Domingo, 3 de Julio de 2016
Maquiavélica fue la jugada que Michael Gove le hizo a Boris Johnson cuando le quitó el respaldo a éste, el ex alcalde de Londres, sólo unos minutos antes de que anunciara su aspiración para reemplazar a David Cameron en Downing Street.
A Johnson le dolió como un dardo en su espalda, un golpe, una puñalada trasera. En ese momento iba a postularse como la principal ficha del Partido Conservador, grupo político que tiene el reto de negociar con la Unión Europea (UE) la salida de Reino y no cuenta con una carta fija que represente, por el momento, la unidad partidista.
Graduados de la misma promoción de Ofxord y hermanos de sangre conservadora, Gover y Johnson comparten la misma doctrina partidista y fueron los principales espadachines en la promoción del Brexit. Ambos, con sus diferentes estilos de llegarle al público, se opusieron abiertamente a la permanencia en el bloque, situación que los llevó a enfrentarse con su copartidario, el primer ministro David Cameron.
El partido, que conocía, al parecer, el trasfondo de su enfrentamiento, solía decir que se trataba de un acto de elección democrática, que combinaba aquellos a favor y en contra de la UE. Cómplice o víctima, dejó que la división entre Johnson y Cameron creciera, al punto que, tras los resultados del Brexit, terminó siendo esa colectividad la principal perjudicada.
Los conservadores ingleses hoy están en el ojo del huracán. Son vistos como unos malévolos ajedrecistas que tumban reyes y alfiles como si estuviera peleando con el enemigo, atentando contra la lealtad partidista, que luego de una semana de desavenencias quedó en el piso.
Reino Unido vive una historia de villanos. Las calles de Londres recrean el ambiente escalofriante de Jack “el destripador”, pero se trasladan al turbio ambiente político; es como si fuera una secuencia de culpables: primero vino Johnson que lideró el Brexit y, cuando iba a lograr el galardón de mejor actor, lo tumbó uno más fuerte, Gove.
Es política si se quiere ver así. El partido es una tarima donde salen discursos acordes con una doctrina compartida y la tarima, de seguir aquella lógica, fue quebrada por la vanidad individual de Johnson y Gove, quien finalmente ganó.
Gove, el nuevo villano
Todo pasó en la mañana del jueves pasado. Michael Gove, secretario de justicia de Cameron, estaba reunido con 10 parlamentarios conservadores analizando la candidatura de Johnson, quien contaba con su apoyo. De pronto, como si fuera una decisión premeditada, Gove dijo: no tengo confianza en él, en Johnson, cuenta el periódico The Guardian.
Premeditada pareció su decisión. Si no fuese así, le hubiese tomado más tiempo anunciar su echada para atrás; eran muy amigos, no había campo para la traición. Dirán algunos, otra vez, que es política. Lo cierto es que Johnson salió a dar la conferencia a la 9AM y dimitió a su aspiración de llegar al No.10 de Downing Street.
Pero la premura no fue el aliciente que llevó a Gove a darle la espalda a Johnson. Al mirar en retrospectiva, él siempre quiso estar en la orilla opuesta a sus amigos. Dice, The Guardian, que sus mejores amigos son o eran, Cameron y George Osborne, y cuando supo que iban apoyar la permanencia en la UE se fue al lado del Brexit, con Johnson.
Un partido dividido
Los tories, nombre como se le conoce a un sector del Partido Conservador inglés, hoy están divididos en dos, o quizá, tres sectores. Cameron y Osborne representan el gobierno, que ya anunció que irá hasta septiembre; Johnson, quedó en solitario navegando en medio de uno y otro grupo, y; Gove, junto a otros cuatro candidatos, aspira a convertirse en primer ministro.
Lo cierto, ante todo, es que el Brexit ganó, lo que significa que aquellos que están a su favor son los favoritos. Si se tiene en cuenta, además, que los tories son más fuertes en el campo, donde la gente voto por la salida de la UE, que en las grandes ciudades.
Históricamente el Partido Conservador inglés siempre ha tenido tanto episodios anti Unión Europea como a favor. En los años ochenta, Margaret Thatcher lideró desde su gobierno la integración europea y unos años después se opuso a Bruselas, a quien acusó de ser una “un supra-estado ejerciendo una nueva dominación”.
Al final, la “dama de hierro”, Thatcher, vivió un juicio político promovido por los pro-europeos que le costó su gobierno. El partido quedó dividido, aunque con una mayoría que bogaba por la integración continental. Esta, precisamente, fue la que perdió en esta ocasión, frente a los partidarios del Brexit.
Ante tal panorama, el partido busca nuevos jefes que lideren el proceso para salir de la UE. Dentro de la baraja de candidatos se encuentran ex ministros y secretarios. Tras la dimisión de Johnson, la favorita es Theresa May, quien es la actual secretaria del interior y cuenta con apoyo en ambos bandos.
Además de May está el secretario de Trabajo y Pensiones, Stephen Crabb, que ha llamado a la unidad del partido y el ministro de Energía, Andrea Leadsom, que resulta una ficha secundaria en la carrera por Downing Street.
Y, por último, el infaltable Michael Gove, quien sacó a Cameron con el Brexit y a Johnson con un no a última hora. Pese a todo, su candidatura está ahí, vive en el partido y puede convertirse en un hecho que, como el Brexit, parecía imposible y se volvió realidad.