Llantas: un problema de larga duración | El Nuevo Siglo
Domingo, 1 de Febrero de 2015

Por Álvaro Sánchez *

Especial para EL NUEVO SIGLO

Hace algún tiempo, siendo aún niño, tenía una tía que se quejaba frecuentemente de que tenía una llanta y no encontraba solución para ello; yo no lograba entender el problema pero noto que éste fue agravándose y propagándose, hoy por hoy se calcula que en Bogotá se botan alrededor de 2.750.000 llantas al año y la ciudad tiene que cargar con ellas. La cifra expuesta no es sacada del cubículo sino producto del promedio de diversos estudios que se han realizado al respecto. Creo que si el dinero invertido en diagnosticar el problema se hubiese dirigido a aportar soluciones la situación sería menos caótica. De esta cifra se puede deducir que en la capital del país se bota una llanta cada 11,47 segundos; de otro lado, se calcula que solo el 15% de dichas llantas tienen una adecuada disposición, por lo tanto cada 14 segundos en promedio queda una nueva llanta botada en las calles bogotanas.

De otra parte, en el país se desechan alrededor de 5.000.000 de llantas al año, situación que agrava el problema por cuanto muchas de ellas acaban llegando a Bogotá, una ciudad con menos control y más fácil para botar este material sin tener consecuencias.

Nos podríamos preguntar ¿De dónde provienen tantas llantas? Y la respuesta no es muy difícil; sin contar con los vehículos que ocasionalmente pasan por Bogotá, acá circulan 1.500.000 vehículos particulares, 715.000 de transporte público y cerca de 475.000 motocicletas. Todos ello, aunado a la falta de control, previsión y de cultura ciudadana, causa el fenómeno mencionado.

¿Qué es?

 

En general es una mezcla de diversos materiales entre los que se destacan el caucho natural y diversas clases de cauchos sintéticos. Sin embargo tiene, además, una mezcla de diferentes elementos que le permiten soportar altas y bajas temperaturas, humedad y sequedad extrema, exposición al oxígeno, cargas extremadamente pesadas, aceites, combustibles, luz solar, ser seguras y deformarse el mínimo posible; al lograr éstas características tenemos un producto de difícil degradación y complejo de manejar en términos ambientales.

Entre los muchos elementos que contiene una llanta se pueden destacar el negro de humo que facilita la dureza y la consistencia; el azufre que “vulcaniza” o endurece la llanta; cemento que se utiliza en el acabado; fibras de acero que dan la consistencia y fortalecen las llantas; antioxidantes para que se logre una mayor durabilidad por la resistencia a la luz solar; y aceites y grasas que permitirán malear la mezcla básica; aunque es diferente la mezcla en los diferentes tipos de llantas, los componentes son básicamente los mismos.

Daño por uso  

Existen unas pequeñas partículas en el aire que se denominan “partículas respirables”. Diferentes estudios ubican la participación del desgaste de las llantas entre el 6,2% y el 8,1% del total de las mismas en las ciudades; a pesar de ello esto no es un daño significativo en la composición del aire respirable. De otra parte, la abrasión o quema por uso genera la liberación de diversos compuestos químicos, pero tampoco se encuentra una importante relevancia en el daño ambiental producido por los mismos; así las cosas, la simple llanta no es peligrosa ni se puede considerar un problema significativo y el problema se traslada a la fabricación,   principalmente al pos-consumo.

Daño por desecho

El daño que producen las llantas en su pos- consumo está directamente relacionado con la forma en que éste se realice y puede variar sustancialmente:

·       Disposición en botaderos o depósitos. Éste método genera grandes problemas que son encabezados por el riesgo de incendios y quema masiva, pasa además por la humedad que genera un caldo de cultivo para vectores y termina por ser guarida de ratas, cucarachas y toda suerte de animales que podrían convertirse en plagas.

·       Disposición en vías. Método que aunque ilegal, es el más usado en Bogotá y genera los mismos problemas que el anterior, además de presentar problemas de paisaje urbano y ser en muchos casos guarida de maleantes.

·       Quema de llantas. Dado que la composición química de las llantas contiene algunos metales pesados como el zinc, el cadmio o el plomo, su quema produce nubes de partículas y gases altamente nocivos para la salud y el ambiente. De igual forma se liberan micropartículas que reaccionan con el oxígeno y generan un aumento en la absorción de energías caloríficas, con el consiguiente aumento de las temperaturas. El hollín producido al caer degrada los suelos y reduce la productividad agrícola de los mismos, además de dañar las fuentes de agua y afectar la fauna asociada a los ecosistemas impactados. Y finalmente se asocia en varios estudios médicos con daños irreversibles en la salud humana.

·       Uso en pavimentos, cementos o canchas sintéticas. Hasta ahora es el mejor destino que se le podría dar a las llantas de residuo. A pesar de que causa algunos daños al ambiente es claro que estos no son, ni de cerca, del mismo tamaño que los causados por otras soluciones.

La responsabilidad

La responsabilidad por el correcto pos-consumo de las llantas es de sus fabricantes y el control del mismo le corresponde a la autoridad ambiental, en éste caso a la Secretaría de Ambiente, pero ello dejando en claro que la responsabilidad final debería ser colectiva, puesto que todos terminamos afectados; sin embargo, existe un gran vacío en la legislación que no permite asignar responsabilidades directas. Peor aún, que establece sanciones pero no aporta soluciones de ningún tipo. Se acaba de establecer el cobro del “comparendo ambiental” a los fabricantes de las llantas abandonadas pero cabe preguntarse tres cosas ¿A dónde van a parar los recursos que se adquieran por ese medio? ¿Ese dinero mejorará de alguna manera la salud y el ambiente de los bogotanos? ¿Se perseguirá solo a las empresas legales cuando existe un sinnúmero de llantas de contrabando o de reencauche que no se podrían individualizar para el cobro? Por ahora Bogotá, tal como mi tía, seguirá sufriendo por sus llantas.

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