Uno de los principales problemas que hoy enfrenta la economía colombiana es el abundante manejo de dinero efectivo, lo que no permite tener un mayor control de todas las operaciones financieras que se realizan a diario.
Algunos estudios han calculado el tamaño de la economía en la sombra en Colombia entre el 30% y el 38% del PIB.
De acuerdo con la Asobancaria, la preferencia por el efectivo en el país “es enemiga de la inclusión financiera y cómplice de la economía subterránea”.
Esta situación no deja de ser preocupante para el sector financiero, toda vez que su uso es el más frecuente en las transacciones de bajo valor y porque los establecimientos de comercio al por menor no reciben de una manera generalizada otras alternativas. Esto obliga a los consumidores a mantener un saldo de dinero en efectivo para sus gastos cotidianos e inesperados.
Señala la entidad gremial que “por otra parte, el papel moneda se demanda también en una alta proporción en las actividades económicas subterráneas e informales, porque garantiza mejor que los demás medios de pago estén en el anonimato de quienes lo utilizan, debido a que las transacciones que se pagan en efectivo no se pueden rastrear. Esta característica permite ocultarlas de las autoridades, por lo cual, cuando se llevan a cabo al margen de la ley, la regulación y las normas tributarias, la mayoría quedan impunes”.
Sin embargo, en la medida en la cual los consumidores han descubierto las ventajas de otros medios de pago y los establecimientos de comercio al por menor han ampliado su aceptación, la demanda por papel moneda ha disminuido en la mayoría de las economías avanzadas.
En consecuencia, la banca debe continuar promoviendo los medios de pago electrónicos que utilicen las tecnologías más avanzadas, en la medida en que estos instrumentos aceleran la inclusión financiera y permiten alcanzar dimensiones más altas de desarrollo social.
En este sentido, la oferta de productos financieros de los bancos colombianos ha mostrado un progreso notable. Ejemplo de ello son las cuentas de ahorro de trámite simplificado (CATS), los depósitos electrónicos (DE) y las cuentas de ahorro electrónicas (CAE), que son productos financieros sin cuota de manejo y no requieren ningún tipo de depósito inicial, ni exigen mantener un saldo mínimo.
Igualmente, el grado de diversificación de los servicios financieros ha llegado incluso al punto de ofrecer monederos electrónicos (por ejemplo Transfer Aval de AV Villas, Ahorro a la Mano de Bancolombia, Daviplata de Davivienda y Mi Sueldo de Caja Social) que permiten llevar a cabo un número ilimitado de operaciones de forma gratuita.
Colombia tiene un enorme reto en la masificación de la aceptación de los medios de pago electrónicos en los pequeños establecimientos comerciales, porque por este camino se puede lograr una mayor formalización de la actividad económica y una inclusión financiera más amplia.
En Colombia, las normas tributarias desincentivan los pagos a través del sistema financiero y estimulan su realización con dinero en efectivo. Entre ellas las más perturbadoras son las que vinculan el recaudo de algunos impuestos a la realización de las transacciones, como ocurre con el GMF y la retención anticipada del IVA, el ICA y el impuesto de renta. Debido a esas normas, la preferencia por dinero en efectivo en Colombia es alta e inclusive está por encima de la que correspondería a su nivel de ingreso per cápita.
Esta normativa ha sido efectiva en términos tributarios, razón por lo cual el Gobierno ha decidido postergar el desmonte gradual del GMF para cuadrar la financiación del presupuesto de 2015.