Los 17 años del magnicidio. Al cumplirse 17 años del asesinato del líder conservador Álvaro Gómez Hurtado, ocurrido a cuadra y media del sitio del reciente atentado contra el ex ministro Fernando Londoño Hoyos, La Barca se permite recabar en el enjundioso editorial publicado ayer por El Nuevo Siglo sobre este crimen de lesa humanidad que todavía permanece en la sombra.
Se preguntó nuestro Director: “¿Qué clase de sangre corre por las venas de los íncubos del crimen para acallar al mayor crítico del Régimen en el siglo XX, tan solo comparable a la dura lucha que desde el otro extremo político hizo contra la quiebra moral del sistema, el caudillo popular Jorge Eliécer Gaitán? Con la diferencia de que Gaitán era un orador de multitudes, que con pasión irreverente se dirigía a los sentimientos y los hígados del pueblo. Mientras el jefe conservador solía hablar en tono académico, mesurado, mirando de frente a su interlocutor con sus brillantes y escrutadores ojos; en tanto escogía cuidadosamente las palabras, los términos, para intentar de manera inusual y acaso impolítica, como Sócrates, despertar la curiosidad intelectual en procura de despertar, persuadir, convencer y convocar al cambio. Era su obsesión”.
El paralelo entre dos caudillos. Para el editorialista, Gómez “cada cierto tiempo sentía que la política se empequeñecía, envilecía y reducía a los intereses privados y las pequeñas ambiciones de los politiqueros y los burócratas de turno. La metodología de Gaitán era distinta, como corresponde a un populista admirador de Mussolini, les inculcaba a las masas hipnotizadas por su verbo el odio contra las oligarquías, contra la plutocracia, contra los que denominaba vende patrias. Álvaro, como conservador, buscaba el consenso, la suma de voluntades por la vía de la razón, una de las empresas más complejas en un país donde las gentes suelen ser en extremo apasionadas, esquivas a la reflexión; con astutos políticos expertos en la carpintería, los cálculos electorales y la forma de ordeñar el Estado, que ni siquiera se han preguntado alguna vez qué significa servir a Colombia. Ambos dirigentes políticos eran un obstáculo para el Régimen, ambos fueron eliminados sin piedad, con la finalidad de impedir que llegaran a la Primera Magistratura”.
Las tesis de Gómez. Estamos en completo acuerdo con el Director cuando afirma que siguen vigentes las tesis de Álvaro. Cada cierto tiempo salen los políticos a repetir mecánicamente eso del “acuerdo sobre lo fundamental”, sin percatarse de que ningún acuerdo prosperará en tanto persista la coyunda nefasta del Régimen.
“¿Qué diferenciaba a Álvaro Gómez de la comunidad política del país, con la que sostuvo numerosos debates y polémicas, hizo campañas, alianzas o los confrontó en el Congreso, incluso a los conservadores, a lo largo de su dilatada vida pública? Unos dicen que el talante, la sorprendente y cautivante capacidad de movilizar ideas, propuestas y debatirlas en todos los foros y defenderlas en El Siglo. En realidad, lo que lo singularizaba y exalta su memoria en el tiempo es un cierto sentido cesarista y vocación de grandeza”.