Sábado, 19 de Noviembre de 2011
Rodulfo Ospina, investigador de la Universidad Nacional, propone convertir la quebrada La Vieja, una de las pocas fuentes que no ha sido alterada en Bogotá, en un laboratorio viviente de investigación.
La iniciativa del doctor en Zoología y profesor asociado del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia, se basa en que la riqueza de este ecosistema no ha sufrido mayores alteraciones por parte del ser humano.
Esta pequeña quebrada, cuyo bajo caudal nace kilómetro y medio arriba de la Avenida Circunvalar con calle 72, “es una joya que debemos cuidar y disfrutar, pues no recibe ningún tipo de contaminación”, afirma Ospina, quien desde el 2002 ha dirigido varias investigaciones de pregrado, maestría y doctorado sobre distintos aspectos de la fuente.
La única intervención a este cuerpo de agua ha sido la canalización de su cauce, abajo de la Circunvalar, y la siembra de pinos y eucaliptos en algunas partes de su ronda.
Desde la ecología funcional, que parte de la base de que un río es mucho más que el agua que pasa por él, las investigaciones desarrolladas alrededor de La Vieja se han ocupado de las funciones de los sustratos que arrastran sus aguas, y la fauna y vegetación que conforman el ecosistema.
“Esta quebrada y su pequeña cuenca podría convertirse en un laboratorio viviente para la ciudad y, obviamente, para las instituciones educativas. Las ventajas son que está cerca de los centros de investigación, lo que abarata costos, es un ecosistema de montaña y está en muy buenas condiciones comparada con las demás fuentes de agua de la ciudad”, argumenta el docente.
Sin embargo, el investigador cuenta que, “irónicamente, en este momento la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá no nos da permiso para proseguir con los trabajos de investigación en el lugar. El argumento ha sido el invierno, aunque esta quebrada se caracteriza por sus bajos caudales”.
Las quebradas de Bogotá y la Sabana, según Ospina, se pueden dividir geográficamente en dos grupos: las de los cerros y las de la parte plana.
“Las últimos están en muy malas condiciones, prácticamente son canales sin vegetación y contaminados. La situación de las fuentes de los cerros refleja la estratificación social de la ciudad: los de la calle 72 hacia el norte están relativamente bien, mientras que los del sur son un desastre ambiental, perdieron su vegetación, son botaderos de desechos y perdieron su función reguladora de aguas y de transporte de materiales”, explica el profesor Ospina Torres.
La restauración de estas fuentes de agua podría tardar un par de años, si se contara con los recursos suficiente pare ello. Un proyecto en tal sentido fue planteado hace cinco años por la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá y la UN, trabajo que sería importante retomar.
AGENCIA UN