La política y el medio ambiente para el posconflicto | El Nuevo Siglo
Foto cortesía Ejército Nacional
Domingo, 17 de Julio de 2016
Alvaro Sánchez

Desde el inicio de sus tiempos el ser humano se ha visto abocado a tomar decisiones que permiten modificar sus modelos y niveles de vida. Estas decisiones tienen necesariamente impactos que cambian el entorno y los ecosistemas que lo componen. Estos efectos son denominados comúnmente “impactos ambientales”, que no son necesariamente negativos.

Las mencionadas decisiones se han tomado, bien a través del gobierno de turno o bien a través de procesos democráticos. En cualquier caso ellas están ligadas a la política y, por lo tanto, se puede aseverar que esta no solo afecta al medio ambiente sino que es determinante en su preservación o en su deterioro.

Dados los diferentes enfoques del neoliberalismo y la preponderancia de las economías de mercado sobre el pensamiento ambiental de las sociedades actuales, es muy extraño encontrar movimientos políticos nuevos que consideren, como principio, la preponderancia de los ecosistemas y de los procesos naturales sobre los fundamentos económicos del Estado.

De esta forma, el común de la sociedad piensa que la realidad es que se reciclan ideologías y se utilizan los temas ambientales para venderlas a una sociedad cada vez más consciente de este tema. Casi con seguridad el hecho de que en Colombia no se haya conformado nunca un real movimiento ambientalista que, aglutinando a todos los estudiosos del tema se convierta en un movimiento político, acrecienta esa idea.

Nada más lejos de la realidad. Hoy por hoy los partidos políticos no solo utilizan el tema ambiental para lograr adeptos, sino que de manera lógica han venido incorporando estos temas a sus principios e ideologías. De esta manera, el aspecto ambiental y las discusiones y debates sobre el tema no pueden separarse de la política que, de una u otra forma, permiten llevar a los hechos las decisiones de las sociedades.

 

Los niveles

Para poder entender mejor la relación entre política y medio ambiente, hay que comprender que las decisiones del hombre y las acciones que de ellas se derivan, aunadas a las consecuencias que dichas acciones producen, inciden de manera drástica en todos los niveles de la sociedad. Veamos:

  • Consideremos al individuo individualmente y como persona, analizando su relación con el entorno y la del entorno con él; acá los puntos de vista son disimiles sobre lo que es bueno o malo en materia ambiental y sobre las acciones de reparación y de protección que se debieran tener sobre el mismo. En esto influyen factores de diversas índoles, entre los que se encuentran los culturales, religiosos, educativos y sociales.

La mayoría de las propuestas que pretenden proteger el medio ambiente, provienen de este nivel. En él se producen la mayoría de las inquietudes y se desarrollan la mayor parte de las ideas, campañas, debates y movimientos que se enfocan a proteger el ambiente. Sirven como ejemplos las pequeñas campañas de reforestación, las campañas hogareñas de ahorro de energía o las campañas de separación de basuras en la fuente. Para las acciones enumeradas no se requiere oponerse a los sistemas económicos de ninguna ideología y suelen no tener oposición desde ningún movimiento o ideología política.

  • En un segundo nivel ya se encuentran los conglomerados de personas organizadas para un determinado fin y que requieren debates o discusiones políticas para llegar a acuerdos mediante los cuales se trazan líneas de acción conjunta sobre los temas acordados. Las decisiones mencionadas van variando de acuerdo con el desarrollo de la sociedad y, a su vez, tienen contradictores que procuran atacar o variar las posiciones que se hayan adoptado. Sirve como ejemplo la discusión sobre el modelo de crecimiento de la frontera agrícola o el debate sobre el modelo energético del país.
  • Finalmente existe un tercer nivel que agrupa los conglomerados de personas y tiene capacidad de producir decisiones políticas que determinen el comportamiento ambiental de determinados conglomerados sociales. En este nivel se encuentran los partidos políticos y allí se producen las leyes que nos regulan en esta materia sobre todo se fijan las políticas ambientales que favorecen o perjudican nuestro entorno ambiental.

Las decisiones adoptadas en ese nivel producen necesariamente efectos en los usos del suelo, en el manejo de las aguas, en el uso y valor de los bienes y servicios ambientales, en la fauna, en la flora y en el paisaje. De alguna manera quienes participan en los debates políticos sobre el tema son responsables de la manera cómo se hacen, pero quienes no participan son culpables de los errores que en este sentido se cometen por la falta de compromiso de los ciudadanos.

 

Conclusiones

De cualquier manera, los modelos de desarrollo que dominen en el parlamento y en el gobierno habrán de ser determinantes en la manera cómo utilizamos y protegemos nuestro ambiente. Un descontento de la sociedad con relación a dichos planteamientos podría llevar a aceptar ideas que se alejen de las ideologías predominantes en la actualidad. El problema de fondo es que esta coyuntura abriría la puerta a la posibilidad de que movimientos a los cuales no les interesa para nada el tema, monten estrategias de crecimiento sobre el mismo impulsando, en paralelo, ideas que la población no comparte pero que, además, no comprende.

En nuestro país se oye hablar permanentemente sobre el tema ambiental, pero poco se nota el interés del país político en involucrarlo en sus discursos, salvo los partidos tradicionales que han batallado sobre el asunto desde el inicio de nuestra patria. La mayoría de los nuevos movimientos hacen oídos sordos a la problemática ambiental y no podemos olvidar que la única manera de sobrevivir como especie en el planeta es cuidándolo.

Gracias a Dios, hemos contado con algunos presidentes que han plantado la bandera ambiental en alto, entre otros El Libertador y Misael Pastrana Borrero y con una Constitución que considera el tema como un derecho fundamental. Pero aún hace falta una acción más contundente. Por ejemplo, deberíamos estar fijando políticas sobre la reparación ambiental en el postconflicto o deberíamos estar actualizando nuestra legislación sobre delitos ambientales.

Si los ciudadanos no participamos en política, podremos llegar a ver como nuestro ambiente se deteriora de manera irrecuperable y no podremos culpar a quienes tomaron decisiones equivocadas sino a nosotros mismos.

 

* alsanchez2006@yahoo.es @alvaro080255