Hace cuarenta y cinco años los piques ilegales de carros se llamaban las carreras Ye-Ye. No eran en grandes avenidas, como actualmente sucede, sino en vías que no superan los dos carriles por sentido.
En esa época, al igual que hoy, los pilotos a quienes les gusta revolver lo ilegal y la adrenalina eran por lo general de estratos medio y alto, pero con la gran diferencia de que en los años 70s las carreras eran en la calle 116 o Pepe Sierra, que no llegaba a la Autopista Norte, o la Calle 100 que no conectaba con la Avenida 68.
Con el transcurso de los años, alrededor de esto se crearon “pandillas”, grupos de personas seguidoras de los pilotos que se dedicaban a correr por las noches, cosa que a la Policía no le simpatizó, porque los carros a altas velocidades eran un riesgo para la sociedad.
Los carros que asisten a los piques son especializados para este tipo de actividad nocturna. Los “tunning” son los que corren, los que están “engallados”, esto hace referencia al “filtro de alto flujo”, que les permite más entrada de aire al motor y por lo tanto brinda más velocidad al automóvil, y poseen turbo, una herramienta que se le adapta al motor aumentando los caballos de fuerza.
Éstos pueden ser combinados con los headers, que son "salidas" de escape para cada cilindro. Éstos evitan las turbulencias originadas por los gases del auto al recorrido ser largo y forzar el carro.
Además de engallar los carros con herramientas que doblan su capacidad, también son acondicionados a través del suministro de octanaje, sustancia que se le adiciona mientras se tanquea. Esta sustancia incrementa la potencia del carro a la vez que ayuda a que no se agreda o perjudique la vida útil del motor.
Los “cars sound” son quienes ambientan la noche y le dan el ritmo a las competencias. Estos carros tienen un amplificador de sonido denominado “planta”, que supera los niveles de sonido predeterminados en el ensamble del carro y los permitidos en las calles de Bogotá.
Las plantas mencionadas anteriormente oscilan entre 700.000 pesos hasta 15.000.000 de pesos, o más dependiendo de la marca y los wats que tenga. Los vatios son la medida de alcance y de amplitud de las ondas de sonido. Estos carros están destinados para otras competencias donde se mide cual tiene mejor sonido. Ejemplo, el campeonato de sonido sobre ruedas.
Estas carreras involucran la exhibición de lujosos carros especialmente adaptados, mujeres voluptuosas que animan a los asistentes a correr, música a un alto volumen y miles de apuestas para retar a realizar maniobras peligrosas como hacer trompos, que se dan al girar bruscamente el carro mientras se está frenando abruptamente; quemar llantas, que sugieren el desgaste de las llantas al frenar violentamente, o inmovilizar el carro mientras se le imprime altas velocidades; arrancones, que son las competencias entre algunos autos, el cuarto de milla que es igual a una competencia dentro de 0.40225 km; o simplemente huir de la Policía a gran velocidad, más de 150 km/h. Todo lo anterior poniendo en riesgo la vida de peatones y otros automovilistas.
Las competencias se realizan siempre los miércoles y jueves hacia las 11:30 de la noche en algún punto de la ciudad, coordinado previamente vía telefónica o redes sociales. Después de que están todos reunidos (más o menos 200 carros), se desplazan nuevamente a un lugar que tenga las vías adecuadas para poder aumentar la velocidad sin problemas.
Pero en la noche los vecinos del lugar no podrán dormir por el ruido de los carros, las sirenas de los policías o simplemente un accidente.
Es claro que la dosis de desafío les genera más adrenalina, y cada vez son más los jóvenes que se unen a esta actividad. Es por esto que los mismos responsables les recomiendan practicar la actividad de una manera sana, sin vicios, drogas, que más bien lo tomen de una manera deportiva.
Ante la clandestinidad y para evitar accidentes, existen lo piques legales que se corren en el Autódromo de Tocancipá, pero estos no han tenido la aceptación esperada debido a que el parqueadero cuesta 25 mil pesos y 12 mil pesos por persona; en cambio, cuando corren por las vías de la ciudad nadie les cobra.
En algunos casos la competencia se realiza con dos vehículos, pero en Bogotá hay vías en las que pueden correr hasta cuatro, mientras que las caravanas que se observan pueden oscilar entre 50 y 200 automóviles con un sonido ensordecedor.
El problema de estas carreras clandestinas dio para que el jueves anterior fueran inmovilizados más de 40 vehículos en la Avenida Boyacá después de la calle 134 durante un operativo policial.