Más asfalto y menos verde agudizan islas de calor | El Nuevo Siglo
Foto cortesía U. Nacional
Miércoles, 14 de Junio de 2017
Universidad Nacional

El pavimento, el concreto, las canchas sintéticas, la ausencia de árboles y la pérdida de vegetación por incendios contribuyen al efecto “isla de calor” que se da en las ciudades.

Cuando son irradiados por el Sol, dichos materiales aumentan la temperatura más fácilmente que las coberturas vegetales naturales generando un cambio climático de origen local, explica el profesor Carlos David Hoyos del Departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), quien explica que los pastos y los bosques regulan mejor la temperatura.

Para mostrar esa diferencia, especifica que “a medio día la temperatura de un pasto a la sombra puede oscilar normalmente entre 27 y 30 oC, mientras que la superficie del pavimento puede alcanzar los 70 oC”.

El docente –junto con Gisel Guzmán, estudiante de la Maestría en Recursos Hidráulicos– elaboró un mapa de temperaturas de superficie a partir de datos del satélite Landsat (misión de la NASA), en el cual muestra los puntos más calientes del Valle de Aburrá. En este encontró, por ejemplo, que en dos barrios contiguos de Medellín se podrían analizar eventualmente dos microclimas diferentes: el barrio Tricentenario, que tiene un componente de silvicultura (bosque) importante, se muestra como una zona fresca respecto a sus alrededores, del cual forma parte el barrio Castilla, que revela altas temperaturas.

Este efecto de zonas más calientes asociado con los elementos urbanos se va diluyendo a medida que se llega al límite de ruralidad de las ciudades, donde aumenta la vegetación, explica la estudiante Guzmán.

Así mismo en las zonas rurales se observa una variación, como por ejemplo mayor temperatura en coberturas de pastizales que en las arbóreas. Es el caso de áreas en las que han ocurrido incendios, como en el cerro Quitasol (Bello), en el cual se aprecian parches localizados de temperaturas más calientes.

Los resultados preliminares producto del mapa de superficies se obtuvieron de 10 imágenes capturadas desde el espacio hacia las tres de la tarde. Según la estudiante, se observa el mismo patrón de variación en la temperatura, aunque advierte que la alta nubosidad que se presenta en el Valle de Aburrá dificulta obtener datos.

Además explica que, por su topografía, en general Medellín y los demás municipios que conforman el Valle de Aburrá presentan de manera natural temperaturas más altas en la base, por lo que el análisis de este tema debe ser cuidadoso.

Por su parte el profesor Hoyos señala que “si uno compara la temperatura en el cerro tutelar El Volador o en el Nutibara, con laderas a la misma altura sobre el nivel del mar, la temperatura en esas zonas puede ser de 5 o 6 oC más altos”.

La topografía influye

La primera temporada seca del año aumenta la radiación y la sensación térmica por la baja cobertura de nubosidad; también acentúa el fenómeno de la “isla de calor”, pese a que este se puede dar en cualquier época, asegura el docente de la U.N. Sede Medellín.

Otro factor que contribuye al incremento en la sensación de calor es el hecho de que Medellín está situada en un valle, porque esta topografía la hace vulnerable a los cambios en las condiciones meteorológicas. En consecuencia, es factible que en las laderas cercanas a las zonas urbanas se generen cambios en los patrones o intensidad de los vientos.

Identificar y evaluar los puntos calientes de zonas como las del Valle de Aburrá resulta muy útil para conocer el manejo que se le debe dar al espacio público, cuando se determina qué sitios presentan condiciones de confort térmico favorables o desfavorables, comenta la estudiante Guzmán.

De igual manera esta información se podría aprovechar a la hora de tomar medidas de adaptación al cambio climático, agrega. “En términos de criterios urbanísticos, solo la orientación de los edificios cambia el microclima a nivel peatonal”, observa.

De hecho, el fenómeno de la isla de calor a escala regional se incluyó en las medidas de adaptación al cambio climático en las que trabaja la Sede con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá para evaluar acciones como la implementación de techos y fachadas verdes.