Cuando vemos alguna lombriz tendemos a mostrar señales de asco o de desagrado y normalmente evitamos entrar en contacto directo con ellas. De alguna manera les cobramos su gran parecido a las serpientes y su contacto permanente con la tierra, lo cual nos hace presumir que son sucias y posiblemente transmitan infecciones. Lo que pocas personas saben es que estos animales tienen no solo una particular importancia para nuestros ecosistemas, sino también un sinnúmero de utilidades para el género humano.
Quizá pocas personas conozcan el término “Vermicultura”, que hace referencia al proceso de reciclaje de basura o residuos orgánicos a través de las lombrices con el fin de producir abonos naturales.
El proceso se basa en la capacidad de la lombriz de alimentarse no solo de tierra sino de cualquier residuo orgánico que se le ponga por delante. En su sistema digestivo todo lo consumido se transforma en humus a través de sus excrementos.
La lombriz es un animal hermafrodita que puede vivir alrededor de 5 años, aunque su ciclo normal no llega a los 3 años, durante los cuales puede llegar a producir alrededor de 600 gramos de humus, convirtiéndose así en una fábrica viviente de este.
Como se sabe, el humus es rico en nitratos, magnesio, fósforo y potasio. Todo ello además de llegar a tener cerca de 300 microorganismos por grano, lo cual duplica el número de microorganismos por grano contenidos en el suelo natural.
Aunque le cueste creerlo la lombriz en sí misma es proteína pura y, por lo tanto, es utilizada en muchas partes del planeta como fuente substituta de alimentos y como factor de protección contra la desnutrición. Fácilmente usted habrá consumido lombriz sin saberlo.
Más utilidades
Pero la lombriz de tierra, a la que Aristóteles en su tiempo denominó “el intestino del mundo”, tiene otras utilidades más allá del procesamiento de los residuos y de ser una posible alternativa a la seguridad alimentaria. Básicamente son fuente importante de alimento de especies de orden superior como las aves y algunos mamíferos. Igualmente son un apoyo importante para la agricultura, especialmente la campesina.
Existen alrededor de 4.450 especies de lombrices identificadas en estudios científicos, pero se calcula que podría haber algo más de 7.000 especies distribuidas en todo el planeta, con la única excepción de la Antártida, en donde no se ha identificado ninguna.
Las comunidades de lombrices generalmente están conformadas por entre dos y seis especies. Su composición depende de factores diversos como el uso de la tierra, tipo de suelo, topografía y vegetación.
Las lombrices constituyen una parte muy importante de la biomasa del planeta, en forma especial en las zonas templadas y cálidas. No es común encontrarlas en bosques excesivamente ácidos o en lugares de baja producción -natural o antrópica- de residuos orgánicos de buena calidad.
Existen evidencias serias de que la pérdida del contenido de materia orgánica en el suelo y la degradación del mismo, están directamente relacionadas con la destrucción de la fauna del suelo, de la que la mayor representante es la lombriz.
Por el contrario, en los lugares en que esta fauna se preserva, las lombrices alcanzan a procesar 250 toneladas de suelo por hectárea al año. Este trabajo, casi desconocido para el común de los humanos, mejora sustancialmente las propiedades químicas, biológicas y físicas del suelo, produciendo más nutrientes y haciendo más productivos los suelos.
Las lombrices generalmente promueven la aireación y porosidad a través de la formación de madrigueras. Al incrementar la proporción de grandes agregados en el suelo, sus efectos son especialmente importantes en suelos con estructura pobre. Al aumentar la tasa de infiltración de agua, las lombrices reducen las pérdidas del suelo.
Cuidar las especies
La mayoría de estudios realizados sobre la influencia de las lombrices en el crecimiento de las plantas han reportado buenos resultados, otros efectos negativos o incluso ninguna consecuencia real.
Lo cierto es que las lombrices producen un incremento de producción de retoños y granos en diferentes cultivos, según los ensayos de campo y en pruebas de invernaderos. Los efectos benéficos de las lombrices sobre el crecimiento de las plantas se pueden deber al incremento en la disponibilidad de nutrientes y agua, mejoramiento de la estructura del suelo, estimulación de microorganismos o formación de productos microbiales que aumentan el tamaño vegetal. O También por la posibilidad de la producción directa de sustancias promotoras del crecimiento.
El ser humano, entonces, acaba teniendo una dependencia amplia de las lombrices existentes en el territorio que habita. El cuidado de ellas en forma resumida provee alimento, fertilizantes, conserva una gran variedad de fauna útil a los ecosistemas, mantiene y mejora los suelos y permite una mejor y más productiva utilización de los mismos.
Su depredación traerá las consecuencias contrarias y podría terminar por arruinar los suelos productivos y afectar el hábitat de las regiones en que esto ocurra. Y, sobre todo, podría afectar la seguridad alimentaria. Así las cosas deberíamos de preocuparnos por conocer algo más de estas rastreras amigas, por cuidarlas y defenderlas, además de agradecerles el arduo trabajo que todos los días realizan por nosotros.
Finalmente, es importante hacer saber que, en cualquier jardín, en cualquier terreno pequeño o grande y prácticamente en cualquier lugar podemos tener criaderos de lombrices y producir suficiente humus para fertilizar nuestros jardines o nuestros sembrados. Hacerlo no tiene grandes costos y es de relativamente fácil manejo. Eso sí, como en otras muchas actividades de importancia singular, no existen créditos blandos ni apoyos estatales para poner en marcha estos proyectos.
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