El alcohol, el cigarrillo y las bebidas energizantes son de alto consumo entre la población escolar de 20 municipios de Cundinamarca. Así lo reveló un estudio elaborado por la Secretaría de Salud Departamental y la Universidad Nacional de Colombia que involucró un universo de 338.089 adolescentes y jóvenes habitantes del Departamento.
De acuerdo con el gobernador de Cundinamarca, Álvaro Cruz Vargas, la investigación buscó identificar los principales problemas asociados al consumo de sustancias psicoactivas en términos de variables sociales y demográficas estableciendo sexo, edad, ocupación, localización, circunstancias familiares, educativas, comunitarias, convivencia social y seguridad ciudadana que inciden o promueven el consumo de este tipo de sustancias.
El estudio se realizó en los municipios de Soacha, Fusagasugá, Facatativá, Chía, Zipaquirá, Girardot, Mosquera, Madrid, Funza, Cajicá, Ubaté, Sibaté, Guaduas, La Mesa, Tocancipá, Pacho, La Calera, Villeta, Chocontá y Cáqueza.
Dentro de los principales resultados se evidencia que los adolescentes tienen una aproximación con sustancias psicoactivas después de los 13 años, sin embargo, para el consumo de alcohol y cigarrillo la mayoría dice haberlo probado por primera vez a los 12 años.
También se da a conocer que uno de cada cuatro estudiantes ha llevado licor al colegio, ha faltado a clase por estar bebiendo o manifiesta haberse quedado dormido en una fiesta por la ingesta de alcohol. Además, cuatro de cada diez estudiantes reconoce haber asistido a clase enguayabado y uno de cada diez ha vivido una pelea a causa de los efectos del alcohol.
La sustancia psicoactiva con mayor consumo en los 20 municipios es la marihuana, fuera de las sustancias legales. Pero sobresale la cocaína con una prevalencia del 2.4%
Casi el 50% de los estudiantes encuestados cree que hay drogas dentro de su institución educativa y una cuarta parte tiene constancia de ello. Entre uno y tres de cada 10 estudiantes cree que es fácil conseguir sustancias ilícitas y una cuarta parte cree que les sería difícil o les sería difícil conseguir esas sustancias.
La investigación también evidencia que la falta de comunicación familiar, el papel formador o deformador de los modelos de adulto, la interdependencia del consumo con los tropiezos académicos o de adaptación a la disciplina escolar, el el costo en desmotivación y ausentismo de una oferta educativa insatisfactoria.
Los problemas anímicos o emocionales como trasfondo del consumo y la precariedad de alternativas para el esparcimiento nocturno y de fines de semana hacen parte de los factores que inciden en el consumo de sustancia lícita o ilícita entre la población adolescente y juvenil en los 20 municipios donde se tomó la muestra.
El estudio, a su vez propone establecer nuevos espacios de socialización a los jóvenes y expresa la necesidad de capacitar a orientadores escolares, consejeros juveniles, psicólogos y trabajadores sociales, especialmente en el conocimiento de nuevas sustancias psicoactivas. Manifiesta que es apremiante generar espacios alternativos de expresión juvenil, estimular la construcción de proyectos de vida, innovar la infraestructura pública juvenil para generar y facilitar alternativas de esparcimiento nocturno y en fines de semana.
Se destaca que el consumo entre hombres y mujeres es menor en dos o tres puntos promedio. En este sentido, por cada cinco hombres que fumaron marihuana hay tres mujeres que lo hicieron.