El resultado electoral de octubre, si Santos busca reelección, las maniobras de Uribe y la suerte de Vargas, varios de los elementos internos y externos a analizar
AL ROJO vivo, literalmente, se encuentra la movida en el Partido Liberal. Ese viejo anhelo que en la última década ha rodeado a esa colectividad, en torno a que es necesario apuntar a una reunificación de las distintas vertientes y dirigentes que se apartaron del oficialismo y hoy militan en otras facciones políticas, tomó un inusitado impulso en los últimos meses.
El argumento coincidente es simple y básico: el liberalismo completará 16 años sin poner a uno de los suyos en la Casa de Nariño, primero por el mandato del conservador Andrés Pastrana y luego con las dos administraciones de Álvaro Uribe y la actual de Juan Manuel Santos. Si bien estos dos últimos nacieron en las toldas rojas, se separaron de ellas hace muchos años y hoy son las cabezas más visibles de La U.
En ese orden de ideas, la hoja de ruta que se planea es sencilla: la única forma de que el liberalismo pueda recuperar la oportunidad de ser un partido con vocación real de poder en Colombia y conquistar la Presidencia de la República es ‘reclutar’ de nuevo a quienes se apartaron del oficialismo.
Aunque en la última década esa estrategia siempre ha estado sobre la mesa, se asegura que la idea empezó a aterrizarse seriamente desde cuando el ex presidente César Gaviria asumió la jefatura liberal durante el segundo mandato de Uribe Vélez.
Cuando Gaviria entregó las riendas de la colectividad hace más de año y medio al entonces candidato presidencial Rafael Pardo, la idea se enfrió un tiempo mientras se tramitaba la campaña por la Jefatura de Estado, que finalmente ganó holgadamente Santos, y en la que el aspirante de las toldas rojas no pasó de la primera vuelta y apenas sumó 638 mil votos, el más pobre desempeño del partido en esta clase de comicios en los últimos cuatro comicios de este tipo.
Luego el liberalismo entró a la coalición de Unidad Nacional y de entrada fue más que evidente la empatía entre Santos y las toldas rojas. A ello se sumaron las primeras hipótesis en torno a que el ministro del Interior y Justicia, el ex candidato presidencial por Cambio Radical, Germán Vargas Lleras, de innegable “cuna roja”, también podría recalar a mediano plazo en esa colectividad histórica.
Esta hipótesis se soportó no sólo en los acercamientos políticos y electorales entre Cambio y los liberales en los últimos meses, sino en los análisis que advierten que el ex presidente Uribe le tiene la ‘guerra declarada’ a Vargas (a quien todos ven como seguro candidato presidencial en 2014) y no dejará que éste trate de ganarse el ‘tiquete’ de la sucesión de Santos y menos aún que cuente con el apoyo de La U. Es más, desde ya se afirma que proyectará su propio candidato presidencial para competirle al hoy Ministro del Interior.
Vuelve y juega
Ese escenario fue el que dio pie para que a comienzos del presente año una vez más el viejo plan de reunificación liberal empezara a ambientarse de nuevo. Unas declaraciones de Santos en las que le dijo a los liberales que “si ustedes me consideran su presidente, yo los considero mi partido”, calaron mucho en el ambiente político, a tal punto que lo obligaron a rectificarse: “Nadie se equivoque. Compartir ideas de otros partidos no significa abandonar al que es y seguirá siendo mi partido, el partido de la U”.
También hubo afirmaciones muy directas de los ex presidentes Gaviria y Ernesto Samper en torno a que Santos, si así se lo proponía, bien podría ser el arquitecto de la reunificación liberal, ya fuera desde el Gobierno o cuando dejara el poder. Obviamente tanto en La U como en el uribismo radical esa idea no tiene buen recibo.
Y el último movimiento en esta lenta partida de ajedrez político se dio hace pocos días, esta vez por partida doble. De un lado, Pardo indicó que había pedido a la organización electoral si era viable organizar el próximo 30 de octubre, el mismo día de los comicios regionales y locales, una consulta popular interna en la que los militantes liberales dijeran si estaban de acuerdo con iniciar un proceso de reunificación.
Por otro lado, el ex presidente Ernesto Samper, aupado por un grupo de parlamentarios, terció en la polémica, pero se enfocó no tanto en la reunificación sino en la necesidad de iniciar una “refundación” del liberalismo, que vaya más allá de la mecánica electoral.
Según el ex presidente esto implica convocar un congreso partidista que propicie una reflexión política y programática de fondo, en la que se redefina su posición ideológica centrista en el espectro ideológico, que enfatice su discurso de social-democracia y que “llene el espacio abandonado por una izquierda errática y amenazado por una derecha militante y agresiva".
¿Entonces?
Por ahora es claro que el proceso de reunificación o refundación liberal depende, en gran parte, de la suerte electoral de ese partido. Por ejemplo, es claro que si las toldas rojas no salen bien libradas en los comicios de octubre el anhelo podría truncarse.
Igual debe tenerse en cuenta si el presidente Santos, que hasta ahora ha enviado señales de no querer hacerlo, se decide finalmente por aspirar a la reelección en 2014. Si busca repetir, el ya de por sí complicado proceso del liberalismo sufriría un golpe mortal. También debe esperarse cuál es el margen de maniobra de Uribe Vélez para imponer un candidato propio o si, por el contrario, dirigentes como Vargas Lleras puedan alinderar apoyos de La U y el resto de la coalición de Unidad Nacional para buscar la sucesión en la Casa de Nariño.
Como se ve, reunificación, refundación o como se llame al proceso de ‘reenganchar’ al oficialismo rojo los dirigentes y facciones políticas que hoy militan en otras toldas, todavía está muy crudo y no se concretará en el corto plazo, ya sea por vía de mecánica electoral o de reingeniería política e ideológica.