendo su participación en la vida de la comunidad", escribió el papa.
"Si bien no se nombra explícitamente la admisión a la eucaristía en el texto, en una nota a pie de página se hace referencia a los sacramentos. Francisco explica que no es posible fijar reglas canónicas generales, válidas para todos, por lo que el camino es el del discernimiento caso por caso", explicó el vaticanista Andrea Tornielli en su página Vatican Insider.
"No existen recetas sencillas", reconoce el obispo de Roma.
El pontífice argentino, que cita a los grandes escritores latinoamericanos Jorge Luis Borges, Octavio Paz y Mario Benedetti, además del psicoanalista Erich Fromm, pide que se evite dar juicios que "no tengan en cuenta la complejidad" de las situaciones.
En la segunda exhortación de su breve pontificado, Francisco acepta las uniones prematrimoniales como un paso adelante "hacia el camino de la plenitud del matrimonio y de la familia" y reconoce las numerosas razones por las que las parejas, según el contexto social y cultural, deciden convivir.
Dividido en nueve capítulos y 325 párrafos, Francisco reitera su visión de la Iglesia, que "no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas".
Erotismo
"En el documento se siente la experiencia personal del papa argentino, quien ha vivido cerca a tantas familias con dificultades", comentó el cardenal austríaco Christoph Schonborn en una rueda de prensa celebrada en el Vaticano para presentar el texto.
El purpurado, hijo de padres divorciados, elogió "la fuerza autocrítica" del papa, quien reconoció la rigidez de la Iglesia como uno de sus defectos.
"Durante mucho tiempo creímos que con sólo insistir en cuestiones doctrinales, bioéticas y morales (...) ya sosteníamos suficientemente a las familias", admite Francisco.
"Este documento representa un paso adelante para la Iglesia, es la doctrina que evoluciona, que comprende y está atenta a la vida concreta de los hombres", comentó por su parte el padre Antonio Spadaro, director de la revista jesuita Civiltá Cattolica.
Por primera vez, un texto oficial del Vaticano, elaborado por un papa, habla de erotismo, un tema tabú para muchos católicos.
"La sexualidad no es un recurso para gratificar o entretener…El más sano erotismo, si bien está unido a la búsqueda del placer, supone admiración, y por eso puede humanizar los impulsos", reconoce Francisco.
Y, finalmente, tiene palabras frente al aborto. Señala que “si la familia es el santuario de la vida, el lugar donde la vida es engendrada y cuidada, constituye una contradicción lacerante que se convierta en el lugar donde la vida es negada y destrozada. Es tan grande el valor de una vida humana, y es tan inalienable el derecho a la vida del niño inocente que crece en el seno de su madre, que de ningún modo se puede plantear como un derecho sobre el propio cuerpo la posibilidad de tomar decisiones con respecto a esa vida, que es un fin en sí misma y que nunca puede ser un objeto de dominio de otro ser humano”.