A hoy poco valor agregado para nuestro país tendría la continuidad en el Salón Oval, pero si pasa el TLC la situación empezaría a cambiar.
EN MEDIO de la crisis bursátil mundial debido a la baja de la calificación de la deuda de Estados Unidos, el telón de fondo ha sido, sin duda, qué tanto se está afectando la posibilidad de reelección de Barack Obama.
Los analistas de la política norteamericana insisten en que el desgastante pulso con el Partido Republicano para lograr un acuerdo que le permitiera ampliar el techo de la deuda, pacto que sólo logró a última hora y con muchas cesiones de los Demócratas, y bajo la amenaza inminente de una moratoria de EU en el pago de sus obligaciones crediticias, demostró que la Casa Blanca tiene un margen de maniobra muy débil.
Pero en la orilla de los Demócratas se replica que Obama continúa siendo el hombre fuerte de Estados Unidos y que es ingenuo creer que este asunto coyuntural de la deuda y la crisis bursátil tendrá repercusiones en el escenario electoral, que no sólo es tempranero (los comicios son en noviembre del próximo año) sino que el Gobierno tiene suficiente tiempo para corregir el rumbo y recoger en el corto plazo muchos de los frutos de su gestión.
A su turno en las toldas republicanas argumentan que Obama, que en abril pasado anunció su intención de aspirar a un segundo periodo, tiene un camino muy complicado para repetir mandato. Señalan que su popularidad apenas supera 40%, según los últimos sondeos, y que la reactivación económica que tanto prometió no asoma con fuerza, y ello impactará sustancialmente en el ciudadano de clase media, en donde se concentra el más voluminoso nicho de votantes. Agregan que sectores de esta facción política como el Tea Party (la corriente más radical dentro de los republicanos) empiezan a tener menos reservas dentro del electorado y allí podría estar la clave para sacar a los Demócratas de la Casa Blanca.
Más allá de esas distintas ópticas partidistas, lo cierto es que sondeos como el publicado esta semana por el periódico USA Today, evidencian que 51% de los consultados no reelegirían a Obama mientras que sólo 47% respaldaría su continuidad en el gobierno.
Sin embargo, la misma encuesta registró que ninguno de los nombres que están sonando dentro de los republicanos como posibles candidatos presidenciales (el ex gobernador de Massachusetts, Mitt Romney; el gobernador de Texas, Rick Perry; la congresista Michele Bachmann y el experto médico Ron Paul) superaría en las urnas a Obama. Claro, a esta lista falta sumar otros nombres como el de la ex gobernadora Sarah Palin.
Y no faltan los analistas que arguyen que nada es previsible en la política norteamericana, menos aún con un Congreso bipartidista tan desprestigiado, al punto que 76% de los estadounidenses no los reelegirían en sus curules.
De aquello, poco…
Aunque la campaña electoral en Estados Unidos sólo comenzará con fuerza en el primer trimestre del próximo año, dadas las cruciales relaciones entre Bogotá y la Casa Blanca desde ya tiene que empezar a analizarse si a Colombia le convendría una reelección de Obama, o que haya un cambio de titular en la presidencia del país más poderoso del planeta.
No se puede perder de vista que cuando en noviembre de 2012 los estadounidenses acudan a las urnas para señalar a su Jefe de Estado, el presidente colombiano Juan Manuel Santos apenas estará por los dos años y tres meses de mandato, es decir que tendrá un lapso de tiempo muy largo todavía para tratar con la Casa Blanca.
Y ¿cómo le ha ido a Santos con Obama? Al decir de los analistas, la relación, aunque cordial, no ha sido productiva. El nivel de ayuda de Washington al Plan Colombia sigue su ruta de marchitamiento progresivo y si bien la Casa Blanca a cada tanto reitera que nuestro país es su principal “socio y aliado” en la región, en la práctica no hay un cambio sustancial en las relaciones. Es más, en la primera reunión de ambos mandatarios, en el tercer trimestre del año pasado, se habló de un redimensionamiento de las mismas, que fuera más allá del Tratado de Libre Comercio (TLC) y la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, poco de eso se ha concretado.
La ratificación del TLC continúa estancada, pese a que Washington insiste en que el pacto debe ser refrendado por el Congreso. Cada vez que se afirma que el camino está despejado y los apoyos bipartidistas asegurados, algo pasa.
En los últimos dos meses, por ejemplo, primero se atravesó la presión de los Demócratas a los Republicanos para aprobar la prórroga de la Ley de Ajuste Comercial (TAA, por sus siglas en inglés), que contempla ayudas a las empresas y trabajadores afectados por la apertura comercial. Y cuando ese tema empezó a solucionarse, vino todo el pulso bipartidista por la ampliación del techo de la deuda pública, obligando a aplazar la ratificación de los Tratados con Colombia, Panamá y Corea del Sur para después del receso legislativo, en septiembre próximo. Se espera que para entonces no haya más obstáculos, pero nadie sabe qué pueda pasar a última hora.
Pero…
Con ese panorama al frente, a hoy la reelección de Obama no parecería implicar un valor agregado muy importante para Colombia y el gobierno Santos. Sin embargo, todavía falta más de un año y tres meses para la cita en las urnas y de aquí a allá muchas cosas pueden pasar.
Por ejemplo, si el TLC es aprobado antes de terminar este año, es claro que la relación Colombia-EU tendrá un empujón sustancial. De igual manera, desde la propia Casa Blanca se ha informado que una de las prioridades del último tramo del gobierno Obama será Suramérica.
Como se dijo, si bien a hoy la reelección presidencial el EU genera más frío que calor en Colombia, aún es temprano para hacer diagnósticos definitivos sobre la conveniencia para nuestro país de la continuidad del hoy titular de la Casa Blanca.