Con profundo dolor recibió el país el fallecimiento, a los 85 años de edad, del insigne maestro del vallenato, Leandro Díaz Duarte. Su deceso se produjo el sábado en la madrugada en la Clínica Cesar de Valledupar.
El mundo de la música está de duelo por la desaparición del creador de más de cien canciones. Su popularidad era tal que la gente se sabía los nombres de las más conocidas obras de Leandro, quien se convirtió en leyenda como artista genial.
De origen campesino y pobre, además ciego de nacimiento, lo que le dificultaba realizar labores en agricultura, esa limitación lo impulsó a desarrollar su vocación por el folclor. Desde sus primeros años de infancia mostró grandes aptitudes para cantar y componer melodías, que pronto le ganaron el aprecio y la admiración de quienes lo escuchaban.
Se ha ido este juglar extraordinario, un verdadero poeta de este género musical de tanto apego en tierras del Cesar y La Guajira. Deja inmenso legado con canciones inolvidables como Matilde Lina, -la más famosa-, Dios no me deja, La diosa coronada, que utilizó de epígrafe en la novela El amor en los tiempos del cólera, por Gabo, Los Tocaimeros, entre otras de las más destacadas.