Nicolás Maduro llamó al diálogo a la oposición al asumir el viernes la presidencia de Venezuela con la promesa de preservar el legado de Hugo Chávez, una vez aplacada la crisis política que se desató porque sus adversarios desconocen su ajustada victoria electoral.
Junto a un enorme retrato de Chávez, Maduro, de traje oscuro y corbata roja, recibió la banda presidencial de manos de María Gabriela, una de las hijas del mandatario, fallecido el 5 de marzo de cáncer.
"Lo juro por el pueblo de Venezuela, por la memoria eterna del comandante supremo que cumpliré y haré cumplir esta Constitución", dijo Maduro, ante el presidente del Parlamento, Diosdado Cabello, mientras los opositores protestaban con cacerolazos y sus seguidores festejaban con fuegos artificiales.
Maduro, exchofer de bus de 50 años que llegó a ser vicepresidente y canciller, ganó por 1,8 puntos las elecciones del domingo al opositor Henrique Capriles, quien desconoció el resultado.
"Llamo a quienes sean políticos de la oposición (...) los llamo a conversar en los distintos escenarios que se pueda conversar. Yo estoy dispuesto a conversar hasta con el diablo", dijo en su discurso de investidura aludiendo a Capriles.
Cuando iniciaba su discurso, un hombre de chaqueta roja burló la seguridad, irrumpió en el estrado y le arrebató el micrófono por segundos, tras lo que se interrumpió la transmisión televisiva.
"Ha fallado la seguridad absolutamente, me pudieron haber dado un tiro aquí", dijo Maduro al retomar el control. Según la prensa local, se trata de un hombre que gusta de colarse e irrumpir en actos políticos.
Una veintena de gobernantes, entre ellos Dilma Rousseff (Brasil), Cristina Kirchner (Argentina), Raúl Castro (Cuba) y Mahmud Ahmadinejad (Irán), acudieron al acto.
Maduro tomó posesión tras recibir en Lima el apoyo de la cumbre de Unasur. Toda Latinoamérica, menos Paraguay, avaló su victoria. Washington no lo hizo, pero dejó una puerta abierta.
Baja la tensión
La investidura se llevó a cabo en un clima más relajado luego de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) aceptara ampliar la auditoría, del 54% de las urnas hecha el día de la elección, al 46% restante, pero en base a una muestra, lo que dejó por ahora satisfecha a la oposición.
Aunque no implica el recuento total "voto a voto" como reclamaba, Capriles, gobernador del estado de Miranda (norte) de 40 años, aplaudió la decisión del CNE. "¡Hoy más que nunca con fe,esperanza y valentía para salir adelante!", escribió Capriles en su cuenta de Twitter.
Capriles nunca habló de fraude, sino de irregularidades en unos 3.200 casos. De hallarse anomalías de peso en la auditoría, que tardará 30 días, puede optar por impugnar la elección.
"Ha pasado la tensión, en un primer round que gana la oposición porque ha logrado presionar al gobierno a una auditoría que no tenía prevista, aunque al mismo tiempo el gobierno ha ganado legitimidad", declaró a AFP el analista Luis Vicente León.
Venezuela vivió una semana de crispación. Un día después de los comicios, los ánimos se desbordaron en protestas de opositores y choques con chavistas, que dejaron ocho muertos, unos 60 heridos y más de un centenar de detenidos.
Maduro, quien acusó a la oposición de orquestar un "golpe de Estado" al no reconocer su victoria, ganó los comicios con 50,8% de los votos frente al 49% de Capriles, tras una veloz y agresiva campaña de diez días.
Primer presidente chavista
Miles de seguidores del gobierno, vestidos de rojo, festejaron afuera del paralamento: "¡Chávez vive, la lucha sigue!", gritaba la multitud.
"Es el legado del presidente, apoyarlo a él es apoyar al 'Comandante supremo'. Maduro es la continuidad del proceso revolucionario", exclamó José Rendó, un electricista de 38 años.
Autoproclamado "hijo" del hombre fuerte que gobernó Venezuela durante 14 años, Maduro, afronta el reto de llenar el vacío que dejó el líder, cuya revolución socialista partió políticamente en dos al país, ya de por sí dividido entre ricos y pobres.
"Yo soy el primer presidente chavista, soy el primer presidente obrero", dijo Maduro en su discurso, en el que delineó lo que será "gobierno de calle": mano dura contra el crimen, eficiencia, y mejorar los programas sociales que creó su mentor, costeados con los ingresos del petróleo.
Sin el carisma de Chávez y ante una oposición fortalecida, Maduro tiene como tarea urgente enderezar la economía, dependiente de la renta petrolera y las importaciones, afectada por la inflación, la escasez y la falta de divisas; y combatir la inseguridad en el país sudamericano con récord de homicidios -54 por cada 100.000 habitantes-.
"Soy el primer presidente chavista y el primer presidente obrero de la Historia de esta patria. Asumo esta presidencia con coraje, con amor y con deseos de paz", concluyó Maduro, casado con Cilia Flores, mujer fuerte del gobierno de Chávez.
Para los analistas, también enfrentará el reto de asegurar la lealtad de las Fuerzas Armadas, donde existen divisiones políticas e ideológicas.
La investidura cerró con un desfile militar por el Paseo Los Próceres, en el oeste de la capital. En nombre de las Fuerzas Armadas, el ministro de Defensa, Diego Molero, le juró lealtad a Maduro, "como heredero del legado y continuador de la revolución bolivariana".
Al final del día, por quinto día se oyeron cacerolazos y el estruendo de los fuegos artificiales. /AFP