Manuel Noriega reaviva heridas en su país natal | El Nuevo Siglo
Lunes, 12 de Diciembre de 2011

El ex dictador panameño Manuel Antonio Noriega cumple este lunes el primer día preso en su país por asesinato de opositores, reabriendo heridas en la población sin que se espere un impacto político de su retorno, tras 22 años preso en Estados Unidos y Francia.

Un avejentado Noriega regresó el domingo a Panamá extraditado por París y, en silla de ruedas, ingresó a la cárcel de El Renacer, en las afueras de la capital y a orillas del Canal de Panamá, llevado bajo un gigantesco operativo de seguridad.

Sin decir palabra, Noriega, de 77 años, se mostró apenas unos instantes ante las cámaras en un recinto en la entrada del penal, para dar fe a los panameños de su vuelta al país, ante las dudas que generó el que entrara encapuchado a la prisión, según las autoridades, porque no quería ser objeto de un "circo mediático".

Noriega, que gobernó de facto de 1983 a 1989, fue condenado en ausencia por tres casos de desaparición y asesinato de opositores, el del médico Hugo Spadafora, que reveló los nexos del ex dictador con el narcotráfico, el del mayor Moisés Giroldi, y el de otros 11 militares que trataron de darle un golpe de Estado.

Su retorno revolcó amargos recuerdos para muchos panameños que sufrieron bajo su régimen y por la cruenta invasión de tropas estadounidenses del 20 de diciembre de 1989.

"Cuando se lo llevaron de aquí salió con esposas en manos y pies. Quiero ver al reo Noriega con su placa en el pecho, esposado y con grilletes, como un delincuente", declaró Aurelio Barría, dirigente de la Cruzada Civilista, movimiento que organizó las protestas en los años 80.

El ex hombre fuerte de Panamá, quien sirvió por años como agente de la CIA y luego devino enemigo de Estados Unidos, cumplió 20 años de prisión en Miami por narcotráfico, y casi dos en París por lavado de dinero.

"Debe de pagar por todas sus penas, todo el daño, todo el horror, todo el oprobio, toda la muerte", sentenció el domingo el presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, quien señaló que Noriega no goza de privilegios y está recluido en una celda sin ningún tipo de lujos.

Aunque rechazada por los opositores y víctimas, el ex dictador podría verse beneficiado por una medida que permite a los reclusos mayores de 70 años cumplir sus condenas en arresto domiliciario, reconoció Martinelli, al señalar que ello está en manos del sistema judicial y no en el político.

No obstante, Julio Berrios, abogado de Noriega, arremetió contra las autoridades en la puerta de El Renacer, y denunció que al recluso "comenzaron a violarle sus derechos procesales" porque no se le permitió a la defensa "entrar en contacto con él inmediatamente" que llegó.

Noriega reafirmó varias veces ante jueces franceses en los últimos meses su voluntad de regresar a su país, sin "odios ni rencores", para defenderse de los cargos que se le imputan en Panamá, tanto las condenas como otras causas pendientes.

El retorno del anciano ex dictador generó un debate sobre el impacto que tendrá en este país de 3,4 millones de habitantes, mayoritariamente de jóvenes que no se acuerdan de las desapariciones, represión de libertades o asesinatos, o ni siquiera habían nacido en esa época.

Otros tienen expectativas en torno a los secretos que, ya en Panamá, podría revelar de grandes figuras políticas o fortunas forjadas bajo el amparo o con la complicidad de su régimen.


"Noriega es el pasado, no el futuro. Este país no va a cambiar porque llegó, tiene poca incidencia. No tiene la capacidad de desestabilizar. El futuro no está en lo que diga o no, sino en lo que nosotros, los gobernantes y la justicia" hagan para reparar lo que hizo, sin revanchas politiqueras", dijo el analista José Blandón.

Nacido en febrero de 1934 en Panamá en una familia pobre, Noriega, quien tiene en Panamá a su esposa y tres hijas, fue un agente a sueldo de la CIA entre 1968 y 1986, cuando América Central era teatro de varias guerras civiles.

AFP