La silla vacía de las Farc | El Nuevo Siglo
Sábado, 5 de Noviembre de 2011

La muerte en combate del último de los cabecillas emblemáticos de las Farc deja a la subversión en una difícil disyuntiva. Aquí una radiografía detallada de los pros y contras de las alternativas sobre la mesa.

1.    AMORTIGUARÁN GOLPE Y NOMBRARÁN OTRO JEFE SIN TRAUMATISMO: esta tesis se deriva de lo que hasta el momento ha pasado con los duros golpes dados a esa guerrilla por los gobiernos Uribe y Santos. Bajas tan importantes como las de Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo (quien falleció por causas naturales), el abatimiento en la margen fronteriza ecuatoriana de Raúl Reyes, el asesinato de Iván Ríos a manos de un subalterno o el bombardeo en que murió Jorge Briceño, alias Mono Jojoy, han evidenciado que en las Farc los personalismos poco a poco han dado un paso al costado, y que la estructura colegiada) del Secretariado (cúpula de 7 miembros y sus respectivos suplentes) así como del ‘Estado mayor’ (segunda instancia de mando) tiene un alto poder de rotación, de forma tal que si muere o es abatido alguno de sus integrantes, el reemplazo no demora mucho tiempo, con el claro objetivo de evitar vacíos de poder, fallas en la verticalidad de las órdenes y, sobre todo, que esos limbos den más oportunidad a la Fuerza Pública de acabar o atacar con más intensidad bloques, frentes y cuadrillas enteras. La rapidez de los relevos también es urgente para frenar fenómenos de deserción, robos de dineros o rendición de las cuadrillas sin mando. La tesis de las Farc es que en una guerra larga y sostenida, la sucesión de jefaturas y comandancias no debe ser traumática ni dar lugar a caudillismos.

2.    RESENTIRÁN EL HECHO COMO UN GOLPE TERMINAL: no pocos analistas de Inteligencia Militar indican que la jefatura de Cano aún no terminaba de convencer a muchos cabecillas de bloques y frentes, para quienes la hipótesis inicial de que el hoy máximo jefe subversivo podría combinar el perfil ‘histórico’ de Marulanda, el juego político de Reyes y el liderazgo militar de Jojoy, terminó siendo muy difícil de aterrizar en la realidad. La percepción entre la ‘guerrillerada’, según los perfiles de Inteligencia castrense hechos con base en la información recopilada en fuentes humanas y técnicas, es que Cano no pudo mostrarse como un jefe fuerte y radical simple y llanamente porque todo la estructura de las Farc sabe que a diario estaba siendo ‘correteado’ por la Fuerza Pública en el cañón de Las Hermosas, las montañas del Huila y Cauca, y no en pocas ocasiones estuvo muy cerca de ser capturado o abatido. Perder a Cano es para la guerrilla la confirmación de que el llamado ‘plan renacer’ no dio resultados y que la capacidad militar (anulada ya la parte política) está en su punto más bajo. Cano era sin duda el último de los jefes subversivos con peso específico y capacidad de arrastre dentro de las Farc, por más recambio que haya en el Secretariado y el ‘Estado mayor’. Perderlo por acción de la Fuerza Pública bien puede confirmar que el “fin está cerca” y la única alternativa será rendirse o adentrarse más en la selva por largo tiempo.
3.    SE PRODUCIRÁ UN CISMA ENTRE RADICALES Y NEGOCIADORES: no pocos analistas consideran que poco a poco, sobre todo después de la racha de ataques a cabecillas subversivos y desmantelamiento progresivo de frentes y cuadrillas, se están empezando a generar dos corrientes en las Farc. Una primera que es partidaria de esquivar el combate abierto con la tropa, acudir al terrorismo como arma principal para deteriorar el control de orden público y seguridad ciudadana, todo ello con el objetivo de radicalizar la lucha contra el Estado y forzar al gobierno de turno a quitarle a la guerrilla la marca de ‘facción agónica y derrotada’ y llevarlo a abrir una negociación de paz equilibrada y con capacidad de cesión por parte del establecimiento. Una segunda corriente es más partidaria de imitar lo que hizo la semana pasada la ETA, que renunció a la lucha armada tras varias décadas de lucha. También está el antecedente de otros grupos subversivos colombianos en los años ochenta y noventa, cuando en medio de un evidente debilitamiento militar y político buscaron opciones de diálogos de paz con el objetivo, de un lado, de evitar una segura desaparición de la organización y, de otra parte, encontrar algún escenario favorable en materia de esquemas penales, penitenciarios y económicos favorables de reinserción y acceso efectivo a instancias de poder como el Congreso, reformas constituyentes y hasta circunscripciones electorales. Esa puja entre radicales y políticos podría llevar a un cisma en las Farc que aceleraría su lenta agonía y disminuiría su poder de fuego y desestabilización. Y, como se sabe, un axioma del conflicto armado es que guerrilla que no combate, no existe.
4.    UN POCO DE TODAS LAS ANTERIORES: un último escenario podría combinar los tres ya descritos. Es decir que la muerte en combate de Cano es muy dura para la guerrilla, pero para no dar cabida a un vacío de poder y una percepción interna y externa de derrotismo, de inmediato se señalaría a integrante del Secretariado como nuevo cabecilla máximo. Aún así, habría muchos análisis internos con la sensación de que la lucha está cada día más perdida, tanto en el flanco político como militar, sin espacios internacionales de apoyo y una estructura organizacional desvertebrada, sin capacidad para imponer la cadena de mando y escepticismo entre el subversivo de base y mando medio. Allí posiblemente se podrían disparar la deserción, la lumpenización de los frentes (conversión a grupos criminales y narcos) y la división. Y ese marco circunstancial llevaría a que mientras algunos cabecillas más radicales recomendarían resguardarse monte adentro y atacar con terrorismo al Estado para demostrar que las Farc están vivas, otros pensarían en buscar un diálogo de paz con el Estado y pujar porque en el mismo se logre un acuerdo medianamente equilibrado en lo político, penal y de reinserción, de forma tal que no parezca una rendición. Más allá de cuáles de estas circunstancias se presenten y en qué dimensión u orden, lo que no se puede perder de vista es que en las Farc el tiempo pasa más ‘lento’ que en el resto del país, y por lo mismo cualquier escenario no se configuraría de forma automática.


Las Farc amanecieron con un vacío de poder, tras el abatimiento de su máximo jefe.