El presidente dijo que postergaría la Constituyente si la oposición cumple dos exigencias. Pero el ala radical del chavismo, liderada por Cabello, lo tilda de “traicionero” si no celebra la consulta. Mientras, en la dirigencia opositora muchos dicen que negociar “es una trampa”
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“Por primera vez el gobierno sí tiene intención de construir un acuerdo”, cuenta una fuente chavista al diario Tal Cual, de Caracas, conocido por su posición crítica contra el régimen. El oficialismo, luego de años de distancia, intenta acercarse a la oposición, pero su discurso varia diametralmente hora tras hora, generando poca confianza en la dirigencia opositora.
Acorralado por una Constituyente impopular e ilegítima, Nicolás Maduro parece darse cuenta que llegó la hora de negociar con sus antagonistas. Pero los radicales chavistas, encabezados por Diosdado Cabello, entorpecen todo acercamiento y lo llevan –porque el presidente no es dueño de sus propias decisiones- a un escenario de confrontación, amenazas y poca disposición de diálogo.
En vísperas del paro cívico convocado por la oposición, el Presidente dijo que estaba dispuesta a postergar la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) 45 días. Sorpresivo por sus belicosas declaraciones del día anterior, el anuncio cayó con cierto agrado dentro de la dirigencia opositora, pero en la medida en que el día fue pasando terminó siendo una declaración intrascendente, que tuvo poca repercusión.
La intención de Maduro, según Tal Cual, es cierta, verdadera y cuenta con el aval de parte del chavismo. Aparte de anunciar la postergación de la Constituyente, exigiría que se destituya a los 33 magistrados del tribunal paralelo nombrado por la Asamblea el lunes de la semana pasada y “enfriar” las movilizaciones, lo que significa el desescalamiento de las protestas.
El afán del gobierno, que se ha convertido en un miedo congénito por meses de protestas y barricadas, ha sido certificado por algunos medios locales. Crónica Uno explica que a partir del 16 de julio el oficialismo se encuentra en un conclave permanente, “Alto Mando Político de la Revolución”, ante la masiva votación en el plebiscito y el escalamiento de la protesta social.
Algunos chavistas presuntamente son conscientes que la situación ha pasado de ser difícil a insostenible, pero esta corriente, al menos por lo que ha pasado hasta hoy, no tiene la capacidad de parar la Constituyente y sentarse dialogar.
Cabello y sus seguidores, el ala más radical del chavismo, entre los que se encuentra Tareck Al-Aissami y Jorge Rodríguez, le han dicho a Maduro que la Constituyente le ha dado fuera al chavismo, ha recuperado la militancia, las bases y no celebrarla sería “una traición”.
Esa ala del oficialismo, que se podría calificar como “la dura”, ha orquestado toda una estrategia para deslegitimar el plebiscito del 16 de julio. Sin más interés que presentar un supuesto fracaso, ha dicho que en este participaron sólo dos millones de persona, no las 7.5 registradas por la oposición, y ha reiterado que una misma persona llegó ese día a participar 16 veces, supuestamente.
No morder el anzuelo
La oposición, que ha tomado más fuerza con el plebiscito, desconfía, especialmente, del ala de Cabello. No es que Maduro le genere confianza, pero sabe que los radicales chavistas son los que al final están manejando la agenda dentro del oficialismo. Por eso muchas voces opositoras, pese a la supuesta voluntad de diálogo del gobierno, han reiterado que no puede haber ningún acercamiento con el gobierno.
Luego de meses sin aparecer en público, Antonio Ledezma, destituido alcalde de Caracas desde 2015, quien cumple su pena en la casa, y es un líder importante dentro de la oposición, lanzó unas duras declaraciones en contra de quienes intentan negociar con el chavismo.
“Cuidado con caer otra vez en trampas de diálogo que terminan arriando banderas”, dijo Ledezma, refiriéndose a los dos intentos fallidos de diálogo en 2014 y 2015, por, según él, la falta de voluntad del gobierno. Como él, hay muchos en la oposición. Cree que el gobierno, y su ala “blanda”, intentan generar falsas expectativas para bajar la movilización en las calles y tomar un respiro.
Ledezma también criticó la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero, emisario de Unasur para facilitar el diálogo entre las partes, por sus conocidos intentos esta semana para hablar con líderes de la oposición. “Yo le digo al señor Zapatero, yo no quiero que usted venga a visitarme. No me visite”, espetó con vehemencia.
Lo mismo hizo el preso político, Leopoldo López, quien desde su casa llamó a la dirigencia opositora a que “no sean cómplices de la aniquilación de la República, de un fraude constitucional, de la represión”, y añadió que “tengan la seguridad de que contarán con los ciudadanos y la Constitución”, en la antesala al paro cívico que continúa hoy.
De momento, se especula que las tratativas entre oposición y oficialismos están congeladas, pero sí existieron a principios de esta semana, como lo acreditó el vicepresidente de la Asamblea, Fredy Guevara.
Leonel Fernández, expresidente de República Dominicana, explicó desde Washington que “el diálogo en Venezuela continúa, nunca se puede dejar de pensar en que los grandes conflictos solamente se resuelven con grandes negociaciones, en la medida en que un conflicto escala, toma mayor dimensión, más necesaria se hace la negociación y el diálogo”.
El régimen, sin embargo, continúa su campaña a favor de la Constituyente, golpeada por nuevas sanciones de Estados Unidos contra 13 funcionarios, muchos de ellos en gira nacional.
En comunicado público, el Departamento del Tesoro estadounidense sancionó a varios miembros del oficialismo por “minar la democracia” y tener “responsabilidad” en actos de corrupción y violencia. Entre los sancionados se encuentre el Defensor del Pueblo, Tarek William Saab, Elías Jaua, ministro, y la directora del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena.
Al conocer el congelamiento de bienes y cuentas de sus funcionarios, Maduro dijo que se trata una “ilegal, insolente e insólita pretensión de un país de sancionar a otro país. ¿Qué se han creído los imperialistas de los Estados Unidos? ¿Que son el gobierno mundial?”, respondió tras condecorar a los sancionados.
Acorralado, Maduro parece estar dando “patadas de ahogado”. Por la mañana dice que está dispuesto a negociar y por la noche anuncia que la Constituyente va “llueve o relampaguee”.