Por Catherine Nieto Morantes
Periodista EL NUEVO SIGLO
CRÓNICA. La oscuridad es la primera percepción que como espectador de teatro se vivencia dentro de una sala destinada para este fin. Sin embargo, poco a poco las emociones varían paulatinamente desde el mismo momento en que el humo expectante invade el escenario, seguido por el juego de luces que le dan vida a una historia que está a punto de comenzar.
Cae el telón y de inmediato el cruce entre actores y público es mágico. La compenetración es tal que desde el mismo instante en que el artista hace su primer movimiento, la atención del asistente se enfoca sólo y tan sólo en lo que sucede sobre las tablas.
Experimentar este suceso se ha hecho cada vez más fuerte en Bogotá, por lo que la industria del teatro ha crecido considerablemente, ya que la capital posee más de 100 escenarios que cuentan en su oferta con conciertos, cine, danza contemporánea y diversos eventos para ello. Sin embargo, son contados los sitios para dedicarse tan sólo a ejecutar relatos que te hacen llorar, reír, sentir miedo y experimentar miles de emociones por cerca de 2 horas, por precios que oscilan entre los $15mil y $40mil, con descuento para algunos casos.
EL NUEVO SIGLOconversó con Juan Ricardo Gómez, director de los teatros Santa Fe y Belarte, unos de los más representativos en Bogotá, quien indicó que actualmente la asistencia a las salas “ha subido mucho. Gracias a Dios el público bogotano cada día está asistiendo más, digamos que las propuestas culturales que han sido un crecimiento dentro de Santa Fe, teniendo una recuperación fuerte de hace 3 años para acá en los ya casi 13 que llevo manejándolos y el Belarte que recién lo tomo este año, ha sido muy buena la asistencia. Así que yo sí puedo decir con conocimiento de causa con los dos teatros que tengo, que la asistencia es buena y que la gente mientras haya un buen espectáculo, haya un buen servicio desde la entrada de la sala y haya como una conciencia de lo que uno está ofreciéndole al público, él se interesa por llegar y querer siempre mirar qué otras alternativas hay”, afirma Gómez.
Con respecto a lo que más recoge taquilla, “Yo pienso que para todas las obras hay público, pero que definitivamente el público bogotano en específico le gusta mucho las comedias de buen nivel, comedias finas y musicales, es el nuevo gusto que tienen ahorita los asistentes en los espectáculos, obviamente los dramas tienen su público y gusta pero a nivel de asistencia llena más cuando es comedia que cuando es drama”, explica el director, quien se identifica por escribir y dirigir este tipo de obras.
Las correrías para asistir a teatro “definitivamente son los viernes y los sábados, de un tiempo a la fecha ha ocurrido un fenómeno y es que está viniendo más gente los miércoles que los jueves, entonces es muy simpático porque uno pensaría que un jueves por ser más cerca al fin de la semana pero el miércoles está funcionando más el público”, afirma Juan Ricardo.
En el reparto de sus obras se incluyen actores de mucha trayectoria, reconocimiento y calidad artística para que cuando la gente vea el cartel se sienta impulsada a ver la obra por identificarse con el actor. El reparto lo complementan actores no tan reconocidos, pero con talento y el tercer punto es darle la oportunidad a un artista nuevo.
“El actor de cartel, lo llamamos, negociamos, pero no se le hace casting porque por respeto con su trayectoria necesitemos conocer su trabajo. A los demás sí les hacemos un casting pero siempre pensando en que la calidad artística sea óptima, ese es el principal objetivo de nuestras obras”.
El actor Julio Pachón, destacado por su trabajo en televisión, cine y teatro, de voz sonora y amable y quien siempre tiene un dicho afín con el personaje, ya que según él salen de montar en Transmilenio, también conversó con EL NUEVO SIGLO sobre la importancia de que el arte aun sea valorado por el público nacional “es bueno que haya espectadores que acudan a ver a los actores colombianos, eso me tiene muy feliz”.
Adicionalmente, cuenta con emoción, “estoy en un proyecto con el teatro Santa Fe que se estrena el 5 de mayo, se llama Machos y será con Luis Fernando Salas y Julián Caicedo, una comedia dirigida y escrita por Juan Ricardo Gómez”.
Sobre lo que siente un actor en escena, la actriz Aída Bossa, quien actualmente actúa en la obra ‘Hay un Complot’, del teatro La Castellana, nos contó que llevaba 2 años sin hacer teatro porque estaba en televisión. “Tristemente las productoras a veces no te permiten hacer teatro cuando estás en televisión por los tiempos. Casualmente hace poco me llamaron para algo y nada, obviamente mi prioridad ahorita es el teatro y estoy feliz además. Tristemente es así y pues ahorita estoy conectada con ‘Hay un Complot’ y vamos a estar en temporada 2 meses y lo necesitaba (acentúa) ¿sabes? O sea yo necesitaba volver a hacer teatro, siempre es necesario volver otra vez y estar en las tablas, conectarte con la voz, tu cuerpo, esa sensación de estar aquí lo que te causa es contar algo, decirle algo a la gente porque además es un deber como artista, decir las cosas de los que no pueden hablar, esa sensación no tiene comparación con nada, entonces me lo estoy disfrutando muchísimo”.
Así como el teatro Santa Fe, el Belarte y La Castellana, hay otros lugares a donde el público bogotano acude para conocer historias nuevas a través de las tablas, algunos de ellos son: el teatro Erdiart, Colsubsidio, Jorge Eliécer Gaitán, La Mama, Ditirambo, Libre y el Teatro Nacional, entre muchos más.
“El teatro es mandarte al ruedo y uno siente la luz y se deja ir, entonces cada historia es diferente”, cuenta Aída.
Sobre lo que le hace falta al teatro, Gómez concluye, “los que hacemos teatro tomemos conciencia de que es una muy buena oportunidad de hacer empresa en este país y no sigamos con el discurso trasnochado de que hay que buscar apoyos del Estado ni de la empresa privada. Cuando si tú tienes un buen trabajo y una buena gestión puedes sacar tus proyectos adelante, diría que cambiar la mentalidad tercermundista con respecto al arte y convertirlo como en grandes potencias, como una buena posibilidad de mejorar inclusive nuestro producto interno bruto”.
Tras risa o llanto, los asistentes finalmente han conocido un cuento nuevo y quedan con ganas de buscar cuál será la siguiente obra por ver.