1. ¿CUOTA INICIAL DE UN PROCESO DE PAZ?: El presidente Santos lo dejó absolutamente en claro: la liberación de los militares y policías secuestrados, así como el anuncio de la guerrilla de renunciar al plagio extorsivo, son gestos que se valoran pero aún insuficientes, pues quedan muchos civiles plagiados. Además, hay que recordar que, además de liberar a los plagiados (‘canjeables’ y extorsivos), el Ejecutivo puso como condición previa para un diálogo de paz que las Farc renunciaran al terrorismo y cesaran hostilidades. Quiere decir que todavía le falta a las Farc para cumplir el piso mínimo que exige el Ejecutivo: tregua unilateral. Por ello el Gobierno, que no busca ni admite mediadores ni facilitadores, no ve escenario en estos momentos para abrir un proceso de paz. Todos los rumores al respecto, como precisó Santos, son especulaciones. En otras palabras, la “llave de la paz” sigue en el bolsillo del Presidente y, por ahora, no piensa sacarla. Y menos aún cuando la Fuerza Pública, aunque sufre reveses (que políticamente afectan la imagen de Santos y da pie a críticas del uribismo radical), está asestando golpes a las Farc cada vez más fuertes y frecuentes.
2. ¿QUÉ SIGUE PARA LAS FARC?: el mayor enemigo de la guerrilla en estos momentos es su propia debilidad. Está claro que el nuevo cabecilla, alias Timochenko, toma decisiones rápidas, entre ellas aceptar que el ‘canje’ -la estrategia que centró el accionar guerrillero en los últimos 15 años- fracasó desde lo estratégico (no lograron nunca el intercambio de ‘prisioneros’), lo militar (distrajeron su pie de fuerza y el Estado retomó la ofensiva y eficacia, poniendo a su favor la balanza del conflicto), lo político (se quedaron sin escenario, ‘diplomacia subversiva’ u apoyos a nivel nacional e internacional) y lo mediático (la guerrilla, por cuenta del drama del plagio, pasó de ser vista como ‘revolucionaria’ a sinónimo de paria y barbarie mundiales). Hacer frente a las falencias en cada uno de los cinco elementos mencionados no sólo es muy complicado, sino que requerirá de muchos años. El problema es que, precisamente, tiempo es lo que no tienen las Farc, pues cada día hay menos margen de acción para demostrar una fortaleza militar decisiva (que no es la capacidad de golpear vía terrorismo) que arrincone al Estado y lo obligue a negociar. Mientras no pueda hacerlo, todo plan estratégico, político o mediático subversivo será inútil.
3. ¿UN TERCERO COMO FACILITADOR O MEDIADOR?: Como se dijo, la posibilidad de un proceso de paz no depende de la voluntad expresada por las Farc, como tampoco de que haya aceptado, unilateralmente, liberar a los últimos militares y policías plagiados; o de que anunciara que no incurrirá más en secuestro extorsivo; o de que estén dispuestas a retomar la agenda de negociación del proceso del Caguán… La posibilidad de un diálogo de paz depende de la discrecionalidad del Gobierno que, como se dijo, no se ve forzado a ello, por ahora, desde lo militar, estratégico, político ni mediático. Y mientras esa sea la situación, no habrá mediadores o facilitadores que fructifiquen. A menos, claro, que éstos (llámese Colombianos y Colombianas por la Paz (CCP), Iglesia, ‘sociedad civil u otros), convenzan a la guerrilla de que si quiere acceder a una mesa de conversaciones tendrá que dar más. Y allí las opciones no son muchas y, podría decirse, se reducen a una: tregua unilateral y previa. Todo lo demás será insuficiente.