CRÓNICA. Son las 8:00 a. m., y como es habitual cada sábado, el biólogo Rafael Gutiérrez y la comunidad de la localidad de los Mártires cumplen una cita en la Casa del Lustrabotas, ubicada en el barrio Panamericana para cambiar el asfalto por zonas verdes.
Gutiérrez, egresado de la Universidad Nacional, con cerca de 30 años de experiencia en la biología, en trabajo de campo y comunidad, conversó con EL NUEVO SIGLO acerca de la propuesta que lleva trabajándose desde noviembre de 2015, con el fin de aportar positivamente a dicha localidad, considerada una de las que tiene menor oferta ambiental en Bogotá.
“En comparación con las localidades del borde oriental de Bogotá, como Usaquén, Usme, Chapinero y Santa fe, o las de la zona occidental como Kennedy, Engativá y Fontibón, los espacios verdes de Los Mártires, por estar en el centro, se han reducido en las últimas décadas”, explicó el biólogo Gutiérrez.
“Esto es una iniciativa ciudadana que se está haciendo en la localidad de Mártires, la idea es que con ayuda de la agricultura urbana se vuelva a reverdecer andenes y separadores, toda zona que sea susceptible de colocar algo verde. Puede ser una matera, una planta. La localidad dentro de todas las localidades de Bogotá es la que más zona verde ha perdido y segundo porque a raíz del cambio climático, el reflejo de la luz crea un efecto que hace que el albedo, esas coberturas tipo asfalto, cemento o vidrio reflejan mucho más y están contribuyendo al aumento de temperatura, en cambio la cobertura del verde lo refleja menos, esa es la contribución”, resalta el promotor.
El cronograma de trabajo
En cada cita de sábado, Rafael, quien tiene sangre rola, “soy nacido, criado, formado y deformado en Bogotá”, como identifica sus raíces jocosamente, cumple un cronograma con los residentes voluntarios para realizar labores como recoger madera y hacer las camas para la siembra, talleres inherentes a la agricultura, pomadas a partir de plantas medicinales, charlas con respecto al reciclaje, o echar pala, como en alguna ocasión tuvieron que hacerlo cuando el Jardín Botánico aportó una volquetada de tierra, que había que organizar dentro del centro de acopio.
“Complementamos la idea con una campaña llamada Adopta un Árbol y se inició con unos árboles del parque El Renacimiento, al pie del Centro Memoria, por la calle 26”, cuenta Gutiérrez sobre el comienzo del proyecto que cada vez tiene más participantes.
“En el parque las personas se hicieron cargo de un árbol enfermo, es decir, que tienen problemas de hongos o resequedad. La idea es que este barrio sea modelo para que se replique en los otros 21 que conforman la localidad”, señala el biólogo Gutiérrez.
Hasta el momento, más de 30 habitantes de la zona se han unido a esta iniciativa, la han replicado en sus casas y sembrado plantas medicinales utilizadas para elaborar pomadas. Además de esto, están separando los residuos sólidos que se producen en los hogares, como papel, vidrio, metales y plástico, y los llevan a las personas del barrio que trabajan en reciclaje.
Para los residuos orgánicos sólidos peligrosos como luminarias, pilas, medicamentos o llantas, se consiguió una alianza con la ANDI (Asociación de Industriales de Colombia), con el fin de hacer la disposición correcta de estos desechos. “Son pasos que se están dando como una iniciativa de la ciudanía, pues debido a que el proyecto es muy joven, los recursos son propios y en ocasiones toca como se dice coloquialmente, hacer vaca”, cuenta Gutiérrez.
El investigador hace parte del grupo llamado TUB, taller urbano participativo de Bogotá, junto con Gloria Valencia, nieta del desaparecido líder político, Jorge Eliecer Gaitán, además integra el climrupo de Estudio Relación Parásito Hospedero de la U.N.
Avistamiento de aves
La iniciativa más reciente es hacer recorridos para avistamiento de aves; de esta forma las personas se relacionan con las especies que están adaptadas al medio urbano y que frecuentan el barrio como copetones, siriríes, palomas torcazas, mirlas, chamones, colibríes e incluso halcones o gavilanes maromeros.
Algunas de estas aves, cuando empieza la época de invierno en septiembre y octubre, llegan a la localidad y se posan en algunos árboles para comer insectos o pequeños frutos. Sin embargo, muchos árboles fueron talados de los andenes porque eran usados por los ladrones como escondite. “La idea es revitalizar y sembrar más árboles para recuperar la fauna y así, cuando las aves lleguen, tengan mayor oferta de árboles para anidar”, añadió el experto.
Para esto, se están plantando especies arbustivas en llantas y con esto además de solucionar un problema de basura ofrecen algún fruto, polen, néctar o insectos para las aves.
El falso pimiento, los abutilones y los siete cueros son algunas especies que pueden sobrevivir con un metro de raíz y se adaptan a los andenes. “En el barrio ya están identificados los espacios susceptibles a reverdecer y el objetivo es lograr un equilibrio entre lo urbano y la naturaleza”, concluyó el investigador.