¿Le será fácil a Uribe ser opositor? | El Nuevo Siglo
Jueves, 11 de Agosto de 2011

El ex presidente del Senado Armando Benedetti considera que el ex mandatario podría irse a la oposición a Santos tras los comicios de octubre. Aunque es una especulación, un análisis de la hipótesis evidencia que si lo hace, tendría muchos obstáculos.


1.    PRIMA EL GOBIERNISMO: La fuerza de la oposición se mide por su capacidad de forzar o bloquear políticamente al gobierno de turno. Una cosa, entonces, es declararse opositor y otra muy distinta tener el margen de acción y las herramientas para serlo. Ese es uno de los principales obstáculos que se le presentan al ex presidente Uribe en caso de que decidiera ponerse en la otra orilla del Ejecutivo. Uribe tiene popularidad pero no ostenta una fuerza política (ya sea parlamentaria, partidista, de opinión pública o incluso mediática) que pueda enfilar disciplinadamente contra Santos, y menos aún si éste maneja una coalición como Unidad Nacional (90% del Congreso) y tiene, además del poder y el manejo burocrático, una popularidad similar a la del ex jefe de Estado.



2.    SANTISMO-URIBISMO O URIBISMO-SANTISMO: Aunque cada día es más común oír que existen dos corrientes políticas diferenciadas, no hay tal. El uribismo es la cantera del santismo desde el punto de vista político, ideológico y electoral. La mayoría de los hoy santistas fueron uribistas y viceversa, y ello va más allá incluso del propio partido de La U. Salvo unos dirigentes considerados como la “guardia pretoriana” del ex presidente, la mayoría de dirigentes uribistas tornaron santistas y no toman partido abierto y enfático por ninguno de los dos. Y menos aún aquellos que aspiran a postularse, desde La U, como sucesores de Santos en 2014. Hacerlo, sería un suicidio político tempranero.



3.    PELIGRO DE PERSONALIZAR: Si algo queda evidente en las declaraciones de Uribe (vía Twitter o prensa) es que más que criticar al Gobierno prefiere enfilar baterías contra el propio presidente Santos. Esa personalización, según algunos analistas, lo que deja en claro es que él sabe que le será muy difícil quitarle al Jefe de Estado el apoyo de la coalición, o forzar una fisura en la misma, y por lo tanto el único blanco posible termina siendo la persona y criterio del Presidente. El problema es que éste, pese a todo lo que Uribe ha criticado, tiene hoy tanta o más popularidad y aprobación que su antecesor. Ya hay quienes ven en las críticas de Uribe una reacción quisquillosa y personalista, y no razones válidas y objetivas.



4.    DESGASTE SIN CONTENDOR: El mayor problema que tiene Uribe para convertirse en un efectivo opositor de Santos, es que no logra que éste le dé pelea. De poco sirve lanzar ataques y fuertes cuestionamientos, si desde la otra orilla ni el Jefe de Estado, ni sus ministros ni otros voceros oficiales o extraoficiales los replican directa y puntualmente. En ese orden de ideas, si el “mantra” de no pelear con Uribe, que dijo tener Santos, se mantiene en el tiempo, las agrias acusaciones del primero al segundo no harán más que ruido temporal pero no habrá mayores implicaciones a mediano y largo plazos.



5.    EL “DOCTOR NO”: La cantidad de señalamientos que a diario hace contra el presidente Santos, lo está llevando al extremo de que la opinión pública empiece a considerar que a Uribe no le gusta nada de lo que haga este Gobierno, pues hasta a las cosas más positivas les encuentra algún pero o reparo. Una especie de paranoia que detrás de toda acción oficial ve asomar un intento de desmonte o corrección de lo hecho por su Administración. Si Uribe no logra variar esa percepción pública sobre su negativismo absoluto y radical, simple y llanamente perderá eco e impacto político y mediático. Nada más desgastante y poco creíble que ser previsible en las reacciones y juicios de valor.



6.    MALA HORA JUDICIAL: Este es un elemento clave, pues en los análisis sobre el primer año de Santos en el poder, se coincide en que la mayor sorpresa ha sido la progresiva y acelerada pérdida de poder e influencia política de Uribe. Se dice que hace mucho ruido, pero tiene poco efecto práctico y tangible, como quedó patente en su intención de hacer ‘guiños’ a candidatos para los comicios de octubre venidero. Por ejemplo, por más que todos los días diga que hay espectacularidad y ‘falsos positivos’ con la denuncia de los escándalos de corrupción en su gobierno, la opinión pública, según las encuestas, poco le cree y menos aún cuando cada semana ex altos funcionarios desfilan a tribunales, cárceles y otros sitios de reclusión.



7.    JUNTO AL POLO Y LA IZQUIERDA: Este es quizá uno de los temas que más debería preocupar a Uribe en caso de que decida lanzarse a la oposición abierta y directa al gobierno Santos. Hasta el momento, el único partido que se ha declarado en contradicción total al Gobierno ha sido el Polo. En la lectura del escenario político, es muy difícil ver a Uribe y al Polo, no aliados obviamente, pero sí alineados en la misma orilla crítica del Ejecutivo. Es ingenuo, pese a lo que dicen algunos uribistas, que el ex presidente se ubica más en el centro radical para ‘cantarle la tabla’ a Santos, mientras que el Polo lo hace desde la izquierda más ácida… Y menos en un país en donde hace carrera la desgastada frase “el enemigo de mi enemigo, es mi amigo”.