Típico retraso mental hay en los esfuerzos por llevar a la normatividad disposiciones que los legisladores nacionales rechazaron como anacrónicas hace un siglo. Para sancionar crímenes en niños, mujeres embarazadas, ancianos y personas indefensas, en general, existen las penas de 20 a 60 años. Y se podría evitar, en estos casos, cualquier rebaja por visita de un Papa, buena conducta o cualquier pretexto humanitario. El martes se sabrá si pasa de la Comisión a plenaria de la Cámara la iniciativa que amenaza con cadena perpetua a los autores de delitos atroces en niños. Ojalá se hunda allí, ese día, evitándole a la Cámara plena malbaratar tiempo en debates extemporáneos.
Enojo paisa. En Antioquia impera un clima urbano de enojo general. Con referencia a las autoridades nacionales de Bogotá pulula la frase: “no aguantamos más un nuevo muerto, un nuevo secuestro, una nueva extorsión”. Fortaleciendo las quisquillosidades paisas, se le ocurrió a Luis Fernando Andrade, director del Instituto Nacional de Concesiones (Inco), decir que no hay recursos para emprender la idea de “las cuatro autopistas de la Montaña en Antioquia”. Serían dobles calzadas de Medellín a Puerto Berrío, a Caucasia, a Turbo y al límite con Caldas. Esta advertencia fue medida como nuevo golpe que “aplica a Antioquia el centralismo bogotano”.
Generales a cuestas. La renovación de los altos mandos no golpeó al general Oscar Naranjo, Director Nacional de la Policía. Más bien, le conservó la marca de cuatro años al frente de la institución. La carrera de Naranjo desde 2007 ha tenido efectos sobre la vida de 17 generales. Cuando el ex presidente Uribe lo nombró jefe policial máximo, salieron 11 generales a quienes no podía dirigir por ser menos antiguo que ellos en tiempo de servicio. Ahora seis generales de la misma Policía deben retirarse.