Manchada por la indecencia. Un virulento editorial ha dedicado el diario La Nación, de Neiva, a las altas Cortes del país. Sostiene el rotativo que “nuestra justicia, coja y ciega durante toda su historia, ahora se ve manchada por la indecencia y la elemental falta de decoro”. Afirma que “las instancias judiciales nuestras han dado las peores muestras de clientelismo rapaz, voracidad burocrática, predilección por razones ideológicas o económicas y una dolorosa evidencia de intereses personalistas que rayan en lo indecente y lo obsceno”. Una preocupante radiografía de uno de los tres poderes de nuestra Colombia inmortal.
Antes se respetaba. El editorialista del periódico opita dice que “si uno de los principales cargos del Estado colombiano había tenido el respeto de todo el país, no solo durante décadas sino desde la creación de la República, había sido el de magistrado de una de las altas cortes. Pero que la nueva Carta Política, con todas las buenas intenciones y el loable propósito de la independencia judicial, estableció un régimen de elección de sus miembros, en unos casos a cargo del Legislativo en las cámaras y en otros desde las mismas altas cortes designando -por voto secreto- a sus colegas de las otras jurisdicciones. Y pésima decisión la de crear, con la misma noble intención de la independencia, el Consejo Superior de la Judicatura con ramas en lo disciplinario y la enorme potestad de administrar toda la Rama Judicial”.
Afanes de lucro personal. El diario huilense expresa que “los recientes hechos protagonizados por la Presidenta de la Corte Suprema de Justicia no son más que la muestra palpable de que la majestad de esa rama del poder público es, lamentablemente, cosa del pasado. Y que nos encontramos frente a una Rama Judicial donde sus miembros, los de sus más altas instancias, privilegian los afanes de lucro personal, de protagonismo mediático, de injerencia en asuntos políticos. Gozan de enormes privilegios, de gabelas increíbles frente al grueso de los trabajadores del país, mucho más generosas que las del mismo Congreso de la República, y lo peor es que algunos de sus integrantes no solo no rechazan eso sino que se ufanan de ello y lo defienden a capa y espada”.
La indignidad se pasea. El contundente editorial de La Nación denuncia sin miedo que “en las altas cortes pululan los tráficos de influencia y la indignidad se pasea oronda por los altos tribunales”. Y concluye que, al igual que el desprestigiado Congreso de la República, la Justicia merece un severo revolcón.
Reportaje premonitorio. Este duro enjuiciamiento a las instituciones que son las cabezas más visibles de la rama judicial nos hace recordar el extraordinario reportaje que le concedió hace dos años largos, a la periodista caleña Margarita Vidal, el exministro y exmagistrado caldense Hernando Yepes Arcila, quien anticipó con precisión de relojero suizo todas y cada una de las vergüenzas que tienen origen en una “justicia cooptada” como la nuestra.