Los enfrentamientos en Marsella entre hinchas ingleses, rusos y locales confirmaron la tendencia: la violencia está más viva que nunca en el fútbol. No importa el continente, ni la raza, los violentos siempre están en las canchas. Aparte de la violencia de los hinchas un nuevo invitado se ha vuelto protagonista de la máxima competición europea: la política.
La batalla del sábado pasado demostró que los ultras rusos no son sólo un grupo de jóvenes desadaptados animados por el alcohol y el desorden. El nacionalismo infundado y la “profesionalidad” de sus miembros llaman la atención. No son una simple pandilla, son un grupo de hombres preparados por meses para generar caos y defender, como ellos mismos lo llamaron, el “honor ruso”.
Algunos pensadores del Siglo XX calificaron el fútbol como el nuevo escenario donde se enaltecen los nacionalismos. Estos eran mal vistos tras la caída de los nazis, pese a los regímenes que persistían en la cortina de hierro, pero el fútbol se encargó de convertirse en el espacio en donde el discurso radical encontró un lenguaje nacionalista expresado en cánticos, gritos y banderas.
A medida que fueron creciendo los grupos de hooligans y ultras en los ochenta, los gobiernos europeos crearon políticas en su contra. La ex primera ministra de Reino Unido, Margaret Thatcher, fue conocida por ello, atacando estos grupos y convirtiéndose en un ejemplo en el resto del mundo. Si bien los hooligans han sido controlados en Inglaterra, en otros países siguen siendo los protagonistas de los desmanes.
Lo que ocurrió en Marsella el fin de semana pasado, precisamente, es un ejemplo de ello. Dos días antes del partido Inglaterra-Rusia por la Eurocopa 2016, la ciudad vivió innumerables cruces entre hinchas ingleses, rusos y locales. Luego, vino el día del partido y los ultras rusos opacaron aún más la jornada con golpes y patadas en las tribunas.
La mayoría de grupos de hinchas violentos en Europa tienen tendencias neo nazis, aunque hay ciertos grupos de extrema izquierda, y reivindican, mediante diferentes símbolos, un discurso nacionalista. Sin duda, ese es el caso de los ultras rusos.
Marsella, una ciudad que alojaba un simple partido de fútbol, se tornó en un escenario de nacionalismo exacerbado. Los rusos, principalmente, formaron grupos para atacar a los ingleses buscando, en últimas, agredir a Europa, según algunas personas que hicieron parte de los altercados.
Política
Los desmanes de Marsella demostraron que los ultras rusos no son los únicos que opinan que están defendiendo su país. Alexandre Chpryguin, presidente de la asociación de hinchas rusos y colaborador de un diputado ultranacionalista, dijo que los violentos estaban controlados, pese a que las autoridades francesas anunciaron lo contrario.
Chpryguin, un hombre cercano a Vladimir Putin y quien fue fotografiado haciendo un saludo nazi en un concierto, se califica como patriota. Pese a que no dijo abiertamente que apoyaba el comportamiento de los ultras rusos, contrario al diputado Igor Lebdev, la información que reveló tras los hechos y sus inclinaciones ultra patriotas indican que, probablemente, estuvo a favor de lo ocurrido.
Igor Lebdev, por el contrario, sí fue claro en sus declaraciones a favor de los ultras. Diputado del Partido Liberal Democrático y vicepresidente del parlamento ruso, manifestó que ellos habían defendido a su país. "No veo nada malo en la lucha contra los aficionados,", escribió en Twitter. "Todo lo contrario, muchachos bien hecho, ¡sigan así!", concluyó Lebdev, quien forma parte del comité ejecutivo de la Federación Rusa de Fútbol (FRF).
La columnista del periódico The Guardian, Mary Dejevsky, dijo que las declaraciones de Lebdev y el comportamiento de los ultras rusos deben matizarse. Según ella, Lebdev es miembro de un partido ultranacionalista, lo que supone comentarios de ese tipo. Sorprende, sin embargo, que estos comentarios vengan de un político quien, además, hace parte de la FRF, que tiene a cargo la organización del Mundial Rusia 2018.
Las máximas autoridades rusas rechazaron los hechos violentos como se esperaba. No obstante, queda un sin sabor que da paso a varios interrogantes ¿Qué papel jugarán las autoridades para controlar a los violentos en el mundial? ¿Los ultras están financiados por los políticos?
Diplomacia
Los desmanes de Marsella también tuvieron su capítulo en el plano diplomático. Tras conocerse imágenes y número de heridos, las autoridades francesas llegaron a la conclusión que muchos de los ultras rusos tenían entrenamiento militar e, incluso, se especuló que muchos de ellos fueron escogidos para viajar a Francia por su capacidad para pelear y defenderse.
El martes detuvieron un bus que transportaba 43 ultras rusos hacia Lille, desatando la furia de la diplomacia rusa. Serguei Lavrov, canciller ruso, criticó el sentimiento “antirruso” en Europa y anunció que esta decisión podría agravar las tensas relaciones bilaterales.
La policía francesa indicó que tenía suficiente indicios que implicaban a las personas que viajaban en el bus con los actos violentos de Marsella. Los implicados está siendo investigados y algunos, probablemente, serán enviados a prisión, teniendo en cuenta que seis hooligans ingleses fueron sentenciado a 2 años de prisión en Francia.
Con posibles sentencias contra de ciudadanos rusos, los ojos de Europa se ponen sobre las autoridades francesas. Ya no sólo es un enfrentamiento entre hinchas violentos, sino que en unos días puede que se vuelva más tensas las relaciones bilaterales entre Rusia y Francia.