A menos que los organismos internacionales pidan lo contrario, la OTAN dejará de actuar en Libia tras el proceso de transición.
Las operaciones de la OTAN en Libia han "contribuido a establecer las condiciones para una solución política de la crisis libia", afirmó el almirante italiano Giampaolo Di Paola, en rueda de prensa en Sevilla.
"Estamos en un momento en que se vislumbra el final pero no vamos a estar presentes en Libia ni un minuto más cuando termine la transición", aseguró Di Paola en la clausura de una reunión de dos días de los 28 responsables de la Defensa de los países de la Alianza en la ciudad sevillana.
"No vamos a estar ahí sin un papel necesario que responda a la petición de los organismos internacionales", aseguró, reafirmando la determinación de la OTAN a no actuar unilateralmente.
La Conferencia de Sevilla, principal encuentro de los responsables militares de la OTAN antes de la reunión ministerial de Defensa de octubre en Bruselas, estuvo centrada en el papel de la Alianza tras la llamada "primavera árabe" y en las operaciones en Afganistán.
Con el objetivo de lograr estabilidad duradera en Afganistán y su región, la Alianza desarrolla su cooperación con Pakistán. Su jefe de estado mayor, el general Kayani, que participó en la reunión de Sevilla, presentó la visión de su país sobre el potencial de desarrollo de la alianza entre la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) de la OTAN y el ejército paquistaní.
El Comité Militar de la OTAN eligió además al general danés Knud Bartels como su nuevo presidente. El general Bartels, jefe del estado mayor de las fuerzas armadas danesas, que sustituirá a Di Paola, asumirá el cargo en junio de 2012.
"Los tiempos actuales constituyen un desafío para la OTAN", afirmó Di Paola. "Nuestras misiones actuales en Afganistán, Libia, Kosovo, el mar Mediterráneo y frente a las costas de Somalia, junto con la transformación de la Alianza y la implimentación de la nueva estructura de mando de la OTAN requieren una dedicación y una entrega total", agregó.
AFP