Los retos del Partido de La U | El Nuevo Siglo
Lunes, 22 de Octubre de 2012

El Partido Social de Unidad Nacional se encuentra en un momento muy particular de su historia. Ocho retos se le presentan a esta organización política y son clave para las tareas que sumirá ya sea una jefatura única o una dirección colegiada.

 

 

1. Qué hacer con Uribe

Para algunos observadores, las tensiones internas en La U responden a una puja, como en no pocos matrimonios, por saber quien se queda con la casa y quien se va: los uribistas o los santistas.

Si los uribistas se quedan con La U los que se irían, liberales en su inmensa mayoría, regresarían (con todo y votos) a las toldas rojas, donde los esperan con los brazos abiertos. Esto implicarla desaparición de la colectividad, a no ser que Uribe dejara el Puro Centro Democrático para presentar por La U la lista que pretende encabezar a Senado, cosa muy poco probable, dado que ni siquiera quiso ese aval para su campaña reeleccionista.

Pero si pasa lo contrario, que en cierta manera ya está pasando, la verdad es que el replanteamiento doctrinario tendría que ser radical, pues todo el mundo sabe que La U fue creada para Uribe y por eso el mantra repetido por sus dirigentes, aún los más santistas (empezando por el propio presidente Santos) es que respetan las posiciones del exmandatario y que están prestos a defender su obra de gobierno y la sobrevivencia de los famosos tres huevitos: seguridad democrática, cohesión social y confianza inversionista.

Pero en medio de todo esto, lo que se plantea es que en realidad no saben qué hacer con Uribe. Afortunadamente él ya se sacó solito. Mejor dicho, aunque La U fue creada para él, él nunca la trató como su colectividad, excepto para que votarán en el Congreso: ahí sí era suya.

 

 

2. Cómo posicionarse ante Santos

Pero si en los ocho años de gobierno de Uribe los militantes de La U consolidaron lo que ya eran desde que estaban en el Partido Liberal (lo que de ahí vienen), en este primer tiempo el gobierno de Santos les ha tocado compartirlo –y competirlo– con el resto de la Unidad Nacional: ser gobiernistas.

Digámoslo claramente: más que uribista (o santista) La U es pura y llanamente gobiernista.

Por eso, aunque en época uribista se codeaban con sus semejantes Cambio Radical, Colombia Democrática, Colombia Viva, Alas Equipo Colombia, etcétera, hoy su gran partner (compañero y competidor) es el Partido Liberal. Aquí va a parte el Partido Conservador, que más que gobiernista es un defensor a ultranza de la institucionalidad; pero además, su cercanía a Uribe, a pesar de ser de extracción liberal, es incuestionable: no pocos autores señalan que la gestión de Uribe fue conservadora en muchos sentidos.

La competencia con el Partido Liberal ha llevado a La U a ser muy táctico en sus posiciones frente a la obra de gobierno y los proyectos de la agenda del Ejecutivo, buscando posicionarse ante Santos mucho más allá de ser la colectividad como más votos en el Congreso.

 

3. Cómo evitar la dispersión

Dicho lo anterior, sea quien sea (o quienes sean) que se ocupe (n) de asumir el timón de La U tendrá (n) como prioridad continuar con la complicada tarea de darle cohesión a la militancia de base.

Las críticas con las que habían empezado a moverle la silla al senador Juan Lozano como presidente de La U tuvieron que acallarse tras los resultados de las elecciones locales y regionales del año pasado, porque aunque desde su aparición ha sido la bancada más numerosa en el Congreso, no ocurría así en concejos y asambleas ni en alcaldías y gobernaciones; eso cambió en octubre de 2011.

Pero esa tarea hay que continuarla y profundizarla, en medio del difícil panorama que se le plantea cuando la figura para la cual fue creada (Uribe) ahora el Ejecutivo lo graduó de opositor a sí mismo.

 

4. Banderas políticas propias

Una parte fundamental es tomar banderas propias dentro de la Unidad Nacional.

Una muy clara que ya se presenta así en el Congreso es el de la reforma a la salud. Es un tema sensible para la ciudadanía y al que el gobierno debe prestarle la máxima atención, pero que desde la oposición y las bases sociales de pacientes, médicos y trabajadores de la salud cada vez más se clama por un revolcón radical al sistema que en no pocas ocasiones se plantea bajo la perspectiva de derogar la Ley 100, haciendo borrón y cuenta nueva. Desde el Ejecutivo esa posibilidad resulta espeluznante, por decir lo menos; y sin sacarle el cuerpo al debate, ha propugnado por organizar lo que hay antes de meterse en una reingeniería a fondo. Y en eso La U es el socio calificado. Tanto así que el ministro Alejandro Gaviria prefirió darle el apoyo al proyecto presentado por la colectividad que desgastarse con una iniciativa gubernamental.

Otra bandera podría ser la de la paz. Sin embargo las reservas abiertas o soterradas de no pocos sectores de La U al proceso actual dificultan que sea una bandera de la colectividad.

 

5. Jefatura única o dirección colegiada

La definición de este aspecto casi que va a requerir de unas margarita.

Aunque en realidad, si bien hay argumentos para una u otra posibilidad, los aplausos o rechiflas a la jefatura única son motivados por los nombres que podrían llegar a ostentar esa dignidad partidista.

En especial hay un candidato que desencadena una polarización que no deja campo a la neutralidad: el senador Armando Benedetti.

De hecho, oficialmente es el único aspirante, por lo que entre las muchas voces que abogan por la constitución de una dirección colegiada son abundantes las que en realidad quisieran decir que no les gusta la jefatura única porque es Benedetti quien la asumiría.

 

6. Reelección/Angelino

En Colombia quedó aprendida la lección con Uribe, que cada vez que decía que había que reelegir los tres huevitos, se refería a sí mismo.

Ahora Santos ha preferido guardar silencio. Eso se debe en parte a que, como buen ajedrecista, aunque tenga ganas en realidad no sabe si llegado el momento decida ir por la reelección.

Para La U el asunto está resuelto. Su candidato presidencial para 2014 es Juan Manuel Santos. Allí la posibilidad de que el mandatario se decida por ocupar un lugar mucho más destacado en la historia (universal, que no solo colombiana) y le delegue la continuación de la Unidad Nacional a Germán Vargas es una herejía.

De modo que sí hay un interés claro por la reelección, pero no necesariamente con Santos en el papel protagónico, a lo que La U se opondrá en la medida de sus posibilidades.

Ahora bien. Sea Santos o no, ¿qué papel debería jugar el vicepresidente Angelino Garzón? Han querido, como se dice popularmente, amarrarle la lengua con el aval que le dio La U en el combo con Santos. Pero no han podido, porque se trata de un nexo puramente formal, todos lo saben.

En algún momento alguien se imaginó (con terror) que Garzón pudiera querer disputar con Vargas y otros (Juan Carlos Echeverry, por ejemplo) la candidatura presidencial de la Unidad Nacional en caso de que Santos decidiera no reelegirse. Sin embargo, el directamente interesado no lo ha pensado seriamente (todavía).

 

7. Peros a la agenda

Casi que este es un apéndice del punto 2. Pero visto aquí, luego de mencionar otros cuatro, puede resultar más claro que el pulso con el gobierno sobre ciertos temas obedece a movimientos tácticos, a veces coyunturales.

Bueno no todos. Por ejemplo, en el debate a las regalías los congresistas de La U trataron de combinar su gobiernismo con la defensa de los intereses locales de donde derivan su votación, lo cual por otra parte debería ser la razón de ser del accionar de los legisladores: el control de gestión por parte de sus electores. Pero ese es otro tema.

Un caso típico de qué tanto pueden prosperar los peros de La U a la agenda gubernamental fue el mensaje de urgencia de la reforma tributaria. Los congresistas protestaron por tener que evacuar semejante proyecto tan importante contrarreloj. Pero la protesta no podía pasar a acciones mayores, porque el Partido Liberal está listo a entrar a convertirse en líder legislativo si La U declina su misión (ya se demostró en varios episodios de la Ley de Víctimas, por citar un ejemplo). Y al final, no solo no se desmontó el mensaje de urgencia, sino que se extendió a toda el paquete económico.

 

8. Imagen

Si el anterior parecía un apéndice del 2, este parece una extensión del 3.

No es necesario retener la militancia y consolidar la presencia de los cuadros de La U en asambleas, concejos, alcaldías y gobernaciones, sino que es deseable un mejoramiento de la imagen ante los electores.

Si bien la primera silla vacía le costó una curul a Cambio Radical, las otras en capilla son todas de La U (Dilian Francisca Toro, Fuad Rapag y Eduardo Merlano), lo que se suma al malestar de la opinión pública por el ingreso temporal de Astrid Sánchez a quien, en un país machista y racista pueden estarla también haciéndole el feo por tratarse de una mujer afrodescendiente, se la señala de haber llegado a la posibilidad de reemplazar transitoriamente a Merlano con los votos de su hermano procesado por parapolítica y condenado a 9 años de prisión por la Corte Suprema de Justicia.