CERRADA y con candado está la posibilidad del referendo revocatorio contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, luego de que “investido” de superpoderes comenzó a gobernar bajo un estado de excepción que le da para todo y ratificó su no ha lugar a la consulta popular, con lo que, en palabras del secretario de la Organización de Estados Americanos, OEA, Luis Almagro, se convierte en “traidor” y un “dictadorzuelo”.
En un nuevo pulso callejero, pero el primero bajo este régimen de excepción, los opositores exigieron la realización de un referendo revocatorio pero no logró su cometido de llegar hasta la sede del Consejo Nacional Electoral, en Caracas, porque la policía y los militares los reprimió con gases lacrimógenos.
Pequeños grupos tiraron piedras y botellas a los agentes, aunque sin incidentes graves, y algunos trataron de burlar el cordón policial por caminos adyacentes en su intento por llegar al CNE.
La protesta, convocada por la coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en una veintena de ciudades, y que en Caracas fue encabezada por el gobernador de Miranda, Henrique Capriles y el presidente del Parlamento, Henry Ramos Allup, se cumplió bajo fuertes gritos que al unísono pedían "¡Revocatorio, revocatorio! Y ¡Fuera Maduro!.
Los opositores reclaman al CNE, al que acusan de aliado del gobierno, acelerar la revisión de un mínimo de 200.000 firmas -exigidas por ley- de las 1,8 millones que entregaron el 2 de mayo como requisito para activar el referendo.
La indignación política se aunó al desespero ciudadano por la falta de comida, medicina, la alta inflación (180,9% en 2015), los apagones y la creciente violencia. Todo ello hace temer un estallido social de impredecibles consecuencias. De ello son conscientes los venezolanos, quienes no tendrían otra vía para forzar un cambio a la dramática situación, máxime ante la negativa de Maduro a permitir un referendo que desemboque en un cambio de gobierno.
Y como lo reseñamos ayer desde estas páginas, aunque nadie quiere si se teme el estallido de una guerra civil y por eso se reiteran los llamados a una salida pacífica, pese a los portazos que para ello asesta el Jefe de Estado.
“No queremos que haya un desangre ni un golpe de Estado", declaró durante la concentración de ayer el presidente del Parlamento -de mayoría opositora-, Henry Ramos Allup e instó al Gobierno a escuchar al pueblo.
Por su parte Henrique Capriles señaló que “el referendo se puede hacer este año y ustedes (CNE) lo saben. Evitemos un estallido”-
El CNE finalizará el 2 de junio la auditoria de las firmas. De ser aceptadas, los firmantes tendrán que revalidar su apoyo con la huella dactilar. Luego, la MUD debería reunir cuatro millones de firmas en tres días para convocar al referendo. La oposición quiere el referendo este año, pues si se hace después del 10 de enero próximo -cuando se cumplen cuatro años del actual mandato- y Maduro pierde, los dos restantes los completaría el vicepresidente, designado por el mandatario. Si se realiza antes, se convocará a elecciones.
Pero tanto el presidente Maduro, como su vicepresidente Aristóbulo Istúriz han cerrado cualquier posibilidad a dicha consulta popular, con argumentos que van desde que es inviable porque es ilegal, hay “fraude en las firmas presentadas” o que los gobiernos se deciden en una elección y por ello se habrá que esperar hasta el 2018 (cuando finaliza el actual) hasta que tras la misma hay una conspiración orquestada por el “imperio”, que tras lo ocurrido en Brasil, “Washington y sus aliados vienen por Venezuela”.
“Traidor” y “Dictadorzuelo”
En medio de ese caldeado ambiente, el secretario general de la OEA publicó una severa carta abierta donde acusa al presidente de Venezuela de “traidor a su pueblo” y le advierte que se transformará en un "dictadorzuelo más, como los tantos que ha tenido el continente” si impide el referendo revocatorio empujado por la oposición.
Distante del medido lenguaje de las comunicaciones diplomáticas, la cabeza del organismo regional desafió frontalmente a Maduro, a quien también calificó de mentiroso y ridiculizó su estilo. "No soy agente de la (agencia de inteligencia estadounidense) CIA. Y tu mentira, aunque repetida mil veces, nunca será verdad…Mi conciencia está limpia", añadió Almagro.
La carta de unos pocos párrafos se inscribe en la pugna existente entre la OEA y el gobierno de Caracas, desde que el diplomático uruguayo sustituyó hace un año al chileno José Miguel Insulza al frente del organismo.
En concreto, Almagro responde a los recientes señalamientos de Maduro, quien el martes acusó al secretario general de la OEA de "traidor", advirtiéndole que conoce muchos de sus "secretos". La carta no dejó de lanzar críticas veladas a las sospechas de corrupción en el gobierno venezolano.
"No soy traidor. No soy traidor ni de ideas, ni de principios, y esto implica que no lo soy de mi gente, los que se sienten representados por los principios de libertad, honestidad, decencia, probidad publica (sí, de los que suben y bajan pobres del poder), democracia y derechos humanos", escribió Almagro.
"Pero tú sí lo eres, Presidente", señaló.
En un tono muy personal, el secretario general de la OEA llamó a Maduro a liberar a los dirigentes opositores presos y devolver el "legítimo poder" al opositor Parlamento venezolano, que ha visto sus competencias constitucionales reducidas por el Tribunal Supremo de Justicia.
"Que nadie cometa el desatino de dar un golpe de Estado en tu contra, pero que tú tampoco lo des. Es tu deber. Tú tienes un imperativo de decencia pública de hacer el referéndum revocatorio en este 2016", indicó Almagro, no sin antes reiterar que “se que te molesta la OEA y mi trabajo, pero lamento informarte que ni me inclino ni me intimido”.
La reacción del gobierno de Venezuela fue casi que inmediata, primero a través de la canciller Delcy Rodríguez quien tildó a Almagro de “escoria imperial”, y luego el propio Maduro quien dijo que “la basura y traidor del secretario Luis Almagro de la OEA y el jefe del Comando Sur (de las fuerzas armadas de EEUU) estuvieron tres horas reunidos. Sé lo que hablaron. Tienen una obsesión con Venezuela”.
Y al referirse a la presión opositora en las calles, el presidente venezolano amenazó con expedir un decreto de "conmoción interior".
“Es un recurso que tengo como jefe de Estado si en Venezuela se desataran hechos golpistas violentos, y no lo dudaré para decretarlo si fuera necesario para combatir por la paz y la seguridad de este país (...) ojalá no hiciera falta, estaré listo, lo tengo listo, cuando haga falta", afirmó en un acto público, no sin antes con su tradicional verborragia emprenderla contra sus detractores y conspiradores internacionales.
La realidad de Venezuela es hoy más que preocupante. Es un polvorín a punto de estallar. Y pese a ello, el presidente Maduro, atrincherado en sus superpoderes mantiene su desafío a “todos” y “todas”.