El líder de la insurgencia comunista filipina podrá volver a casa después de tres décadas en el exilio y participar en unas conversaciones de paz, anunció el presidente electo del país, Rodrigo Duterte.
El fundador del Partido Comunista de Filipinas, José María Sison, escribió la semana pasada en su cuenta de Facebook que espera volver al país tras el holgado triunfo de Duterte, con el que ha mantenido vínculos desde su exilio en Holanda.
"Cuando llegue mi juramento (...) deben saber que yo soy el gobierno y el enemigo, pero ofrezco mi mano en señal de paz, y podemos hablar", dijo en una conferencia de prensa este lunes.
Duterte, que fue alumno de Sison en una universidad de Manila en los años sesenta, dijo el domingo que está abierto a la posibilidad de liberar a presos comunistas y no descartó nombrar en su gobierno a ministros de ese partido.
En su primera conferencia de prensa desde que quedó claro que ganó la presidencial del 9 de mayo, Duterte dijo el domingo que el regreso de Sison será fundamental para poner fin a una rebelión que ha causado unos 30.000 muertos desde los años 1960.
"Claro que es bienvenido. Estoy contento con la noticia de que vuelve a casa. Me gustaría mucho hablar con él sobre la resolución del problema de la insurgencia", dijo Duterte a la prensa desde la ciudad de Davao (sur), de la que ha sido alcalde durante las últimas dos décadas.
Sison, que ahora tiene 77 años, huyó a Europa poco después de que fracasaran las conversaciones de paz en 1987.
El brazo armado de los comunistas, el Nuevo Ejército Popular, cuenta con menos de 4.000 milicianos, muchos menos de los 26.000 que llegó a tener en los años ochenta, según el ejército.
No obstante, la milicia sigue teniendo apoyos en zonas rurales.
El sábado, los comunistas mataron a tres soldados en el centro de Filipinas, según fuentes militares, en el primer estallido de violencia entre ambas partes desde la elección de Duterte, que asumirá el cargo el 30 de junio.
El presidente filipino saliente, Benigno Aquino, reavivó las conversaciones poco después de asumir en 2010, pero las interrumpió en 2013 acusando a los rebeldes de falta de voluntad.
Los comunistas pedían la liberación de numerosos compañeros suyos, a los que presentaban como "presos políticos", un calificativo rechazado por el gobierno de Aquino.