Pero a aparte del accionar de la guerrilla, los paramilitares, las bandas criminales, la delincuencia común o el ciudadano que empuña un arma blanca o de fuego enceguecido por la ira o el alcohol, existe otra violencia oculta en el diario vivir de niños y adolescentes. O quizás unas sean consecuencia de las otras.
Para establecer nuevas normas de convivencia en los colegios para frenar situaciones como el llamado matoneo o violencia estudiantil (bullying), esta semana se radicó en el Congreso un proyecto de ley concertado entre el Gobierno y un grupo de legisladores.
La ministra de Educación, María Fernando Campo, y los representantes Telésforo Pedraza y Juan Carolina Londoño, del Partido Conservador, acompañados del presidente de la Cámara, Simón Gaviria, jefe único del Partido Liberal, presentaron la iniciativa que busca modernizar todos los manuales de convivencia de las escuelas y colegios del país con el fin de prevenir estas acciones violentas que se han vuelto frecuentes entre los estudiantes.
Acciones concretas
La acción a través de reformar manuales de convivencia puede parecer superflua, pero no lo es cuando se trata de cosas prácticas. Por ejemplo, en el colegio José María Carbonell, del barrio Cristóbal Colón, una zona de clase media baja de Cali, las directivas decidieron no dejar solos a los alumnos que padecen de matoneo. Cuando hay un brote de pelea aparecen niños y jóvenes con chalecos azules, mediadores, que buscan poner a dialogar a víctima y victimario.
El representante Pedraza indicó que el matoneo y los sobrenombres en los colegios convierten a los niños, en menores con bajo autoestima y promueve la formación de pequeñas bandas al interior de las instituciones.
La ministra Campo explicó que en la propuesta legal se crea una ruta de atención integral para que cuando un estudiante es agredido o se le esté vulnerando alguno de sus derechos “la escuela sepa qué es lo que realmente se debe hacer y a quién acudir”.
En últimas, precisó Campo, la ley pretende también desarrollar competencias ciudadanas, formación en ciudadanía, para que con esta estrategia se promuevan los derechos humanos desde las aulas.
En su libro Si todo es bullying, nada es bullying, el siquiatra chileno Sergio Canals dice explícitamente que “el silencio de la comunidad escolar, incluidos los profesores y la familia, agrava el matoneo”.
Según Enrique Chaux, especialista e investigador de la Universidad de los Andes, la problemática del bullying o matoneo en las aulas de clase es de bastante cuidado y no sólo afecta a la víctima del abuso sino también al agresor, quien corre el riesgo de desarrollar aún más sus actitudes violentas e incluso una trayectoria criminal.
“El bullying es una dinámica de grupo y solo se logra mejorar si se trabaja en grupo. Los cambios más profundos ocurren cuando los que están alrededor reconocen que eso no está bien y deciden frenarlo”, explicó Chaux, líder del proyecto Aulas en Paz que trabaja esta problemática en varios colegios del país.
Por internet
John Palfrey, director del centro Berkman de Internet y Sociedad, afirmó que los matones en la red son más comunes que los acosadores sexuales. El cyberbullying es el mismo matoneo entre pares, pero trasladado a internet.
El cyberbullying, según Chaux, tiene varios agravantes, como que la permanencia e insistencia en el acoso, ahora es de 24 horas.
Según datos del Grupo de Delitos Informáticos de la Policía Nacional, en 2009 las denuncias por cibermatoneo crecieron en un 300 por ciento.
Olga Lucía Hoyos, sicóloga de la Universidad del Norte en Barranquilla, lleva un registro de este tipo de casos, como el de un joven a quien le crearon un grupo que se denomina “Somos los que odiamos al Poncho” y cuya descripción reza: “Quién se aguanta a este gay de mierda. Que se cambie de colegio”.
Proliferación
La ministra Campo dijo que de acuerdo con los resultados de encuestas realizadas a estudiantes, más del 30 por ciento de los niños han sido afectados por este comportamiento irregular en las instituciones escolares.
“Las cifras que manejamos en Colombia son más altas que los promedios mundiales, son relativamente cercanas a los promedios latinoamericanos, que a su vez son los más altos en comparación con las demás zonas del mundo”, anotó Chaux.
Más de la mitad de los alumnos de sexto grado de 16 países de América Latina, entre ellos Colombia, confesó haber sido víctima de robo, insultos, amenazas o golpes por parte de sus compañeros, según un estudio de expertos chilenos y españoles, basado en datos de un informe de la Unesco, hecho del 2005 al 2009.
La agresión más frecuente fue el robo (39,4 por ciento), seguido por violencia verbal (26,6 por ciento) y violencia física (16,5 por ciento). Este análisis también reveló que el 51,1 por ciento de los alumnos dijo haber sido víctima de matoneo de sus compañeros.
La Encuesta Nacional de Deserción Escolar-ENDE 2009 señaló que entre las razones asociadas a la desvinculación de los estudiantes figuran el maltrato de compañeros con una participación del 13 por ciento, el conflicto y la violencia en el colegio con 15 por ciento y el maltrato por parte de profesores y directivos también con un 13 por ciento.