En cuestión de pocos días se habló desde la posibilidad de una “pausa” en el proceso hasta señalar una fecha límite para que diera resultados. También de una ofensiva terrorista y de un Gobierno poniendo precio a cinco cabecillas subversivos. Aquí los escenarios en juego
La P de palabrería… a diario
Ante el estilo cerrado y de máxima confidencialidad que imponen las reglas del juego para el funcionamiento de la Mesa de Negociación, es claro que el avance o retroceso de las tratativas termina siendo ‘dictado’ por las declaraciones que las partes dan por fuera de esa mesa. Es más, la amenaza días atrás en torno a que las Farc podrían emitir un documento público informando cómo avanzaba puntualmente la negociación, fue respondida de inmediato con una advertencia del Gobierno en torno que se rompería el principio de confidencialidad. Eso llevó a la guerrilla a dar un paso atrás y decir que nunca se ha propuesto romper las reglas del juego. Así las cosas, de la marcha del proceso no se sabe más allá de la “palabrería” de las partes fuera de la mesa, que no da claridad alguna. Lo único que se sabe es que, según la subversión, tienen ya 25 páginas de acuerdos parciales con el Gobierno que, a su turno, urge acelerar las negociaciones y dar resultados y para ello ya hay un plazo establecido: el 18 de noviembre ¿Qué contienen esas 25 páginas de acuerdos o que “resultados” es lo que espera el Ejecutivo en menos antes de cinco semanas? Nadie lo sabe. Al final, como bien lo dijera el propio Santos, no hay que “pararle bolas” a lo que se diga por fuera de la mesa y sus comunicados oficiales.
La P de posibilidades… en el proceso
Esta semana el presidente Santos le metió más leña a la ya prendida hoguera de la polémica sobre el proceso de paz. En reunión con la bancada de La U sostuvo que tenía tres opciones frente a la negociación con las Farc: primero, romper el proceso definitivamente; segundo, suspenderlo mientras pasan las elecciones y la guerrilla muestra más voluntad de paz; y tercero, mantener las tratativas en La Habana por un tiempo más hasta que se den los resultados que se esperan. Aunque Santos sometió a votación los tres escenarios, nadie sabe si fue apenas un ejercicio político con la bandada de su partido o si, en realidad, está midiendo el ambiente alrededor de las tres opciones para elegir la que más cale en el país. Lo cierto es que el eco a las tres alternativas no fue poco y los analistas trajeron a colación que, también esta semana, el propio Santos había indicado que si “esto (el proceso de paz) fracasa tendré la tranquilidad de que no hice concesiones ni militares, ni del territorio nacional se ha cedido un solo centímetro”. Para no pocos analistas, el Presidente sí estaría considerando una medida drástica en el proceso de paz, ya sea para que este dé resultados concretos que rompan con el escepticismo que existe en el país, o, incluso, para acabar la negociación y quitarle el caballito de batalla política y electoral al uribismo.
La P de pausa… en negociación
Aunque el presidente Santos nunca precisó el sentido de las tres hipótesis que le planteó a La U, y sólo se limitó, en medio de la polémica, a hablar sobre el plazo del 18 de noviembre para que la negociación dé resultados, lo cierto es que las Farc sí le hicieron eco a la controversia y el miércoles pasado no dudaron desde La Habana en indicar que si era consensuada, la guerrilla estaría dispuesta a una “pausa” en el proceso mientras pasaba la época electoral. Obviamente la rapidez con que la subversión reaccionó a una posibilidad de tantas implicaciones sorprendió, pues no son pocos los analistas que consideran que si las Farc dejan que el proceso se dilate hasta el próximo año, las posibilidades de reelección presidencial de Santos serían más reducidas, pues éste no tendría una fuerte bandera de la paz para llamar a los colombianos a respaldarlo en las urnas y evitar así que un candidato uribista, que claramente acabaría la negociación o la condicionaría hasta hacerla imposible para la subversión, llegue al poder ¿Por qué, entonces, las Farc aceptarían una pausa? Hay expertos que consideran que la guerrilla es consciente de que antes de noviembre o diciembre será muy difícil que se llegue a un acuerdo total en los cinco puntos de la agenda y por ello, en vez de arriesgarse a un fracaso, lo mejor sería optar por un congelamiento de la mesa.
La P de posponer… el referendo
La posibilidad de una ruptura del proceso con las Farc no se ve cercana, por más que las partes se crucen acusaciones sobre la improductividad de la mesa, las Farc adelanten acciones terroristas o el Gobierno anuncie ofensivas para acabar cinco cabecillas subversivos. A ello se suma que si las partes en realidad están contemplando la posibilidad de una suspensión o una pausa, al menos mientras pasa la época electoral, la primera ‘baja’ de esa decisión sería el referendo por la paz, pues si no hay acuerdo en La Habana, pues no se puede citar a las urnas a los colombianos para que voten Sí o No. Hasta el momento lo que el Congreso está tramitando es apenas una reforma que permitiría que los referendos relacionados con temas de paz se puedan votar los mismos días en que se cita a elecciones parlamentarias o presidenciales. Nada más. El texto del referendo por la paz sólo se conocerá cuando haya un acuerdo en La Habana, se confeccione un cuestionario al respecto, éste se lleve al Congreso, allí lo aprueben, y pase luego a revisión previa de la Corte Constitucional. Y si allí pasa el examen, entonces la Registraduría tendría que citar a las urnas. ¿Se puede cumplir todo eso antes de marzo 9 de 2014, día de las parlamentarias? Parece imposible. Incluso los tiempos son muy apretados para votar un referendo en mayo (primera vuelta presidencial). Tocaría en junio (segunda). Como se ve, el referendo está muy, pero muy complicado.
La P de pico… terrorista
Hubo dos situaciones esta semana que, más allá de que se esté negociando en medio del conflicto, preocuparon en forma grave. De un lado, los atentados terroristas que guerrilleros perpetraron contra torres de energía eléctrica, un oleoducto e incluso un carro-bomba en Nariño, Cauca y Antioquia. A ello se suman otros ataques a patrullas militares en distintas partes del país. Y de otra parte, la advertencia del presidente Santos a mitad de semana en torno a que esa guerrilla había ordenado a sus frentes perpetrar una oleada terrorista, incluso contra blancos emblemáticos de las Fuerzas Militares y la Policía ¿El motivo de esa ofensiva? Según el Presidente: las Farc quieren demostrarle al mundo que “están vivas”. Es apenas obvio que ambas circunstancias generaron preocupación en la opinión pública porque en momentos en que el proceso de paz está en el ojo del huracán por su improductividad y las exigencias insólitas y exageradas de la guerrilla, lo peor que podría pasar es que se desate una escalada terrorista. Si ello llega a producirse, prácticamente la negociación en La Habana perdería el poco margen de acción y tolerancia que mantiene en la opinión, y obligaría al Gobierno a tener que tomar medidas drásticas. Si no lo hace, el leve repunte de la popularidad presidencial en las últimas dos semanas volvería a derrumbarse, pero esta vez a escasos meses de la cita en las urnas. Y ese es un papayazo que Santos no dará.
La P de pendiente… lo del Eln
Aunque se ha tratado de mantener en la más absoluta reserva, lo cierto es que ya es vox populi que varios delegados del Gobierno y la guerrilla del Eln han estado en contacto con el fin de avanzar las bases para un diálogo exploratorio de paz. Incluso, se mencionan ya cinco países (Venezuela, Uruguay, Brasil, Cuba o un centroamericano) que estarían dispuestos a albergar esas conversaciones preliminares. También se conoce que ya el ‘Comando Central’ del Eln (Coce) habría aceptado, a regañadientes, que si hay proceso, éste será independiente de la negociación con las Farc. En otras palabras, que no habrá mesa de negociación conjunta con ambas guerrillas. Sin embargo, es claro que si las tratativas con las Farc se complican hasta llegar a un punto muerto, los acercamientos con los elenos se dificultarán o entrarán al congelador, al menos mientras pasa la época electoral y se define si hay cambio de titular en la Casa de Nariño. Ahora, si, por el contrario, en La Habana producen un resultado lo suficientemente contundente como para renovar la confianza en la utilidad de la negociación, entonces el diálogo con los elenos se aceleraría sustancialmente, más aún si se tiene en cuenta que la idea del Gobierno es aplicar la misma metodología que se tiene con las Farc, pero que ahora sería más rápida pues el camino está señalado. Como se ve, la posibilidad de abrir un segundo flanco de paz con otra guerrilla, dependerá única y exclusivamente de lo que pase con la negociación ya vigente con las Farc.
La P de puntos… inamovibles
Otra de las circunstancias de esta semana es que los inamovibles de Gobierno y Farc continúan siendo irrenunciables. Los negociadores subversivos han insistido que no están dispuestos a pagar un solo día de cárcel y que su idea es que la cúpula y todos los cabecillas puedan pasar a participar en política. Las Farc se dicen dispuestas a pedir perdón y aceptan ser victimarias, pero también han dejando claro que no se someterán a legislaciones internacionales, en directa alusión a la Corte Penal Internacional (CPI). Entretanto, el Gobierno continúa advirtiendo que hay unas “líneas rojas” que no se pueden sobrepasar, y la principal de ellas es que no habrá impunidad total a los guerrilleros y menos en relación con los delitos de lesa humanidad. Paradójicamente aquí el telón de fondo de este inamovible es el mismo: la CPI y su premisa de que no puede haber perdón total a los delitos más graves y sus responsables deben pagar un mínimo de cárcel. Y el otro gran inamovible es que la refrendación del acuerdo será por la vía de un referendo, lo que de entrada impone a las Farc la necesidad de medir sus exigencias pues los colombianos negarían las más exageradas en las urnas. La idea de una constituyente está absolutamente descartada.